Teresa y el misterio de Groween [corrigiendo]

Capítulo 19

Capítulo 19: Los verdaderos amigos son los que te ayudan a enterrar un cadáver.

Solté la empuñadura del cuchillo como si el contacto quemara, tarde noté que había cometido un gravísimo error, me dejé cegar por la ira, por el resentimiento y por el dolor.

Asesina.

Aquella palabra no dejaba de repetirse en mi mente mientras retrocedía y mantenía la vista fija en el cuerpo inerte de Sergio, no había ningún tipo de justificación para lo que acababa de hacer, él podría haber sido la peor escoria que haya pisado el planeta, pero aun así no debí haberle arrebatado la vida, eso solo demostraba una cosa:

Que era igual a él.

Si ya de por si me encontraba hecha pedazos, el saber que había asesinado a alguien fue la gota que derramo el vaso, sentí como las paredes del sótano empezaban a cerrarse a mi alrededor, llevé ambas manos a mi cuello y las bajaba hacia mi pecho con fuerza, pues el aire se negaba a llegar a mis pulmones. Abrí la boca como si fuese un pez en la superficie pero nada servía, mis oídos se taparon, mi vista se nubló y lo único que sentía eran los lentos latidos de mi corazón.

–¡Teresa! –escuché un grito lejano, pero no recordé más en cuanto mi cuerpo impactó contra el piso.

***

Me encontraba recostada en uno de los muebles de la enorme casa abandonada, al sentarme, un fuerte dolor se extendió por toda mi cabeza, estaba consciente de que había sufrido un ataque de pánico pero la única razón de que estuviese viva, era que alguien haya logrado que volviese a respirar, cuando me concentré en mi entorno fue que recordé el por qué estaba allí.

La bicicleta.

Sergio.

El plan.

El bate.

Sergio muerto.

Yo matándolo.

Mi corazón se aceleró de inmediato al recordar la cruda escena en donde no medí mis acciones, las manos comenzaron a temblarme y mis ojos no tardaron en llenarse de aquellas lágrimas cargadas de culpa.

¿Y si nada fue real?

¿Y si todo fue una maldita pesadilla?

Me levanté del mueble ya que no había ningún rastro de Pierre y entonces comencé a inspeccionar la planta baja de la casa, recorrí aquel largo pasillo y sentí todo como si todo fuese un déjà vu, los recuerdos de aquella noche en la que Pierre y yo nos colamos en aquella casa y lo asustados que estábamos, no era nada comparado a lo que estaba viviendo en esos instantes.

Inspeccioné hasta el último rincón y nada, no había ningún rastro de mi amigo. Crucé la puerta principal de la casa y tampoco estaba allí, hasta ya había oscurecido y me estaba empezando a poner demasiado nerviosa.

–¡Pierre! ¡Pierre! –grité, el auto aún seguí allí por lo que no debía estar muy lejos.

–¡Estoy acá atrás! –lo escuché y sentí como me volvía el alma al cuerpo.

Rodeé la casa y efectivamente lo encontré detrás de esta, lo que no esperaba era observar lo que estaba haciendo. Se encontraba dentro de un gran agujero mientras enterraba la pala una y otra vez para seguir sacando la tierra, retrocedí en cuanto noté la enorme bolsa donde supe que se encontraba el cadáver de Sergio.

No pude contener las arcadas y empecé a vomitar sobre el pasto, pues la bolsa estaba rodeada de un gran charco de sangre y eso no era lo único que me causaba asco, sentí asco de mi misma, porque al final de cuentas no era muy diferente a él, me dejé llevar por el dolor y la ira, los mismos sentimientos que llevaron a Sergio a cometer tales atrocidades y los mismos que me llevaron a mí a cometer la peor de todas.

Luego de vaciar completamente mi estómago, decidí encarar a Pierre porque no me gustó para nada lo que estaba haciendo.

¿Lo íbamos a enterrar y ya?

¿Todo resuelto?

No, al menos creo que me quedaba un poco de pudor y estaba segura de que mis errores me atormentarían hasta que no afrontara la consecuencia de ellos.

–¿Qué-qué crees que ha-haces? –le hablé tratando de encontrar mi voz en medio del llanto, creo que era lo único que había hecho todo el día, llorar y llorar.

–Jugando pelota –contestó irónico y eso solo me puso peor –¿Qué crees que estoy haciendo? Solo intento arreglar todo este desastre.

–No tienes que hacerlo, llamaré a la policía y…

Uhm uhm –negó mientras daba un pequeño saltito para salir del agujero –, escúchame bien claro pequeña Sherlock Holmes –hace tiempo que no me llamaba así –, puede que en este momento te sientas culpable, sí, pero acabas de eliminar a una de las peores basuras del mundo, acabas de hacerle un favor a la humanidad, él le hizo daño a muchos… especialmente a ti –se acercó y tomó mi rostro entre sus manos, no lo aparté –, dejemos que todo el pasado se entierre junto a él, empieza de nuevo.

De alguna forma sus palabras me conmovieron en demasía, tenía a razón y quería, no, debía creer en sus palabras porque esas serían las que no me dejarían caer en aquel profundo abismo de culpa y remordimiento.

>> Ahora juntos, enterremos ese pasado, acabemos con el juego que él empezó –asentí y entonces me incitó a que caminara detrás de él.

Se colocó del lado de la cabeza se Sergio y me indicó que me ubicara frente a sus pies.

–Lo vas a tomar de ambos pies y la cuenta de tres lo levantamos juntos para meterlo al hueco –asentí haciendo lo que me pidió, no era tan traumático ya que se encontraba cubierto por la funda y no tenía contacto directo con su piel. En esos instantes ni siquiera me esforzaba en hablar porque aunque el muerto estuviese frente a mí, la muerta en vida era yo –, uno… dos… tres.

Levantamos el cuerpo a la vez y de inmediato lo dejamos caer dentro del agujero.

–Tapemos esto y vámonos de aquí –cada uno tomó una pala y empezamos a rellenar aquel espacio con la misma tierra que había sacado Pierre, cuando acabamos, él me llevó en su auto hasta mi casa.



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En el texto hay: aseinato, suspenso drama, misterio aventura

Editado: 22.01.2021

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