Capítulo 16: Soleil.
Me encontraba caminando por la acera hacia mi casa, despacio, no tenía prisa pues, mi cuerpo se encontraba allí pero mi mente no. Mi mente se había quedado en ese cementerio donde Soleil me contó la verdad, bueno… en realidad me contó su lado de la historia y sinceramente me sentía bastante conmocionada por la cantidad de información anteriormente recibida. Aun así, después de todo lo que me dijo, no podía dejar de ver a Pierre con los mismo ojos, lo entendía, al fin entendí toda esa actitud despectiva hacia Soleil y no es que lo justificara, pero si comprendía su resentimiento.
Si de algo estaba segura, es que la misma Teresa que entró a ese cementerio, no era la misma que salió y ahora se encontraba caminando por la vereda, tenía una nueva perspectiva sobre los jóvenes de Groween y no precisamente una buena. Desde ese día todo sería diferente para todos y para mí. Empezaría a hacer las cosas bien, o al menos eso esperaba.
Llegué a casa aún conmocionada, mamá se encontraba en la sala viendo televisión, se percató de mi presencia, pero seguía haciendo zapping buscando un canal en específico.
–¿Qué tal te fue? –preguntó con la vista fija en el televisor.
–Bien –contesté de manera escéptica y subí las escaleras hacia mi habitación.
Cerré la puerta detrás de mí y solté todo el aire que había estado reteniendo. Sentía que me dolía el cráneo de tanto pensar, creo que el cerebro se me había sobrecalentado y mis neuronas habían salido corriendo. Era tanta información que probablemente tardaría días en procesarla por completo, pero esa vez la utilizaría a mi favor, pensaría mejor en mis próximos movimientos y hablaría con las personas correctas.
Empezando por Pierre.
Tomé mi teléfono y marqué su número esperando que el coraje se le haya pasado y se dignara en contestarme. Afortunadamente si lo hizo.
–¿Aló? –contesto escéptico.
–¿En dónde estás? –pregunté de inmediato, evitando el saludo.
–En mi casa.
–Voy para allá.
–Teresa no quiero hablar con nadie –aseveró con irritación y aquello no me detuvo.
–No me importa, voy para allá, así tenga que romper alguna ventana pero necesito hablar contigo –lo escuché resoplar del otro lado del teléfono.
–Eres tan terca –masculló y yo sonreí victoriosa. Colgué la llamada, tomé mis cosas y salí de mi casa cual alma que lleva el diablo hacia la casa de Pierre.
Al llegar, toqué la puerta frenéticamente hasta que esta se abrió dejándome ver a Claudia usando un delantal, al parecer estaba cocinando.
–Mi niña, que bueno volver a verte –saludó ella dándome un fuerte abrazo el cual correspondí.
–Yo también me alegro –respondí deshaciendo el abrazo, ella me caía mejor que los padres de mi amigo.
>> ¿En dónde está Pierre? –pregunté de inmediato, no estaba para rodeos.
–En su habitación –respondió ella, pero me quedé un tanto desconcertada bajo el umbral de la puerta principal ya que no sabía dónde quedaba la habitación de Pierre, al parecer Claudia lo notó por que de inmediato dijo:
>> El único pasillo, la última habitación a la derecha –me indicó y asentí a manera de agradecimiento.
Subí las escaleras cual chiquilla a la que le espera una gran sorpresa y la verdad es que si me llevé una, la parte de arriba era igual de hermosa como todo en la casa, había una pequeña salita que servía como biblioteca, unos muebles rústicos y un escritorio donde reposaba una laptop, parecía el lugar perfecto para estudiar o trabajar. Como me lo indicó Claudia, me adentré en el único pasillo de la segunda planta que, como el de abajo, tenía un montón de pinturas y portarretratos de la familia sobre las paredes.
Llegué hasta el final del pasillo, pero habían dos puertas y entonces recordé que era la última habitación a la derecha, levanté el puño dispuesta a tocar pero algo me detuvo.
¿Y si no me quiere escuchar?
¿Y si se enoja?
No.
Él me iba a escuchar, él siempre lo hacía.
Toqué la puerta y se escuchó el “Pase”, un tanto dubitativa, giré la perilla e ingresé a la habitación. Pierre se encontraba recostado en su cama y en cuanto vio que se trataba de mí, se sentó. Cerré la puerta detrás de mí y me quedé de pie un rato observando la habitación. Al parecer Pierre era bastante ordenado, tenía algunos posters de bandas de rock, una que otra foto con sus padres, su hermana y Claudia.
Un pequeño escritorio reposaba en una esquina de la habitación, tenía un armario gigante y la cama ni se diga, esta la cubrían unas finas sábanas de color azul marino. Pierre palmeó el lugar vació junto a él sacándome de mi exhaustiva inspección, tomé asiento junto a él y nos quedamos en silencio por un buen rato, no sabía cómo empezar.
–Si ibas a venir para quedarte callada, no te hubieses molestado –masculló de pronto al ver que no tenía intenciones de pronunciar palabra alguna.
–Sé lo que pasó –solté de inmediato y él me observó un tanto sorprendido –, Soleil me contó todo…
–Define todo –me interrumpió mientras entrecerraba los ojos hacia mí.
–Lo que pasó entre ustedes, porque terminaron tan mal… –bufó y se agarró el cabello con frustración.
–No me digas, claro que sé lo que pasó, ¡Yo lo viví! –espetó con ironía mientras se ponía de pie, se estaba enojando y tenía que hablar lo antes posible.
–Las cosas no son como tú crees…
–¿Ah no? ¿Entonces cómo son? ¡Ilumíname!
–Primero te calmas, podrás estar muy enojado y todo, pero no me vas a faltar el respeto –zanjé con determinación, no iba a permitir que me hiciera la misma escenita de la otra vez.
Asintió un poco tenso y volvió a sentarse junto a mí, fijó la vista en el piso y el que no me quisiera ver a la cara me dolió mucho.
–Yo sé… que Soleil terminó contigo y Meyer terminó con tu hermana para luego salir ellos juntos, pero las cosas no son como crees.