Teresa y el misterio de Groween [corrigiendo]

Capítulo 11 [Parte 1]

Capítulo 11 [Parte 1]: A la luz de las velas

—¿Cómo estás? —preguntó Sergio mientras caminábamos hacia la primera clase.

—Bien, eso creo —me miró enarcando una ceja, lo que me hizo reír por lo bajo.

Ya había pasado exactamente una semana desde lo de Remi, casi todo el instituto estuvo presente en el funeral, la verdad no me sentía cómoda asistiendo, teniendo en cuenta que sus padres me culpaban un poco-bastante por la muerte de su hijo. Los primeros tres días fueron demasiado duros, constantes pesadillas y sesiones de llanto interminables. El oficial a cargo del caso me recomendó ver a un psicólogo, cosa que mamá y yo estábamos analizando, ya había pasado por dos psicólogos en la ciudad en la que vivía antes y digamos que no habían sido de mucha ayuda.

El único consuelo en aquellos días había sido pasar tiempo con Pierre en el hospital. Muchas veces me era imposible quedarme viéndolo y no llorar, cosa que lo hacía enfadar y me repetía que no había sido mi culpa, que ya pronto él estaría bien y que para la próxima dejaríamos el trabajo en manos de la policía. Algo que me sorprendió bastante los días que hice guardia con Claudia para cuidar a Pierre, era que sus padres nunca aparecieron, ni siquiera una llamada o alguna señal de humo. Cuando los tuviera en frente les diría sus verdades, mi amigo merecía mejores padres.

Mi única compañía en el instituto los cuatros días en los que Pierre estuvo en el hospital, fue Sergio. Su presencia fue muy reconfortante para mí y siempre trataba de sacarme una sonrisa cuando me veía con cara de tragedia, me acompañaba hasta mi casa y nunca me abandonó en la hora del almuerzo. Creo que de alguna forma eso nos volvió muchos más cercano, aunque siempre me encontraba deprimida –aún lo estaba– intentaba no ser demasiado borde y que él tuviera toda la paciencia del mundo para esperar una respuesta mía, era algo que nunca olvidaría y que apreciaría por siempre.

—¿Eso crees? —enarcó una ceja divertido—. Deberías estar muy feliz de tener a tu fiel escolta acompañándote.

—¿A sí? Pues déjeme decirle querido escolta, que su presencia me hace muy feliz —reíamos como tontos mientras nos adentrábamos al salón de clases. Visualicé a Pierre en nuestro usual puesto y Sergio notó aquello por lo que dejó un beso en mi cabeza para luego despedirse.

—Nos vemos más tarde ¿Okey?

—Okey —le dediqué una sonrisa mientras él se iba para su salón, luego caminé hacia Pierre.

El que le dieran de alta cuatro días después resultó un gran alivio para mí, ese día nos quedamos en mi casa comiendo mucho helado y viendo un montón de películas de terror, fue una tarde maravillosa.

—¿Cómo se encuentra el chico más guapo de Groween? —canturreé mientras dejaba un sonoro beso en su frente.

—Hola pequeña Sherlock Holmes, ya veo que sigues compartiendo con mi reemplazo —hizo una mueca y lo golpeé en el hombro—. Auch.

—Que no es tu remplazo, solo estuvimos hablando mucho estos días —rodé los ojos.

—Ja ja ja, si claro —rio con sarcasmo—. Bueno, dejando de lado a mi reemplazo ¿No has recibido… ya sabes, mensajes?

Negué rotundamente, la simple mención de ello me revolvía las entrañas.

—No y la verdad no creo que los reciba, recuerda, no tengo teléfono —hice una mueca triste ante el recuerdo de la falta de mi aparato tecnológico.

>> ¿Cómo vas con la herida? ¿Aún duele mucho?

—Ya no tanto, solo me incomoda muchísimo cuando recuesto la cabeza, pero luego me quedo dormido y se me pasa —aseguró con una sonrisa.

De alguna forma era muy tranquilizante para mí que Pierre estuviese llevando toda esta situación con optimismo, lo último que quería era causarle más problemas a él, quien me había ayudado tanto.

Las clases comenzaron y como de costumbre, yo tenía la cabeza en otro lado, pensando en lo que había ocurrido y en lo que podría suceder en un futuro no muy lejano. Y así se me pasaron las clases, pensando y charlando con Pierre de vez en cuando, hasta que el timbre anunció la hora del almuerzo. Nos dirigimos hacia la cafetería, tomamos nuestra comida y caminamos hacia nuestra usual mesa.

Continuamos el almuerzo en silencio hasta que Sergio se posó frente a nosotros, sacó algo de su bolsillo, al parecer era un trozo de papel, para luego deslizarlo sobre la mesa hasta que quedase frente a mí. Miré del papel hacia él, me guiñó un ojo para luego alejarse como si nada, Pierre me observaba horrorizado.

Tomé el dichoso papel que se encontraba doblado para luego abrirlo y encontrarme con tres frases que hicieron que los latidos de mi corazón se aceleraran.

Mañana a las 18:00 P.M.

Tu y yo.

Pasaré por ti.

S.

Ewww, ¿Por qué no mejor te pidió matrimonio de una vez? —espetó mi amigo mientras miraba el papel con una mueca de asco.

—Ay no seas ridículo —rodé los ojos y me arranchó el papel de las manos.

—Oh amada Teresa, pasaré por ti el día de mañana, para perpetuar nuestro amor a la luz de las velas —declamó con burla, como si fuese un poeta.

—Eres insoportable.

—Así me quieres —me guiñó un ojo para luego ponerse de pie ya que el timbre había anunciado que debíamos volver a nuestros salones de clase.

Aunque no se lo había manifestado a Pierre, esperaba, muy en el fondo de mi corazón, que esa cita funcionara.

***

—Te ves muy guapa cariño —me alagó mamá mientras me observaba desde el marco de la puerta de mi habitación.

Le dediqué media sonrisa terminando de colocarme la chaqueta de jean, que quedaba a juego con el vestido y las sandalias.

>> ¿Cuándo dejarás de ocultar tus brazos? —la observé fijamente y mi silencio respondió a su pregunta.

—Creo que estoy lista —anuncié viéndome por última vez en el espejo.



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En el texto hay: aseinato, suspenso drama, misterio aventura

Editado: 22.01.2021

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