Termina con él

0 2 : El malo

Al día siguiente, Ellie volvió a su apartamento con los nervios aún temblorosos.

Apenas podía razonar después de lo sucedido: había escuchado la voz de Ethan. Era un suceso que no era capaz de racionalizarlo.

Cuando entró, se sentía su presencia, un eco que no se acallaba.

¿Se lo había soñado?

Debía ser una alucinación, un residuo de su propio dolor. Después de todo, pronto sería el aniversario de su muerte, un recuerdo que iba incrementándose con los días más cerca.

Todo el día apenas pudo concentrarse en su trabajo. Como asistente virtual, tuvo la urgencia de usar las instalaciones del café en lugar de su propia oficina.

Le aterraba regresar a casa: por un lado, la idea de que un fantasma le volviera a hablar; por otro lado, le aterraba no volver a comunicarse con él.

Dentro de esa contradicción, llegó la noche. Se fue a dormir y quiso no volver a pensar en ello.

Quiso dormir. Y, cuando ya iba entrando en el mundo onírico, el sonido resonó en el silencio.

La primera reacción de Ellie fue ignorarlo, dejar que se apagara. Sus pies, sin embargo, corrieron despavoridos hacia la salita. Su mano temblorosa terminó descolgando el teléfono.

—Ellie, qué bueno que contestaste. Pensé que estarías aterrada de todo esto—su tono preocupado hizo que dudara.

—¿De verdad eres tú? —susurró, con un hilo de voz que apenas salía de sus labios. Las palabras se le atascaban en la garganta, y un escalofrío la recorrió entera, como si al admitirlo diera pie a una verdad que temía aceptar.

—Sí, Ellie. Soy yo —contestó la voz, grave y pausada—. Me ha sido dada la gracia de Dios para regresar… para cuidarte.Y eso es lo que más quiero

El tono de Ethan era demasiado real, y por un instante no pudo evitar imaginarlo, de pie en algún rincón de su casa, abrazándola. Tragó saliva, sintiéndose atrapada entre la incredulidad y el miedo.

—¿Por qué? ¿Por qué ahora? —su voz era apenas un murmullo—. ¿Por qué vuelves?

—Porque estás en peligro, Ellie. Tu novio, ese hombre… no es quien dice ser. Tiene un oscuro pasado, algo que no ha dejado atrás. Es un monstruo… un violador y un asesino.

Las palabras golpearon a Ellie como una tormenta helada. La incredulidad se mezcló con el pánico, y se cubrió la boca con una mano, sus piernas tambaleándose. Apenas podía respirar, el aire en la habitación se volvió denso y opresivo.

—No puede ser… —balbuceó, negando con la cabeza—. Dylan es… él me ha ayudado a sobrellevar tu pérdida… me ha dado esperanza…

La voz de Ethan interrumpió sus pensamientos.

—¡Escapa de él, Ellie! No tienes idea del peligro en el que estás. Es astuto, manipulador… busca destruirte, como hizo con otras mujeres antes. ¿Acaso no has notado sus silencios? ¿La forma en que esquiva tus preguntas? Ese hombre está ocultándote cosas… cosas que te harían dudar de todo lo que te ha mostrado hasta ahora.

En el fondo de su corazón, quería pensar que todo era producto de su imaginación, que Ethan no estaba realmente ahí, que le hacía dudar de quién realmente era Dylan. Era la luz de su vida, pronto se casarían. Y hasta hace unos días, tanteaba ese futuro con expectativas positivas.

Pero la duda se aferró a su mente.

¿Y si no era cierto?

—¿Cómo sé que es verdad? —murmuró, incapaz de pensar con claridad, su voz entrecortada.

—Busca pruebas, Ellie —respondió Ethan con un tono decidido—. Su vida está llena de secretos y mentiras. Yo te protejo desde este lado y estoy preocupado por ti. Aléjate de él antes de que sea tarde.

La línea se cortó, dejando a Ellie sola en su oscura habitación, la respiración agitada y la mente hecha un caos.

Ellie se dejó caer en la cama, abrazando sus rodillas. Quería reír, pero también llorar. Quería olvidar pero también recordar. Quería evitarlo pero también tomar ese teléfono y llamarlo.

Decirle que lo había extrañado.

“¿Estas bien? ¿El cielo es tan bonito como lo pintan?”

“¿Por qué está aquí?”

La advertencia de Ethan resonaba en su cabeza como un mantra, una orden imposible de obviar.

De alguna forma, debía descubrir si aquellas terribles acusaciones eran ciertas. Si no lo eran, entonces, esto sería un milagro: despedirse de él. Si era verdad...

Antes de que el cansancio terminara por doblegarla, Ellie musitó al vacío:

—¿Estoy loca por hacerle caso a un muerto?




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