Capítulo 3: Margot
Terminaba de ponerme mi usual suéter azul, la verdad no me importaba lucir bien para la fiesta, eso era lo de menos. Debía llevar a cabo el plan que habíamos concretado con Pierre y hacerle un jaque mate al psicópata ese. Mi teléfono vibró en la mesita de noche, lo tomé rápidamente creyendo que era un mensaje del asesino o Pierre, pero lo que me impresionó y a la vez me preocupó fue ver un mensaje de Sergio.
Nunca me enviaste tu ubicación, ya no quieres ir conmigo?
Mierda, con todas esas cosas en mente había olvidado cancelarle a Sergio y se me hacía muy feo decirle que no, tenía que pensar en una solución rápida. Pierre llegaría a verme dentro de unos minutos, esperaba que entendiera mis razones para no ir con él. Marqué rápidamente su número.
—¿Aló? —contesto él del otro lado.
—Hola, te llamaba para decirte que iré a la fiesta con alguien más —expliqué un tanto nerviosa, esperando su reacción.
—¿Cómo? Pero quedamos en que iríamos juntos —exclamó incrédulo.
—Si, si, ya sé. Pero me olvidé de cancelarle a Sergio y se me hace feo decirle que no.
—Bueno, pero no olvides lo que tenemos que hacer —recordó.
—Si, apenas puedo me le escapo.
—Bueno te veo en la fiesta guapa, chao.
—Chao —apenas colgó, le envié mi dirección a Sergio.
La última semana, tuve mucho más contacto con él, era un chico muy agradable y el solo su presencia me ponía los pelos de punta. Dijo que llegaría en cinco minutos, así que esperé tranquila en la entrada de mi casa y el que llegara tan rápido no fue una sorpresa, este pueblo era tan pequeño que lo podías recorrer en media hora. Cuando lo vi llegar en su moto me puse un poco nerviosa, se veía tan atractivo como siempre, con ese aire tan misterioso y esa ropa negra, lo hacía lucir como si el peligro encarnado te estuviese incitando a hacer cosas malas y que luego no te arrepintieses de ellas.
—Hola —dijo luego de quitarse el casco.
—Hola —titubeé un poco.
—Te ves linda —me sonrojé un poco ante su alago, aunque la verdad ambos sabíamos que me veía del asco.
—Si claro —respondí sarcástica subiéndome a la parte de trasera de su moto.
—Es en serio, siempre me pareciste muy bonita —dijo mirándome por el rabillo del ojo.
—Ni siquiera me conoces.
—No es necesario, solo sé que quiero estar contigo y ya —me entregó el otro casco que tenía y con movimientos torpes me lo coloqué. Pegué mis brazos hacia mis costados esperando que arrancara, pero no lo hizo.
—¿Qué pasa?
—Te tienes que agarrar, no quisiera salir volando en plena calle, ¿o sí? —respondió con cierta picardía al notar que aún estaba nerviosa.
—Cierto, que tonta —solté una risita nerviosa mientras envolvía mis brazos en su abdomen.
Llegamos más rápido de lo que esperaba a la casa de Margot, en cuanto al trayecto, fue todo muy silencioso, para nada incómodo y la verdad es que estar con Sergio era como un pequeño descanso de aquel infierno. Apenas llegué, vi a Pierre esperando en la puerta de entrada, parecía como esos padres que esperaban a que sus hijos llegaran de una fiesta a altas horas de la noche, le hice un ademán con la mano para que entrase en la casa, pero no me hizo caso, así que lo volví a hacer y esta vez obedeció. Ya estando dentro, la fiesta era genial, todo estaba a oscuras y solo se veían las luces neón, junto con los brazaletes y la ropa de la gente manchada de pintura neón. En otras circunstancias me hubiese encantado aquel escenario, una fiesta increíble junto a un chico muy lindo, pero mi realidad era otra.
Tenía que evitar que maten a una chica, lo normal. De hecho, lo hacía cada fin de semana, era mi hobbie favorito.
Me gustaba ironizar las cosas para no caer en una depresión profunda y no suicidarme o algo por el estilo. De pronto la mano de Sergio me sacó de mi crisis existencial.
—¿Quieres algo de tomar? —preguntó cerca de mi oído, ya que la música estaba demasiado alta.
—Agua —asintió alejándose hacia la pequeña barra de la casa. Vaya, esta chica sí que nadaba en dinero.
Alguien me tomó por los brazos y me transportó hacia otro rincón de la sala. Cuando volteé, era Pierre.
—Vaya, se nota que te la pasas bien con Romeo. Jelou, van a matar a alguien hoy, ¿o es que se te olvidó? —le propiné un puñetazo en el hombro.
—Claro que no se me olvidó, no seas lerdo —solté a modo de reproche—. Solo estoy lidiando con dos cosas a la vez.
—Bien ahí, Teresa multitareas —exclamó sarcástico —. Son las ocho, tenemos una hora, así que o te deshaces de don romántico o lo hago yo —señalo detrás de mí. Cuando volteé, me encontré con Sergio caminando hacia nosotros con mi vaso de agua y una lata de gaseosa que al parecer era para él.
—Aquí está tu agua —me entregó el vaso mientras no dejaba de mirar a Pierre con los ojos entrecerrados. En cambio, Pierre lo observaba de forma despectiva. ¿Cómo podía ser tan descarado?
—Oye Sergio, lo que pasa es que tenemos algo importante que hacer ¿Podrías esperar aquí un momento? —Que diga que sí, que diga que sí.
—No hay ningún problema en que los acompañe, ¿o sí? —mierda.
—No, ¿Sabes qué?, es una gran idea —le respondió Pierre a lo que yo le dediqué una mirada asesina, el me ignoró y comenzó a avanzar entre la gente. Sergio y yo lo seguimos.
No desplazamos entre los invitados y en un santiamén, ya estábamos atravesando una puerta que daba hacia el jardín. En este ya se escuchaba menos la música y el bullicio, había unos grupos de personas y en uno de ellos se hallaba Margot.
—Listo, tu turno —Pierre me propinó un empujoncito hacia el grupo en donde se encontraba Margot. Un tanto dudosa me acerqué y toqué el hombro de la chica con mi dedo índice.
—Emm, hola Margot —titubeé. Ella se volteó, su rostro demostraba extrañeza y la comprendía, era una completa desconocida para ella.