Teriquito

El Pozo de la justicia

 El pozo de la justicia

por Danny Camacho

 

— ¡AAAHH! 

Escuché esa voz que se me hacía tan familiar seguido de un  estruendoso ruido metálico, luego un golpe seco y  finalmente un splash

Seguí el sonido con calma, apoyé la cara y las manos  suavemente del cristal de la puerta para ver qué era todo  ese alboroto. Escuché chapoteos. Aplastando mi nariz  contra el cristal giré mi cabeza levemente hacia la  izquierda, entonces lo vi. 

Alguien estaba dentro de la piscina, aunque ya tenía mis  sospechas, la fuerte agitación que tenía esta persona no me  dejaba confirmar su identidad. Para colmo mi aliento había  empañado el cristal lo que dificultaba aún más mi visión.  

 — ¡AUXILI…! ¡AHG! — escuché mientras limpiaba  el cristal con mi camiseta, se parecía mucho a la voz de  Jhon. 

 — ¡AYUDENME! —Siguió gritando el sujeto. Para  atender a su llamada de socorro arrastré la puerta de cristal  y salí. 

Fruncí el ceño y entrecerré los ojos al acercarme, el agua  estaba salpicandome muy cerca. Me puse en cuquillas y lo  vi a los ojos. Si era Jhon. 

Ya habrá pasado un minuto desde que cayó a la piscina,  mire su cara y me fijé en que está haciendo movimientos  violentos con su boca. La falta de oxígeno y el aumento de  Co2 en su sistema lo están obligando a respirar… pero está  aspirando agua. Pobre Jhon. 

Me divorcié de mi mujer hace diez años. Nada grave, solo  la encontré desnuda en la cama con Jhon luego de regresar 

dos días antes de lo planeado de un viaje que hice para  visitar a mi madre enferma. 

Mi matrimonio no iba muy bien que digamos, bueno, sí que gané la demanda por adulterio, no hubo repartición de  bienes y obtuve la custodia total de Rita, así que digamos  que me hizo un favor. 

Fue dos años después, en el funeral de mi madre. Luego de  estar durante tres horas recibiendo pésames y abrazando  gente que ni conocía, me atacó una jaqueca horrible y  decidí ir a buscar a Rita para irnos a comer algo, tardé unos  cinco minutos buscándola, luego la vi. 

Duré unos segundos paralizado, no podía creer lo que mis  ojos estaban viendo. 

Sentí como la sangre se me calentaba y las lágrimas salían  de mis ojos al ver como se evaporaba la inocencia de mi  bebé.  

Me quedé inmóvil hasta que el sonido de mis llaves  cayendo al suelo les alertó de mi presencia. 

Maldito Jhon. 

Ella era solo una pequeña, no entendía qué pasaba ni  porque golpeaba a su “tío”. 

De repente el pasillo se llenó de personas que me  neutralizaron a la fuerza, luego alegaron que yo estaba aún  muy perturbado por “el incidente con mi esposa” y el plus de que mi madre acababa de fallecer. Todo eso  supuestamente me hizo crear cosas dentro de mi cabeza  para darle sentido a todo el rencor que le guardaba a Jhon. 

Así fue como quedé siendo un loco violento y frenético  frente a mi familia, que defendieron al degenerado. 

Suerte que Rita era muy pequeña y no recuerda nada.  Nunca le conté sobre lo que sucedió en el funeral. Temía  que le hubiera causado un trauma que sería difícil de tratar en el futuro. Pero mi miedo real es que mi familia terminaría  contándole su versión de los hechos y quizás ella  terminaría en mi contra. Así que mejor me lo tragué, junto  con todas mis frustraciones, mi impotencia y mi rabia. 

Tensión muscular, jaquecas constantes, dolores  estomacales, insomnio, son algunos de los síntomas que me  provocó el estrés de tener que lidiar con Jhon y verlo hablar  y tocar a Rita en las reuniones familiares. Tampoco fue  agradable tener que soportar a mis propios familiares  hablando a mis espaldas sobre lo neurótico que me había  vuelto y de cómo no puedo dejar las cosas ir. Más de una  vez llegó a mis oídos el chisme de que ya yo no era apto  para cuidar de Rita por lo peligroso que podría llegar a ser. 

Pero, ¿Cuál es el deber de un padre? ¿Acaso no es proteger  a sus hijos? ¿Alguien hubiera actuado distinto? ¿Estaba  siendo un mal hombre? ¿Acaso me odia Dios? 

Eran preguntas que me hacía constantemente y me hacían  odiar de repente a todos los que me rodeaban. 

Ahora tenía que aguantar mi primo pedófilo hablar con mi  hija. Y encima de todo eso debo ocultar mi ira pues mis  familiares afirman que todo lo que pueda yo decir o hacer es producto de mi psicosis y corro el riesgo de que me  quite la custodia de mi hija. No suena tan mal. 

Un par de años después, Jhon solía visitar a Rita a la casa  con cualquier excusa bajo la manga. Lo tuve que amenazar con matarlo si lo volvía a ver dentro de mi casa. Le dije sin titubear que ya me importaba una mierda si me quitaban a Rita y me llevan preso. Con tal de que dejara de respirar, todo iba a estar bien.  

Yo solo quería asustarlo, en el fondo sabía que no me  atrevería a ponerle un dedo encima a esa bestia, y creo que  en el fondo él también lo sabía. De igual forma se alejó de  Rita, o al menos eso creía yo. 

Jhon y todas las desgracias que fue arrastrando hacia mí a  través de estos largos y dolorosos años, hostigándome… Se  resumen en una corta oración. 

Jhon no sabe nadar. 

Dios no pudo desampararme aunque lo intentó, volvió a  apostar a mí. Movió sus divinas influencias para que el  destino conspirara y de todas las cosas que me pudo hacer,  eligió por hacerme instrumento de la venganza divina, el  consumo total y perpetuo de mi ira. 

Se veía desesperado ahí dentro. 

Jhon al haber aspirado toda esa agua, su cuerpo se está  tragando el líquido para evitar que éste pase a las vías  respiratorias… La irritación en el atrio laríngeo está  provocando la expulsión del líquido y lo hace toser. 

Me percaté de que había una abolladura en el asador, subí  la mirada hasta el segundo piso, vi la ventana abierta y una  teja rota. 



#6320 en Thriller
#15218 en Otros
#4352 en Relatos cortos

En el texto hay: muerte, sobrenatural, metaforas

Editado: 30.01.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.