Capítulo 9 [Parte 1]: Remi
Esto era incómodo.
Era muy incómodo.
Pierre y yo nos encontrábamos en el sofá grande de mi sala, mientras observábamos a un Remi llorar desconsoladamente frente a nosotros. Llevaba como media hora caminando en círculos en el mismo sitio repitiendo la misma frase “No quiero morir”.
Después de mi arrebato en plena calle, Remi no había hecho más que llorar como viuda que acaba de perder al amor de su vida, lo hicimos caminar con nosotros hasta llegar a mi casa; hemos querido explicarle la situación, pero nos dio pena interrumpirlo en plena sesión de llanto. Creo que merecía un poco de tiempo para asimilar las cosas. No es como que todos los días te digan “Ey, vas a morir”.
—Traeré un poco de agua —informé mientras me ponía de pie dejando a Pierre con el hombre llanto.
Ingresé a mi cocina y serví un gran vaso con agua, al regresar a la sala lo dejé sobre la pequeña mesita de centro para luego interrumpir la caminata en círculos de Remi.
—Voy a necesitar que te calmes y te tomes esa agua —coloqué ambas manos sobre sus hombros para que me mirara a los ojos.
—¿Cómo quieres que me calme? ¡¿Cómo quieres que me calme?! Hace poco me acabas de decir que el loco viene por mí.
—Nadie va a venir por ti —eso espero.
—¿Cómo es que estas tan segura? Si tú misma me lo dijiste —buen punto.
—Porque vamos a evitarlo, juntos —observé de Pierre a Remi—. Vamos a evitarlo.
—Pero ¿Qué vamos a hacer?
—Tengo un plan, pero para eso voy a necesitar que te calmes, no ayudas a mis nervios —confesé.
—Soy todo oídos, mi pequeña Sherlock Holmes —se levantó Pierre entusiasmado.
—Okey, este es el plan…
***
Los alumnos de Groween nos observaban atónitos, bueno… en realidad observaban al chico que en ese momento caminaba junto a mí. Remi llevaba unas gafas oscuras para ocultar las grandes ojeras y lo irritados que estaban sus ojos por el llanto del día anterior, concretamos el plan que se llevaría a cabo el día en el que se supone que debían asesinar a Remi, cosa que estábamos evitando. Oficialmente faltaban seis días, para que nuestro psicópata acabara con la vida de la persona que en ese momento me había tomado como guardaespaldas.
Remi nos pidió que de favor estuviéramos con él en todo momento, temía descuidarse y que luego le clavaran el puñal en la espalda –literalmente–, le expliqué un poco como iba esto de los acertijos y en qué consistía. Preguntó muchas veces porque no había avisado a la policía de los recientes mensajes, pero le aseguré que con nuestro plan lo atraparíamos sí o sí. Bueno, al menos, eso era lo que esperaba.
Con respecto al encapuchado que habíamos visto el día de ayer, ese tema solo lo hablé con Pierre, habíamos acordado estar muy pendientes de cada alumno rubio de Groween u otra persona del pueblo que coincidiera con su contextura y tipo de pelo. Sospechamos bastante de Blaz, cosa que yo descarte, porque él también estaba entre las personas que el asesino tenía en la mira.
—Los veo en el almuerzo —avisó Remi para luego alejarse hacia su grupo de “amigos”.
—Okey —contestamos Pierre y yo al unísono.
Pierre esperó a que se alejara lo suficiente para decir:
—Que pesado este tipo, en serio.
—No creo que sea pesado —me miró enarcando una ceja—. Bueno si lo es, pero es entendible que este asustado.
—Yo ya hubiese comprado un boleto a Tombuctú.
—Yo también Pierre, pero aquí sigo. Jugando a la espía con un asesino en serie —me miró con pesar.
—Tranquila Tere, nosotros podemos —agarró mi mano y la apretó en señal de apoyo.
—Eso espero, eso espero —y con eso nos dirigimos hacia nuestra primera clase.
El día transcurrió de lo más normal, no sé porque seguía diciendo eso teniendo en cuenta de que mi vida había dejado de ser normal hace mucho tiempo, me volví paranoica, ansiosa, demasiado sensible y con un instinto de supervivencia que no me dejaba dormir por las noches, a la espera de que alguien se colara por mi habitación y me arrebatase la vida.
Definitivamente mi vida había dejado de ser normal hace mucho tiempo.
Cuando el timbre anunció la hora del almuerzo, Pierre y yo tomamos asiento en nuestra habitual mesa, lo que no esperábamos es que Remi nos hiciera compañía.
En cuanto se comenzó a acercar hacia nuestra mesa, los murmullos no tardaron en aparecer, junto con las miradas despectivas y las burlas hacia Pierre y mi persona. A lo mejor se pensaban que Remi vendría a lanzarnos su veneno, por lo que cuando lo observaron tomar asiento frente a nosotros, las expresiones de sorpresa fueron inmediatas.
—Interesante, nunca creí que te sentarías con la plebe —comentó Pierre y le dediqué una mirada de reproche.
—Pierre…
—¿Qué? Estoy siendo sincero —se encogió de hombros.
—No estoy para tus chistecitos Hoffman –espetó Remi.
—Ni yo para soportar tu horrenda cara, pero aquí estoy, salvándote el culo.
—Pierre, basta…
—No te lo estoy pidiendo, es tu amiguita la que me está ayudando, no tú.
—Por favor no discutan —mis palabras se las llevaba el viento pues ninguno tenía intención de callarse.
—Tu hermana era más amigable —lanzó Remi sin pudor. Volteé en automático para observar a Pierre, quien no se molestó en ocultar la ira en su rostro.
—Ni se te ocurra… ni se te ocurra mencionarla —masculló mientras sus nudillos se tornaban blancos por lo fuerte que estaba apretando los puños sobre la mesa.
—Ey, tranquilo, no le prestes atención —tomé su muñeca y lo incité a que me observara. Se calmó un poco y deshizo los puños en sus manos, pero nunca dejó de observar a Remi con desprecio.
—Bueno, ¿Han averiguado algo? —preguntó Remi desviando el indicio de una discusión.
—Por el momento no sabemos mucho, puede que la persona que se hecho a la fuga ayer, sea el asesino, como puede que no… —vacilé un poco en mis palabras ya que en realidad no teníamos nada concreto.