Terapia De Crisis Para El Ceo

CAPÍTULO 6: EL ANIVERSARIO SILENCIOSO Y LA VULNERABILIDAD DEL OGRO

El ambiente en el piso ejecutivo de Bacan Company era, si cabe, más tenso que de costumbre. Era el aniversario de la muerte del padre de Alejandro, y aunque nadie lo mencionaba directamente, todos sentían el peso del silencio. Alejandro Manrique estaba especialmente sombrío, serio al extremo, y su oficina permanecía herméticamente cerrada.

Adelina le había advertido a Lisbeth: —Hoy es el día del luto oficial no declarado. Menos Lisbeladas, menos sarcasmo, y menos llamadas a su puerta. Solo comunica por correo electrónico.

Lisbeth, por una vez, intentó seguir las reglas. Estaba revisando correos, pero el silencio la irritaba.

—Adelina, el silencio es tan espeso que se puede cortar con un cuchillo de mantequilla. ¡Hasta Grace está susurrando los chismes! Esto no es trabajar, ¡es un funeral corporativo!

En ese momento, el intercomunicador de Lisbeth se encendió, emitiendo un sonido áspero.

—Lisbeth. Mi oficina. Ahora. —La voz de Alejandro era baja y áspera.

Lisbeth entró en la oficina de Alejandro con el corazón a mil. Lo encontró mirando por el gran ventanal de cristal, con la ciudad de fondo. Había una foto de un hombre mayor, parecido a él, sobre su escritorio.

—El Ingeniero Manrique está pidiendo un informe sobre...

—No te llamé por un informe. —Alejandro se volteó. Sus ojos grises estaban cargados de una profunda tristeza que rompía su habitual coraza de frialdad—. Solo necesito que... te quedes callada por un minuto.

Lisbeth se quedó de pie, sorprendida. El "jefe ogro" estaba pidiendo silencio y compañía a la persona que más ruido hacía en la compañía. Ella, la mujer sin filtro, por primera vez, no supo qué decir. Se sentó en la silla de visitas sin hacer ruido.

El silencio duró un incómodo minuto. Lisbeth notó que él sostenía una pequeña pieza de ajedrez.

—Hoy es el aniversario de la muerte de mi padre. Él me enseñó a jugar ajedrez, y a dirigir esto. Mi madre está... intensa hoy. Me llamó tres veces para preguntarme cuándo le voy a dar una fecha de boda a Leonor. —Alejandro se pasó la mano por el cabello, frustrado—. Ella cree que Leonor es la "socia" ideal para la imagen de la empresa.

—Leonor es ideal para la portada de una revista. No para la vida real —soltó Lisbeth, incapaz de mantener el silencio por más de sesenta segundos.

Alejandro sonrió, una sonrisa pequeña y auténtica que la desarmó. —Ves, por eso te llamé. Necesitaba un poco de tu brutal honestidad para desintoxicarme de la superficialidad.

—La señora Génesis me recuerda mucho a usted, Ingeniero. Dura, estricta, pero con un sentido de lealtad fuerte. Ella solo quiere que esté bien. Pero se está equivocando con la estrategia. El matrimonio no es un negocio. Si el objetivo es la felicidad, Leonor es la peor inversión. —Lisbeth se cruzó de brazos—. Y si me va a despedir por esto, ¡hágalo de una vez!

—No te voy a despedir. —Alejandro se acercó al escritorio de ella—. Me mantienes cuerdo. Aunque me cueste la salud.

En ese momento de proximidad, la tensión entre ellos se hizo palpable. Los ojos grises de él, cargados de vulnerabilidad, se encontraron con los ojos color miel de ella, llenos de una mezcla de desafío e inusual ternura.

Justo cuando parecía que la tensión iba a estallar en un beso o en otro grito de despido, la puerta de la oficina se abrió de golpe.

Era Astrid Manrique, vestida de civil, pero visiblemente furiosa y a punto de llorar.

—¡Alejandro! Tienes que despedir a Lisbeth de por vida. ¡Es una bruja!

—¿Qué hice ahora?—protestó Lisbeth, poniéndose de pie.

—¡Me hiciste caso! ¡Me dijiste que buscara a alguien que me hiciera dejar de respirar! Lo encontré. Lo conocí en el club de natación. ¡Es perfecto! Guapo, fuerte, me hace sentir mariposas. ¡Pero acabo de ver su foto en una revista de chismes! ¡Está casado con la exesposa de Adrián Albán! ¡Lisbeth, tu karma me persigue!

Alejandro, que momentos antes estaba lidiando con el luto y la presión matrimonial, explotó.

—¡Astrid! ¿Qué haces irrumpiendo aquí? ¡Y Lisbeth! ¿Ahora también eres consejera matrimonial de mis hermanas? ¡Esto es una empresa, no una telenovela!

—Yo solo le di un consejo basado en la emoción, ¡no sabía que la genética te perseguía hasta en las citas! —se defendió Lisbeth, mirando a Astrid.

—¡Tanto que criticas a Adrián y tú estás saliendo con el exmarido de su exmujer! —Alejandro sentía que la cabeza le iba a explotar.

—No, no es tan complicado, Ingeniero. ¡Estoy saliendo con el tipo que va a terminar siendo el exesposo de la señora que fue esposa de Adrián! —Astrid se dejó caer en el sofá.

—¡Mejor me callo! —dijo Lisbeth, poniendo las manos en alto.

Alejandro suspiró, recogió la pieza de ajedrez y la guardó en el bolsillo de su saco. Miró a sus dos problemas más grandes: Lisbeth y Astrid.

—Astrid, sal de aquí y haz terapia con tu médico, Amelia. Y Lisbeth... gracias. Ahora, vuelve a tu escritorio. Y la próxima vez que me des un consejo, por favor, investiga el árbol genealógico completo de la víctima.

—Entendido, Ingeniero. Pero no me pida que no me preocupe. Su hermana tiene una puntería horrible para los hombres. Es como si el universo le dijera: "Busca un hombre con problemas de compromiso que haya estado conectado con nuestro Gerente Financiero".



#368 en Otros
#176 en Humor
#1249 en Novela romántica
#489 en Chick lit

En el texto hay: humor, oficina y enredos

Editado: 16.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.