—Las cosas son más complicadas de lo que parecen, Lady Eitav —dijo Siegfried con una mirada preocupada tras su regreso.
—Chicos, me da gusto verlos de nuevo —Peter los abrazó sorpresivamente por la espalda. Sieg se sintió honrado, Roan confundida y Jade asqueada. El abrazo duró lo suficiente para que Peter cayera en cuenta de lo ridículo y extraño que era hacer eso.
—Okey, ya fue demasiado cariño —dijo, apartándolos suavemente—. Nunca hablemos de esto.
—¿Qué te pasa, imbécil? —gritó Jade—. Ensuciarás mi ropa, esto vale miles de dólares. ¿Quién carajos eres?
—Cierto... —dijo Peter, alejándose. En esta vida no había interactuado directamente con Jade.
—Miss Jade, lamento la sorpresa. Él es Sire Williams —dijo Sieg, acomodándose la espada en la espalda.
—¿El tipo raro del que estaban hablando hace rato? No tiene pinta de ser fuerte —dijo, dándole una barrida con la mirada.
—Aunque no lo parezca, puede ser útil —dijo Roan, acomodando su brazo en el hombro de Peter en un gesto de camaradería.
—No lo escuché llegar, Sire. Ni vi una puerta del Limbo abrirse —Sieg percibió nuevamente el aura dorada de Eark emitiéndose de Peter.
Peter solo le sonrió gentilmente antes de sentir un escalofrío en la nuca. Inconscientemente, y con todas sus fuerzas, jaló con su mano derecha un presente existente, transportando al grupo a un presente cercano.
—¿Qué fue eso? —Roan veía asombrada a su alrededor—. ¿Así es como se ve el desfase cuando le prestamos atención?
—Parece que ya puede usar su habilidad de manera consciente, Sire —Sieg hizo una reverencia—. Es un honor estar frente a usted, Primordial del Propósito.
Peter solo le negó con la cabeza y lo tomó del brazo para que se levantara.
—Nada de eso, Sieg. Sigo siendo Peter. Espero que nada cambie. Lo que es más, necesitamos armar un plan. Justo ahora hay algo incorpóreo acechándonos.
Peter observaba con cautela a su alrededor. Estas criaturas ya habían hecho su movida en uno de sus intentos anteriores.
—Su amigo está loco, no logro percibir nada —Jade no podía comprender por qué el par tenía en tan alta estima a Peter.
—A diferencia de los espectrones, estas entidades atacan a nivel espiritual —dijo Peter con tranquilidad.
Mientras explicaba cómo podían derrotarlos, Jade se perdió momentáneamente en sus pensamientos. Sin que el grupo lo notara, una fina hebra de la corrupción se acercó a ellos. Jade, hundida en sí misma, escuchó un susurro en su oreja. La voz sonaba familiar, pero cargada de oscuridad. Hermana... — le susurró al oido.
Entonces la realidad se fracturó momentáneamente. Los espíritus a los que Sieg había nombrado emitieron un alarido forzado, intentando mantener el domo sobre el artefacto.
—¡Sire, debemos proteger el domo! —dijo Sieg.
Peter vio cómo los hilos se tensaban para enredarse y volverse a tensar, provocando ondas que causaban interferencias en los mundos. Al fin pudo ver cómo la corrupción estaba afectando al multiverso.
Tras el estallido, el eco de una figura que no debía estar ahí apareció. Una silueta femenina impregnada de sombras.
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En la nave, un estruendo golpeó el lado sur, provocando que se desmoronara en lo que parecían píxeles.
—¿Qué ocurrió? —el General Min-soo solo podía ver una pantalla de emergencia en la consola de dirección.
—Parece ser que fuimos golpeados por la corrupción. Además, nos reportan que algunas celdas se abrieron. Algunos prisioneros han desaparecido —dijo el oficial.
—¿Roderick?
—Es uno de los que desaparecieron.
—Tienen los chips rastreadores. ¿Ya saben su ubicación? —respondió con serenidad.
—Hemos capturado a algunos, pero el prisionero Roderick se dirige al núcleo, señor —dijo el alien en un tono preocupado.
El General solo suspiró. Mantenía a Roderick como un chantaje emocional, pero si moría antes de que él consiguiera su objetivo, todo estaría perdido.
—Quiero que prepares el saltador. Si no regreso en 12 horas y escuchas un zumbido ascendente, quiero que saques a todos de aquí —tomó su espada y salió de la nave.
Min-soo salió, sabiendo que su objetivo aún no era toparse con Peter Williams, sino recuperar el comodín que había perdido. Y no tardó tanto en encontrarlo.
—Deténgase, por favor —le dijo Min-soo al hombre que caminaba apresuradamente frente a él.
Roderick sintió la opresión de la presencia del general. Un aura tan poderosa como la que desprendía su hijo.
—No tengo tiempo para lidiar contigo —dijo Roderick en un tono lleno de indiferencia. Sin siquiera girarse.
—Muy pocas personas son capaces de mantenerse en pie sin mi permiso —Min-soo liberó un poco más de su aura.
Roderick se detuvo, evaluó la situación. El sujeto detrás de él no se escuchaba como un oficial alien, al contrario su voz sonaba a la de alguien que a obtenido poder atraves del sufrimiento, y solo sabía de alguien así. Se giro y sin impresionarse se planto frente a él.
—Ya veo... un porte sereno, transmite autoridad con solo hablar, cabello negro y una presencia demoníaca: el general Kim Min-soo. Leí mucho de ti.
Roderick lo observó por un momento, como si intentara leer un poco más sobre él. Y es cierto que conocía muy bien a Kim Min-soo, pues en su libro, Peter lo describía con exactitud.
El señor Williams fue el primero en darse cuenta de que Peter era un niño diferente, y gracias a una misteriosa mujer de aspecto elegante y cabello trenzado fue que comprendió que su hijo estaba destinado a la grandeza. Él era la forma física de un ser divino.
Desde que Peter comenzó su terapia de lectura, Roderick había estado al pendiente de todo lo que su hijo redactaba. Al principio eran relatos inocentes, pero poco a poco comenzaron a escalar y a volverse tétricos. Fue al leer Llovizna al atardecer que lo entendió.
El fragmento:
“La tarde en el palacio era una danza de destellos azules violáceos cuando se encontraron por última vez. El cielo se tiñó de rojo carmesí, como si el mismo cielo llorara sangre.”