Terapia De Crisis Para El Ceo

CAPÍTULO 15: EL ULTIMÁTUM MATRIMONIAL Y EL CONTROL DE DAÑOS FINANCIERO

El piso 30 del Corporativo Bacan Company estaba inusualmente tranquilo. Adrián Albán, el Gerente Financiero, había estado trabajando de manera tensa pero eficiente desde la reprimenda de Lisbeth en el avión y el posterior escándalo de Grace. Sin embargo, su paz estaba a punto de explotar.

Eran las 11:30 a.m. cuando una mujer elegante, pero con el rostro contorsionado por la furia, irrumpió en el piso ejecutivo. Era la esposa de Adrián, y no venía a reconciliarse.

—¡Lisbeth! ¡Necesito que me avises si la señora del Gerente Financiero llega a pasar la seguridad! —susurró Grace Cáceres, con los ojos desorbitados, corriendo desde RR.HH.

—Tranquila, Grace. ¿Por qué el pánico? ¿Trae un arma? —preguntó Lisbeth, sin levantar la vista de su teclado.

—¡Trae documentos! ¡Creo que son papeles de divorcio! ¡Y un megáfono emocional!

Antes de que Lisbeth pudiera reaccionar, la esposa de Adrián ya estaba parada frente al cubículo de su marido, sosteniendo unos papeles en una mano y con la otra, golpeando el escritorio.

—¡Adrián! ¡Cobarde! ¡Tanto que hablas de ética en el trabajo, pero eres incapaz de firmar los papeles del divorcio que llevo pidiéndote seis meses! ¡Y dejas a tus amantes mensajes en el contestador de la oficina!

El grito resonó en todo el piso. Los empleados se detuvieron. Lisbeth se puso de pie, asombrada.

Adrián Albán, siempre bajo, no tan agraciado y ahora pálido, intentó arrastrar a su esposa a un área más privada. —¡Cariño! ¡Por favor! ¡No es el momento!

—¡Claro que es el momento! ¡Este es el lugar donde te sientes poderoso! ¡Aquí, frente a tus colegas, voy a decir que eres un cobarde! ¡Y que si no firmas esto, no solo pierdes el 50% de nuestros activos, sino que voy a publicar todos tus patéticos mensajes a esa chica de la otra oficina!

El escándalo atrajo inmediatamente la atención de Alejandro Manrique, quien salió de su oficina con la expresión de alguien que acababa de pisar un cable electrificado.

—¡Señora Albán! ¡Por favor, mantenga la compostura! —exclamó Alejandro, intentando sin éxito restablecer el orden.

Mientras Alejandro lidiaba con el caos, Lisbeth y Adelina se pusieron inmediatamente en modo "estrategia de crisis".

—Adelina, tú llama a seguridad para que la acompañen a un lugar discreto. Yo me encargo de Adrián. ¡El Ingeniero tiene suficiente con su propia vida amorosa para lidiar con la de Adrián!

Lisbeth se acercó al Gerente Financiero, cuya cobardía era palpable.

—Adrián. Mira tu cara. Pareces un pez fuera del agua. ¿Te das cuenta de que esta mujer tiene más agallas para confrontarte en tu lugar de poder que tú para ser honesto en tu propia casa?

—Lisbeth, por favor, ayúdame... no quiero perder la mitad de mi dinero —murmuró Adrián, aferrándose a su último pensamiento de codicia.

—¡No pierdas la mitad de tu dinero, pierde tu cobardía! ¡Ella tiene razón! Llevas años en la infelicidad y te escondes. Tu problema nunca fue tu esposa, fue tu miedo a la honestidad financiera y emocional.

Lisbeth miró a la esposa de Adrián, que seguía vociferando. Luego, miró a Adrián y usó su "filtro cero" de la forma más contundente posible.

—Adrián, si no firmas esos papeles aquí y ahora, frente a tu jefe, yo misma voy a enviar un correo electrónico a toda la compañía con todos tus "patéticos mensajes" a tus amantes, tal como amenazó tu esposa. Y no solo perderás activos, perderás tu reputación y tu trabajo. ¡Ya causaste un desastre con el fraude de Grace; no causes otro con tu matrimonio!

Adrián se quedó inmóvil. Lisbeth, la huérfana sin nada que perder, era la única persona que se atrevía a chantajearlo con la verdad.

Alejandro, que había logrado calmar a la esposa de Adrián y guiarla a una sala de conferencias, regresó en ese momento, justo a tiempo para escuchar la amenaza de Lisbeth.

—¿Lisbeth? ¿Estás chantajeando a mi Gerente Financiero? —preguntó Alejandro, con una mezcla de consternación y admiración.

—¡No, Ingeniero! Solo estoy proporcionando un ultimátum lógico para forzar una resolución de conflicto. Es más rápido que el arbitraje. Adrián, firma el divorcio. De esa manera, podrás ser honesto con tu esposa y con tu vida. Y tu matrimonio dejará de ser un pasivo para la empresa.

Adrián, con el sudor frío recorriéndole el rostro, miró a su esposa en la sala de conferencias, y finalmente, miró los papeles. Su miedo a Lisbeth y a Alejandro superó su miedo a la pérdida financiera.

—Lo haré. Firmaré.

La esposa de Adrián salió de la sala de conferencias con una sonrisa de victoria y los papeles firmados. El matrimonio había terminado. El chisme de Grace Cáceres ya estaba en su punto álgido: «¡Adrián se divorcia por chantaje de Lisbeth!»

Alejandro, por su parte, se acercó a Lisbeth.

—Lisbeth, has salvado mi empresa de dos posibles demandas y de un caos mediático. Pero ¿por qué eres tan despiadada?

—No soy despiadada, Ingeniero. Soy práctica. La cobardía de Adrián estaba costando mucho a esta empresa y a su esposa. Ahora él tiene que ser honesto, y usted no tiene que lidiar con su vida matrimonial. Mi misión es el orden. Aunque lo logre a través del caos.



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En el texto hay: humor, oficina y enredos

Editado: 16.11.2025

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