—Pit, no podremos evadir más tiempo sus ataques, ya van 10 minutos, ¿qué más esperas? —
Roan se movía a gran velocidad, evadiendo y manteniendo la vista del devorador sobre ella. La criatura lanzaba zarpazos cargados de veneno hacía ella.
—Ya no puedo más… si sigo consumiendo todo el maná, la penalización por mantener el agro sobre Roan será de cinco segundos de inmovilidad. Necesito que hagan algo —
Jade mantenía su bastón levantado, emitiendo una señal que hacía que la hostilidad de ambos enemigos se centrara únicamente en su compañera.
—Solo aguanten un poco más —dijo Peter, corriendo alrededor mientras tocaba algunos objetos.
Instantáneamente, un estruendo se escuchó en dirección al devorador. Una nube de polvo se levantó mientras la criatura yacía en el suelo: Milán la había impactado desde el cielo, cayendo en picada y dejando el brazo del devorador inutilizable.
Su chaqueta y parte de la camisa habían quedado destrozadas por el impacto, mostrando una parte de su torso desnudo. Milán solo se levantó y se sacudió un poco el polvo.
—Llegué un poco tarde —dijo, dirigiéndose a Peter, quien, después de verlo por un breve instante, se sintió nervioso.
—No hay problema, solo necesitamos aguantar un poco más —
Los dedos de Peter estaban rojos, como si estuviera sujetando tantos hilos como pudiera.
El devorador percibió algo e instintivamente dio un salto hacia atrás. Una llamarada de fuego golpeó la zona donde se encontraba. En el aire, Hiro estaba montando un Quetzacoatlus que parecía sacado de una película de ficción, y detrás de él, abrazada a su cintura, estaba Mak-oh.
—¡Bajen de una vez! —gritó Peter.
Pero el devorador no lo permitió; pudo ver que la situación lo ponía en desventaja. Golpeó el aire con sus garras, y un arañazo de aire comprimido se dirigió a ellos.
Al percatarse, Peter tiró uno de los hilos; al momento siguiente, estaban todos juntos detrás de un montón de ruinas.
—¿Así que esta es la habilidad del jefe? —preguntó Hiro.
— Sí, pero mientras más tire de ellos, menos serán las opciones disponibles. De aquí en adelante, tendremos que trabajar en equipo, —respondió Peter, sobándose las manos.— Por si fuera poco, el dolor es horrible .
El devorador miró a todos lados buscándolos, luego emitió un rugido aterrador, similar al grito desgarrador de alguien a punto de morir.
—Esa cosa sí da miedo —dijo Hiro, después de sentir su piel erizarse.
—Ya tengo todo preparado. Hiro, trae un aliado formidable. Roan y Jade, mantengan el agro. Sieg, buféa a Hiro y restablece a Jade. Milán, inmovilízalo lo más que puedas. Mak-oh, crea un enlace psíquico: dos vistas, la tuya y la mía. A donde les diga que vayan, irán. Donde Mak-oh vea peligro, aléjense —
El enlace se creó; una llama de luz blanca se formó en la frente de cada uno. Podían ver su propia visión, la de Peter y la de Mak-oh.
Hiro fue el segundo en actuar: invocó una bestia colosal, una creación propia con brazos largos, dos garras afiladas, una cabeza alargada con terminación de cuatro mandíbulas que se abrían en cruz, una piel gruesa, sin ojos ni oídos… solo el puro instinto y la conexión con su amo.
No quiso acceder a su estado de rey demonio; temía que, al ser algo nuevo para él, pudiera salirse de control.
Sieg entonó un verso, y el aura divina descendió de las líneas doradas de su capa para liberarse en forma de una bendición. El maná de Jade y las habilidades de Hiro se incrementaron, además de establecer un perímetro seguro para las acciones de Mak-oh, Peter y Milán.
Este último enterró ambos brazos en el concreto, y el ferrofluido comenzó a descender, cavando hasta llegar a la parte inferior del devorador. Ahí comenzó a rodearlo y a sujetarlo con fuerza.
La bestia de Hiro le clavó las garras en ambas piernas y luego lo mordió por el cuello.
Una luz se hizo presente desde detrás de él; de forma gradual, aumentaba su luminosidad. Roan estaba preparada.
El aire se arremolinó. Peter sabía que era el momento y sujetó con fuerza hilos invisibles, de aquellos objetos que iba tocando mientras corría. Los tomó, y confiando en el principio de aleatoriedad, seleccionó todos los presentes donde esos escombros convergían en un mismo punto.
—¡Aaaaaahhh! Catador de fábulas... ¡Kame Kame Haa! — un disparo de luz salió desde las manos de Roan, quién pareció marearse después de usarlo, y perdió su transformación.
Peter aprovechó y jalo con todas sus fuerzas cambiando el destino original de aquellos escombros, cayendo directamente sobre el devorador.
La criatura soltó un rugido y cayó al suelo, inmóvil.
—Uff, eso estuvo increíble —Peter se tiró hacia atrás, cayendo en el suelo. Sus manos estaban destrozadas por el estrés de manejar su poder.
—Déjeme ayudarlo, Sire —Sieg usó Eark para curar las heridas de Peter. Luego con una mueca de molestia se sujeto las costillas.
—Hay cosas más urgentes que tratar, Peter… —dijo Mak-oh. Sus ojos transmitían paz; ya no era una maraña de emociones inestables ni una psicomanía andante. Con tal lucidez, estaba a punto de hablar sobre la amenaza del Absurdo.
—Ella tiene razón. La situación nos está superando —Milán se acercó al grupo, dispuesto a contarles sobre la situación con el General, pero fue interrumpido por Sieg.
Siegfried, posando la mano sobre el hombro de Milán en un gesto de respeto, le pidió la palabra.
—Sire, si no nos apresuramos, el núcleo...
—Creo que mi hermana es el avatar de la oscuridad —soltó Jade sin rodeos. Todos se quedaron en silencio.
— Okey... Eso no me lo esperaba. —dijo Peter incorporandose. — póngame al corriente por favor.
—Lamento informarle, Sire, que estoy quedándome sin reservas de Eark y mi circuito espiritual está severamente dañado por convertir energías no aptas. En ausencia de un dios al cual rezar, estoy perdiendo mi cualidad de santo —
Sieg se levantó la camisa de lino, revelando un hematoma marcado que iba desde el abdomen hasta la mitad de su pecho.