Una semana después del hackeo (y la consolidación del "pacto de fuego" entre Lisbeth y Alejandro), el ambiente se sentía pesado. La Sra. Génesis de Márquez había interpretado la complicidad entre su hijo y Lisbeth como una amenaza directa a su linaje y al futuro de Bacan Company. Su solución: forzar la formalidad.
Génesis convocó a una cena familiar "urgente" para anunciar el compromiso de Alejandro Manrique y Leonor Ferreti, sin consultar a su hijo.
La noticia llegó a Lisbeth a través de Astrid, que la llamó histérica desde su piscina.
—¡Lisbeth! ¡Mamá se volvió loca! ¡Está organizando un compromiso flash para Alejandro y Leonor! ¡Dice que es por el bien de la imagen corporativa! ¡Alejandro no tiene idea!
—¿Un compromiso forzado? ¡Esa no es una estrategia de negocios, es una telenovela mexicana de bajo presupuesto! —exclamó Lisbeth, su mente ya trabajando a toda velocidad.
—¡Y lo peor! Amelia está de acuerdo en que esto es un desastre para él. Él no ama a Leonor. ¡Necesitamos tu ayuda! Eres la única estratega que no tiene miedo de mamá.
Lisbeth sonrió. La idea de una misión secreta con las "Manrique disidentes" era demasiado tentadora para su ingenio.
—De acuerdo. Cuéntales a Amelia y a Adelina (que ya debe estar hiperventilando) que vamos a formar el "Club Anti-Leonor". Objetivo: sabotear la cena sin que Alejandro se dé cuenta de que estamos haciendo un favor a su autonomía.
La cena de compromiso estaba programada para esa noche en la mansión Manrique. El plan de Lisbeth era simple: usar el caos, el humor y la verdad incómoda para hacer estallar la fachada de Leonor, forzando a Alejandro a tomar una decisión.
Adelina se encargó de la logística: conseguir información sobre el menú, la lista de invitados, y sobre todo, la hora exacta del anuncio. Amelia tenía que ser el "cable a tierra" emocional, lista para intervenir si Alejandro tenía un colapso. Astrid sería el "factor distracción", usando su propia inestabilidad romántica como cortina de humo.
Lisbeth, por supuesto, sería la maestra de ceremonias del desastre.
Lisbeth se coló en la cocina de la mansión. Usando su ingenio, convenció al chef de que Génesis había ordenado un cambio de menú de último minuto para "sorprender a Leonor con algo más... auténtico". El menú pasó de filete mignon a una caótica, pero sabrosa, versión ecuatoriana de fritada con mote y salsas picantes.
—¡Es para mostrar que Alejandro es un hombre con raíces y que no teme al picante! —explicó Lisbeth, logrando su cometido.
La cena comenzó. Alejandro estaba tenso, Leonor, deslumbrante y Génesis, expectante. El menú fritada ya había descolocado a los invitados de alta sociedad y a la propia Leonor, que miraba el cerdo frito con horror.
En el momento en que Génesis se levantó para hacer el anuncio formal, Astrid se puso de pie, completamente borracha de tensión.
—¡Alto! —gritó Astrid—. ¡Mamá, antes de que anuncies la boda de Alejandro con un maniquí! ¡Quiero que sepas que yo soy la verdadera crisis de esta familia! ¡Salí con el exesposo de la ex de Adrián, y no sé si eso es un activo o un pasivo! ¡No te preocupes por Alejandro, que al menos él no se acuesta con hombres casados!
El caos era total. Amelia intentó calmar a Astrid, mientras los invitados murmuraban.
En medio del desorden, Lisbeth se acercó a la mesa principal con una copa de agua (sabiendo que la bipolaridad de Leonor se activaba con el estrés).
—Disculpen el show —dijo Lisbeth, con su voz firme y calmada, capturando la atención de Alejandro y Génesis—. El discurso de Astrid fue dramático, pero ella solo intenta decir que el amor de Alejandro no es un tema de estrategia corporativa, es un tema de corazón. Y Leonor... —Lisbeth miró a la modelo con honestidad—, tú eres muy hermosa, pero odias la fritada. ¿Cómo puedes casarte con un hombre ecuatoriano si odias su comida?
Lisbeth le habló directamente a Alejandro, rompiendo la barrera de su rol.
—Ingeniero. La imagen de Bacan Company se salvó por su inteligencia, no por su novia. Y por lo que a mí respecta, el matrimonio es la única inversión que debe hacer su corazón, no su madre. Usted no ama a Leonor. Deje de ser un cobarde.
Alejandro, abrumado por el menú caótico, el escándalo de Astrid y la brutal verdad de Lisbeth, finalmente cedió. Miró a su madre, y luego a Leonor.
—Madre, no voy a casarme con Leonor. No la amo.
Leonor, incapaz de manejar la humillación y el fracaso de su plan, se puso de pie, su rostro reflejando su problema de bipolaridad ante el estrés.
—¡Lo sabía! ¡Todo es culpa de esta secretaria de orfanato! ¡Tú me arruinaste la vida, Alejandro! —Leonor tomó la salsa picante y, en lugar de arrojársela a Lisbeth, se la tiró a Alejandro, manchando su impecable traje. Luego, se fue corriendo en un arrebato dramático.
La cena terminó en desastre. Leonor se fue de la vida de Alejandro. Génesis estaba furiosa, pero también impactada por la firmeza de su hijo.
Alejandro se quedó solo, viendo a Lisbeth, que ahora lo ayudaba a limpiar la salsa picante de su traje.
—¿cebolla curtida, Lisbeth? ¿En mi traje?