Sirenas tintineaban por doquier, aquel edificio parecía estar oculto entre una espesa nube oscura.
—¡Rápido! Necesito respaldo en los últimos pisos —se escuchó desde un aparato de telecomunicaciones de bomberos.
Una cuadrilla se adentró al lugar, guiados por una nueva líder en cuestiones de emergencias. Luego de un esfuerzo por hacer funcionar el teletransportador, el cual estaba hecho chatarra, decidieron entrar a través de las ventanas exteriores; aquel procedimiento fue totalmente organizado y profesional, tal como lo requería la situación.
Varios individuos usaron jets pack muy ligeros, la razón, elevarse por las afueras hasta llegar al nivel del desastre. La bombera cabecilla fue la primera en llegar a la ventana.
—Señor, ya llegué —comunicó—. Parece haber una densa capa de gas, posiblemente humo, que impide la visibilidad hacia el interior.
—Intente abrir —respondió su dirigente—. Mantenga las precauciones, recuerde que es un laboratorio.
—¡Copiado!
De inmediato, la chica sacó un láser de su uniforme y apuntando hacia el grueso vidrio, realizó un círculo casi perfecto. Un fuerte golpe permitió que aquel cristal cediera, dejando salir la oscura neblina que estaba albergada dentro.
En ese momento la acompañaron dos efectivos más del Cuerpo de Bombero.
—Ventana abierta —informó la joven.
—Proceda con cautela —fue la frase que recibió como respuesta.
Una ágil maniobra le permitió ingresar, seguida por sus compañeros. Los tres comenzaron a requisar el sitio, lentamente. El lugar parecía ser devastado por un terremoto de gran magnitud; en el techo se podía ver una nube oscura. Cada paso que daban era seguido por el sonido de algún vidrio roto o instrumentos de metal dejados a su suerte.
—Oficial Méndez, veo un cuerpo —señaló uno de los hombres.
—Adelante López, encárgate de él. Creo que vi una luz en esta dirección —comentó la mujer acercándose a la zona más oscura del recinto.
El bombero llegó al área donde se encontraba el herido, éste estaba boca arriba; sangre emergía de sus labios, al igual que de su frente, producto de un corte.
—Aquí el Oficial López —realizó el informe respectivo—, se trata de un hombre inconsciente, de aproximadamente 50 años de edad, complexión fornida, ritmo cardiaco estable, posible fractura en la extremidad superior derecha, posible daño en la columna y cuello, no hay herida abierta; necesita traslado inmediato a un centro asistencial.
—Copiado. Ya se encuentra una comisión de rescate subiendo por las escaleras de emergencia —argumentó el Comandante desde el estacionamiento del Campus.
Mientras aquello ocurría, la Oficial Méndez se acercaba al —corazón del desastre— junto a su compañero, teniendo la cautela como prioridad. Algunos estantes que obstruían el paso fueron removidos, creando un estruendoso ruido al caer sobre el resto de artículos de ciencia.
La piel del bombero se erizó, producto de su inexperiencia en esas situaciones; ésta era su gran prueba de fuego desde el momento que se enlisto; vio el cuerpo de un chico bajo una pila de escombros.
—Oficial... Méndez... —pronunció con algo de titubeo— Veo algo debajo de aquella columna.
—Ya lo observé. Me acercaré lentamente, ten cuidado acá, está todo muy inestable —contestó la mujer.
El novato decidió quedarse un poco atrás, aquella escena le revolvía las vísceras, pero un objeto extraño lo dejó completamente perplejo cuando intentó mirar hacia el fondo del lugar.
La joven logró llegar casi en cuclillas; consiguió divisar a un adolescente que yacía bajo los restos de metal y cemento. Tomó su comunicador y cuando iba a proceder a informar escuchó un grito...
—¡Cuidado!
La bombera giró en dirección al novato, éste señalaba en cierta dirección. Hacia allá viró.
—¡¿Pero qué es est...?! —vociferó sorprendida.
Una esfera oscura de aproximadamente tres metros de altura se encontraba a pocos metros, parecía latir al igual que un corazón cualquiera. Se encontraba flotando sobre un gran hoyo en el suelo.
—He encontrado un cuerpo, cerca de un objeto de extraña proporción y constitución. Nunca había visto nada igual —informó rápidamente.
—¿Podrías describirlo? —respondieron desde la base de operaciones.
—Es una esfera enorme, de color oscuro aunque varía mucho, parece flotar, tiene la altura de dos personas promedio. Me parece que fue la razón de todo el evento.
—Tenga cautela. La cuadrilla debe estar por llegar.
Aquellas palabras no se habían terminado de pronunciar cuando los otros elementos del Cuerpo de Bomberos de Mérida irrumpían en el lugar, alrededor de diez efectivos.
La oficial Méndez no le quitaba la vista a la irregularidad que estaba cerca de ella, mientras aprovechaba de revisar los signos vitales del joven. La humanidad de éste último estaba quemada en una gran totalidad, sin contar varias extremidades fracturadas.
—Por acá es —se escuchó al novato dirigiendo a los recién llegados a la escena.
—¿Oficial Méndez? —preguntó un efectivo- Soy el Oficial Jaimes de la Brigada Especial, ¿Qué tenemos acá? Mis muchachos ya se están encargando del otro individuo herido y de realizar una limpieza general del lugar.
—Tenemos un joven, probablemente no mayor a 18 años, quemaduras por gran parte de la piel, ambas extremidades inferiores fracturadas, extremidad superior derecha con fractura expuesta, gran pérdida de sangre, signos vitales casi nulos; necesita atención urgente.
En este punto, la cuadrilla ya había retirado parte del humo, haciendo que el lugar pudiera ser visto con mayor facilidad y claridad.
El oficial Jaimes delegó a un par de sus hombres para que extrajeran rápidamente al malogrado muchacho pero con todas las precauciones pertinentes.
—Tenemos otra situación —añadió la mujer.
—Coménteme, Oficial.
—Observe aquella extraña esfera, posiblemente sea el origen del desastre. Sea lo que sea hay que apagarlo, desconectarlo o destruirlo de inmediato. No tengo un buen presentimiento con ello.