Peter se hallaba concentrado. Había obtenido sus poderes de vuelta de manera completa. Frente a él, todos los futuros estaban escritos: un solo movimiento podía sobreescribir la historia.
—Sire, estamos listos —
Sin embargo, el combate no podía empezar aún. El desenlace para todos los futuros era la derrota... o, al menos, un miembro muerto. Él sabía que esos futuros no serían buenos. Necesitaba urgentemente a Hiro y a Mak-oh.
En el plano astral, el reino del Primordial de la Voluntad, las conciencias de Mak-oh y Hiro aún estaban enlazadas en la visión de Mak-oh.
—Tenemos que regresar pronto, Mak-oh —le decía el peliverde con insistencia.
—Lo sé, pero no hemos hallado alguna pista —respondía ella mientras avanzaba con velocidad.
Tras caminar mucho, vio a lo lejos remanentes de almas siendo consumidas por el Absurdo.
—¡Ahí abajo! —gritó Mak-oh.
Debajo de aquella entidad, estaba Peter... o más bien dicho, el Primordial del Propósito en todo su esplendor.
De sus manos, multitudes de hilos mantenían unidos los últimos vestigios del árbol. Sus dedos, piernas y brazos estaban quebrados, sangrantes. Aunque el árbol ya no tenía ramas Peter protegía las raíces que aún estaban con vida.
Lentamente, la entidad se acercaba hacia a él. Silenciosa, oscura e inquietante.
Una voz retumbó en la cabeza de Mak-oh.
—Al fin llegaron…
El Primordial del Propósito les habló por ecos mentales.
—¿Dónde están todos? —murmuró con inquietud Hiro.
—Peter… ¿qué pasó? —dijo Mak-oh, acercándose a él.
—Cayeron en la batalla… pero tranquilos, este espacio es un futuro que no planeo que suceda.
—¿A qué te refieres? —preguntó ella.
—Ohh, yo sé… Bootstrap Paradox. Algo que no sucedió, pero aún corre el riesgo de ocurrir. Todo dependerá de si la información de este futuro llega al pasado, o más bien, a nuestro presente —dijo Hiro.
—Así es. Mak-oh, tendrás que unir tu mente. Sé que suena algo difícil, pero los necesito a ambos en el plano terrenal.
El rostro de Peter estaba aún cubierto por una bruma que impedía verlo.
—La única manera de detener a [lengua ancestral inentendible] es… [Corrupción e interferencia]. Solo ustedes pueden cambiar el futuro.
Hiro no había entendido nada por la interferencia. Pero Mak-oh parecía haberlo captado bien.
—Entendido —dijo ella con decisión.
Se sentó en el piso con las piernas cruzadas. Sus ojos destellaron en blanco y llamas de fuego blanquecino la rodearon. El Absoluto pareció notarla, y criaturas similares a [interferencia] emergieron del espacio, dispuestas a asesinarla.
—¡Hiro, protégela!
Hiro no lo pensó. Era una orden de aquel que le dio un propósito en su viaje.
La pantalla brilló nuevamente frente a él:
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“Sistema en línea. ¡Misión patrocinada!
Alcanza tu mayor potencial.
Título de la misión: La bestia desatada.
El Primordial del Propósito ha solicitado tu ayuda.
Protege a la portadora de la luz durante el tiempo establecido.
Y regresa al plano terrenal.
Recompensa: Independencia total del sistema.
Buena suerte, héroe.”
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Hiro notó que su apariencia seguía igual: cabello largo, alto, apariencia demoníaca. Pero ahora sentía el poder recorriendo su cuerpo.
Invocó millones de bestias demoníacas, las residuales en el multiverso, todas bajo el mando del heredero de la sangre del rey. Pero no todo era sencillo. Levitando a unos pasos, se hallaba aquella que le infundió un terror humano, pero que ahora se veía presa del miedo, con los ojos borrados de lágrimas y negrura invadiendo su cuerpo.
Hiro Asaushi entendió su papel: por qué inconscientemente Peter lo había mantenido junto a él; por qué Minna le había dado un sistema; por qué era un rey demonio.
Todo culminaba… o eso parecía… en este momento.
Tomó la mano de Mak-oh, compartiendo de su psique aún más.
Mak-oh sentía como si millones de agujas se clavaran en la piel. Podía ver miles de partes de ella esparcidas en todo el plano astral, unas más oscuras que otras.
Lo veía todo y nada a la vez: el pasado, presente y futuro doblándose ante sus ojos. Millones de figuras de espejos geométricos… luego ella. Millones de fragmentos de cristal… y de nuevo ella. Un caleidoscopio mental, un rompecabezas, cuerdas entrelazándose, todo uniéndose en una danza psicótica que llevaba al límite su resistencia mental.
La oscuridad consumía su alma casi por completo.
De pronto… todo fue luz.
Hiro, el rey demonio, había absorbido la oscuridad. El conocimiento prohibido de la noche asediante.
Y Mak-oh, ahora, era un ente completo de luz.
Aún envuelta en aquella luminiscencia, dijo:
—Cuando las estrellas sangren frío, y el firmamento se agriete en parpadeos… la plaga que carcome el viejo árbol se extenderá como hambre sin rostro…
—Pero escucha, oh noche eterna, los siete elegidos destruirán a tu heraldo. Tu antítesis, el axioma que contradice tu existencia: Mikhail, Gardiel, Seytan y Apolion se alzarán para dar fin a la podredumbre que sembraste —complementó Hiro, ennegrecido por la oscuridad.
El Absurdo, desde lo alto, emitió un chillido potente antes de aparecer frente al dúo.
—¿Fin? —su apariencia humanoide apenas era comprensible. Su voz sonaba como tres voces superpuestas, cada una con un segundo de retraso entre ellas.
—Un oráculo… y él… ohh, ya veo. ¿Un primogénito de sangre antigua? ¿El heredero de un inmortal? —Su voz parecía analizar el alma de ambos—. Eso explica por qué sus cuerpos siguen enteros.
Mak-oh y Hiro estaban en un trance casi divino, bajo el aura protectora de Peter, que se mantenía oculto tras el velo del destino.
—Todo lo que hay es porque lo permito. Todo lo que fue es porque no cumplió mis expectativas. Y todo lo que será es porque lo he previsto —poco a poco, la oscuridad comenzó a rodear el cuerpo de ambos. Con una voz grave y amenazante, el Absurdo terminó por decir—: por mí, todo vuelve a su estado original.