TERRANOVA
PROLOGO
Era un bonito día en el poblado de Terranova, no hacia un frio de los que te congelas, ni tampoco llovía. Solo un suave viento y cielo nublado. Algo hermoso considerando que usualmente llovía a cantaros.
Terranova era un pequeño poblado a cuatro horas de San Lorenzo. No había muchos lugares que visitar, por lo que no era un lugar turístico. Solo se iba a disfrutar de la naturaleza, observar los majestuosos pinos que rodeaban el lugar y a los pocos animales que se llegaban a visualizar a los alrededores. La mayoría de las personas se iban a la ciudad San Lorenzo, a estudiar y trabajar. Era una ciudad bastante grande.
Isabel era una de ellas, había estudiado artes en la ciudad de San Lorenzo y actualmente trabajaba ahí. Pero como sus padres vivían en Terranova, algunos fines de semana iba a visitarlos. Aunque de “algunos” paso a “todos” los fines de semanas. No porque extrañara mucho a sus padres, que si lo hacía, pero tuvo una mayor razón cuando visito un café que estaba cerca de su casa. Cada vez que podía ir lo hacía, ya que le gustaba la comida de ahí, pero esa vez había algo diferente. Había una nueva mesera. Nunca la había mirado en Terranova. Ya que al ser un lugar pequeño, la mayoría de las personas se conocían.
Isabel quedo encantada con esa muchacha. De acuerdo a Isabel, era la más hermosa que había mirado. Era un poco más alta que ella, cabello castaño ondulado, tez morena y ojos cafés claros. La chica se moría de ganas de conversar con ella pero nunca se había atrevido hablarle más allá de ordenar su comida y café. La había buscado en Facebook pero solo con el nombre que traía su uniforme no había podido encontrarla. Prácticamente lo único que sabía era su nombre y que trabajaba en el café “Terranova”. Si, los dueños no eran muy creativos.
Ese era el cuarto fin de semana que iba seguido pero que tampoco se había atrevido hablarle. Ese día se prometió que al día siguiente, domingo, lo haría.
Ese domingo, Isabel se levantó temprano y se cambió para ir al café iba decidida a hablarle. Bueno, tenía así desde el segundo fin de semana.
-¿A dónde vas?-Le pregunto su madre que se encontraba en la sala viendo una serie.
-Al café.-respondió.
-¿Cuándo vas a invitar a la muchacha del café a salir?-Pregunto su madre sorprendiendo a Isabel.
-¿Cómo?-Fue lo único que pudo decir.
-Pues siempre vienes dos veces al mes y este es el cuarto. Y todas las mañanas vas a ese café y lo único nuevo de ahí es esa muchacha.-Le contesto como si fuera muy obvio.
-Creí que no sabías…pero bueno, siempre te das cuenta de todo.-La muchacha se sentó a un lado de su madre, a lo mejor, ella podía ayudarla.-Y… ¿Qué sabes de ella?-Pregunto esperanzada.
-Unas cosas.-dijo misteriosa.
-¿Cómo cuáles?-siguió insistiendo.
-Eso deberías de preguntarle tú. No seas tímida Isabel. Anda ve y deja a tu madre ver su serie. Que estoy en el último capítulo.-Su mamá la empujo del sillón para que se fuera.
-Por lo menos podrías decirme si le gustan las mujeres.-Isabel intento de nuevo. Su mamá se rio y siguió viendo su serie. Isabel se resignó y se dirigió a la salida pero antes de salir alcanzo a escuchar: “Solo sé que hace unos meses termino con su novia”. Isabel le grito un “Gracias, eres la mejor madre” y se fue con una sonrisa.
Una vez llego al café se sentó en su lugar favorito y espero pacientemente a que Aleshka se desocupara, ya que se encontraba atendiendo otra mesa. Espero unos minutos hasta que miro como se acercaba con una sonrisa hacia ella.
-Buenos días. ¿Qué es lo que va a ordenar?-Pregunto amablemente.
-Buenos días. Un café latte y un baguette por favor.
-Claro, en un momento se lo traigo.-La muchacha se retiró e Isabel se maldijo mentalmente. “Cuando regrese le pediré su número” se dijo así misma.
Isabel se quedó hablando con sus amigos por mensajes y de reojo observaba a Aleshka atendiendo a unas mesas cerca de ahí.
A los minutos se acercó un muchacho entregándole la orden a Isabel para su mala suerte. Suspiro resignada. Tal vez, ese día no era el indicado. Se comió lentamente su comida para hacer tiempo, aparte no tenía nada que hacer, todavía faltaban cinco horas para emprender camino a San Lorenzo, ya que al día siguiente tenía que trabajar.
Una vez termino se acercó a pagar y salió del lugar resignada, esperaba que el fin de semana siguiente las cosas fueran diferentes. Iba saliendo del lugar cuando sintió como alguien le tocaba el hombro, se giró y para su sorpresa Aleshka estaba enfrente de ella.