El incidente del viaje de negocios a Adrián Albán (Capítulo 5) y la posterior interrupción dramática de Astrid (Capítulo 6) habían dejado al corporativo Bacan Company en un estado de nerviosismo vibrante. Como era de esperar, Grace Cáceres, secretaria de RR.HH. y catalizador de la información errónea, estaba en su elemento.
Grace no estaba contenta con solo susurrar; necesitaba grandes titulares. Había interpretado la palidez de Adrián tras el viaje y el comentario de Lisbeth sobre sus "vacaciones largas" como una señal de despido inminente.
—Les digo que lo van a patear —susurró Grace, con los ojos muy abiertos, a un grupo de asistentes en la hora del almuerzo—. El Ingeniero Manrique descubrió que Adrián no solo es mujeriego, sino que también ¡estaba desviando fondos! ¡Lisbeth lo sabe! Por eso regresó pálido. ¡El gerente financiero se va por fraude!
El chisme creció, mutó, y voló a la velocidad de la luz. En la era de la tecnología, un rumor sobre un alto ejecutivo que supuestamente "desvía fondos" en una empresa tecnológica es pólvora pura.
El verdadero desastre ocurrió cuando Grace, en un intento de ser discreta, redactó un correo a Adelina sobre el asunto, pero accidentalmente lo envió a Ricardo Torres, un contacto de Recursos Humanos en una firma rival con la que Bacan Company estaba en conversaciones sobre una futura adquisición de talento. El asunto del correo: ¡Adrián se va por FRAUDE!
A las 2:00 p.m., el caos era absoluto. Un conocido blog de finanzas y tecnología había publicado una nota alarmante: "Rumores de irregularidades financieras en Bacan Company: El Gerente Financiero Adrián Albán sería despedido por fraude".
Las acciones de Bacan Company, que cotizaban en bolsa, sufrieron una ligera caída. Alejandro Manrique estaba literalmente echando humo en su oficina, y el color de sus ojos grises había pasado de frío a volcánico.
—¡Lisbeth! —rugió Alejandro por el intercomunicador. Su voz hizo temblar las tazas de café en todo el piso.
Lisbeth entró en la oficina de Alejandro, donde también estaba Adrián, pálido como un fantasma, y Adelina, con una expresión de absoluto fracaso en la cara.
—Ingeniero, ¿sucedió algo? Es que afuera el ambiente parece el apocalipsis —preguntó Lisbeth, con un sarcasmo que, por primera vez, no le salió natural.
Alejandro le lanzó una tableta con el artículo del blog. —¡Míralo! ¡El corporativo está en riesgo por un estúpido chisme! ¡Y todo por el pánico que generó el rumor de un despido!
—Yo creo que es más el pánico que genera la palabra fraude —corrigió Lisbeth.
—¡El punto es que necesito saber de dónde salió esta patraña! ¡Quién se atrevió a filtrar esta información!
En ese momento, Grace Cáceres entró a la oficina, temblando, empujada por Adelina. Grace, incapaz de mentir bajo presión, se derrumbó.
—¡Fui y-yo, Ingeniero! Lo siento, lo siento. Le envié un correo a Adelina. ¡Pero le juro que pensé que Adrián se iba a ir! Estaba tan pálido después del viaje que... y tú, Lisbeth, dijiste que tenía problemas... ¡Yo solo le puse la palabra fraude para que sonara más interesante!
Alejandro se agarró la cabeza y miró a Grace con una furia descontrolada.
—¡Usted está despedida! ¡Vuelva a RR.HH., recoja sus cosas, y que el guardia la escolte a la salida! ¡Acabas de causar un daño a las finanzas y la imagen de esta empresa que podría costarnos millones!
Grace rompió a llorar ruidosamente. Adrián, sintiéndose culpable, intentó intervenir, pero Alejandro lo interrumpió: —¡Usted cállese, Adrián! ¡Si no fuera por su ineficacia y sus problemas personales, no habría un vacío de poder para que el chisme se generara!
Lisbeth, viendo el desastre que Grace había provocado y el drama que se cernía, decidió intervenir. Esta vez, su lengua afilada se usó para la estrategia.
—Ingeniero Manrique, con todo respeto, despedir a Grace ahora es la peor estrategia de comunicación posible.
Alejandro la fulminó. —¡¿Perdón?!
—Piénselo. Si usted la despide en este momento por "filtrar información", está confirmando que existe información valiosa y dañina que filtrar. Y el mercado asumirá que el "fraude" es real.
Lisbeth se acercó al pizarrón de la oficina y tomó un marcador. —La solución no es el drama, es la lógica. El problema aquí es el filtro de Grace, no la verdad. Su trabajo es proyectar estabilidad y confianza.
—¿Y cuál es tu plan, Lisbeth, la experta en economía y en chismes?—preguntó Alejandro, sarcástico.
—Fácil. Primero, no se despide a nadie. Segundo, usted emite un comunicado oficial ahora mismo donde desmiente "categóricamente el supuesto fraude del Gerente Financiero, Adrián Albán", y de paso, anuncia que la "ligereza del comunicado de un empleado ha sido corregida y se tomarán medidas internas de disciplina". Y, tercero, —Lisbeth miró a Adrián— ¡Adrián anuncia un nuevo proyecto de inversión que desvíe la atención de sus problemas personales!
—¡Pero yo no tengo un nuevo proyecto!—se quejó Adrián.
—¡Lo inventa! Yo le ayudo con las cifras. ¡Es un economista de prestigio, no un mimo!
(Desenlace: La Sentencia de Lisbeth)