Teresa y el misterio de Groween [corrigiendo]

Capítulo 20 [Final]

Capítulo 20: Lobo vestido de oveja.

*Pierre*

Siento como los rayos del sol me apuntan directamente al rostro, lo que me obliga a abrir los ojos de una buena vez. Despierto por completo y no puedo evitar esbozar una gran sonrisa.

Lo de ayer no pudo haber salido mejor.

Ni siquiera tuve que deshacerme de Sergio ya que lo hizo ella misma. Ahora tengo todo el camino libre para que Teresa sea completamente mía, solo es cuestión de tiempo para que se enamore de mí y estemos juntos por siempre.

Soy consciente en que aún debo arreglar algunas cosas con ella, ya que la cagué cuando estuve a punto de insultarla después de haberla encontrado con ese tipo en la cama. Fue mi error el haber reaccionado de esa manera, tenía que controlar mis celos y mi enfado, pero ahora ya nada de eso me preocupaba.

Al fin era mía.

Lo mejor que se me pudo ocurrir para hundir a ese hijo de puta y dejarlo como un maldito asesino frente a Teresa, fue dejar la bicicleta de mi hermana en la entrada de su casa sin que nadie se diera cuenta, la misma con la que Teresa se ensañó sin saber que el hombre que vimos aquella noche en mi guarida, era mi padre. Le gustaba andar en bicicleta, por lo que acogió la de mi hermana como suya y esa noche fue a recoger un poco de madera para la chimenea de nuestra casa.

Si bien no todo había salido como lo tenía planeado, pero estaba contento con el resultado. Maté a Meyer, a Margot, Remi, Agnes y la idiota de Soleil, Teresa se hizo cargo del inútil de Sergio, aunque faltaron los imbéciles de Blaz, Irene y Caliópe. Se salvaron ya que metí la pata al asesinar a Soleil en mi guarida, olvidé aquel pequeño gran detalle, que la policía inspeccionaría el lugar, afortunadamente soy muy minucioso y ni con la mejor tecnología encontrarían algún rastro de mí.

Lo de enviarle los acertijos a Teresa fue de última hora, ya que, al convertirse en prácticamente mi mejor amiga, me emocionó la idea de que ambos jugáramos a los detectives, cosa de la que me arrepentí tiempo después al enamorarme profundamente de ella y odiaba verla sufrir, sabiendo que aquel sufrimiento era causado por mí.

Doy un salto fuera de la cama y es que la dicha es tanta, que sonrío como estúpido a cada nada, mi día no pudo haber comenzado mejor. Fijo mi vista en el reloj de mi habitación, apenas son las nueve de la mañana, tomo una ducha y opto por ropa cómoda, bajo a degustar del delicioso desayuno que mi nana me ha preparado. Estoy tan feliz que hasta me supo más delicioso que de costumbre.

Regreso a mi habitación para terminar algunas tareas escuchando algo de música, de pronto siento mi móvil vibrar anunciando un nuevo mensaje, la angustia se apodera de mi cuerpo en cuanto leo el mensaje y peor aún, el remitente.

Lo siento, pero no puede avanzar.

¿Cómo que no puede avanzar? Ese mensaje tiene pinta de nota suicida por lo que no pierdo tiempo y me levanto para calzarme los zapatos, mientras lo hago, marco su número. Timbra, pero no contesta. Vuelvo a intentarlo unas tres veces más y nada, bajo corriendo las escaleras y sigo presionando el botón de llamar. No me contesta y entonces recuerdo que a su madre le tocaba turno nocturno en el hospital, por lo que ha de llegar a eso del mediodía y eso me pone peor.

Saco mi auto del garaje mientras sigo insistiendo con las llamadas, me rindo porque no creo que me conteste, conduzco como si estuviese en una película de acción y solo espero que no sea demasiado tarde. No puede morir, tenemos toda una vida por delante, muchas cosas que vivir juntos, va a tener que superar lo de Sergio sí o sí, porque esto podría afectar nuestro futuro como pareja.

Derrapo sobre el asfalto cuando me estaciono frente a su casa. Salgo del auto cual alma que lleva el diablo, saco la copia de las llaves que adquirí sin su permiso y con manos temblorosas abro la puerta principal, ingreso y no dudo en subir hasta su habitación.

La escena que tengo en frente es desgarradora.

Ella, tendida en su cama, ese cabello negro cual ébano cubriéndole gran parte del rostro y con una mano sosteniendo el frasco de píldoras, las que sobraron se encuentran esparcidas por el colchón, de seguro cayeron en cuanto quedó inconsciente.

Me acerco lentamente, con el corazón latiéndome a mil.

—Teresa —pronuncio en un susurro, esperando que no haya tomado tantas pastillas y que solo haya perdido la conciencia.

Ya viéndola de cerca, su piel está más pálida de lo normal, me dejo de estupideces y rápidamente tomo su rostro entre en mis manos, golpeo con suavidad sus mejillas en un intento vago de que reaccione y para mi sorpresa abre los ojos de golpe.

Lo que no me espero es que, en un ágil movimiento, cubre mi boca y parte de mi nariz con un paño que se encuentra un tanto húmedo. Abro los ojos por la sorpresa y retrocedo por inercia, ella se levanta junto a mí y ejerce mucha más presión con su mano.

—¿Pero qué mierda? —mi voz suena ahogada por el paño. Empiezo a forcejear, pero de repente siento el cuerpo pesado y mis párpados queriendo cerrarse a la fuerza.

Mi mente no asimila a la persona que tengo en frente, en su rostro se dibuja una sonrisa torcida y con el brazo libre atrapa mi cintura evitando que caiga, hasta para eso es lo suficientemente fuerte.

Me está drogando.

La maldita me está drogando.

Siento que mis ojos ya no pueden más y estoy a punto de desplomarme en el piso.

Shhh —escucho un susurro lejano y lo último que recuerdo es como me tiende con suavidad sobre el piso.

***

Despierto casi ahogándome por el balde de agua fría que cae sobre mí, quiero moverme, pero no puedo. Me encuentro atado de pies y manos a una silla metálica, tardo en enfocar el lugar donde me encuentro, reparo en el pequeño bombillo que cuelga sobre mi cabeza, apenas brinda luz al lugar. Es una habitación muy pequeña y oscura, las paredes al parecer solían tener un color beige, pero ahora se encuentran cubiertas de moho hasta la mitad.



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En el texto hay: aseinato, suspenso drama, misterio aventura

Editado: 22.01.2021

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