Tertulia

Lord Tarmad y las armas de Atelis 1

Lord Tarmad y las armas de Atelis

 

Tarmad era un prisionero de unos treinta y tantos años solaris, ermitaño con aspecto cansado, con barba desde las mejillas hasta el mentón, bigote frondoso, encarcelado en una nave penitenciaria en la atmósfera de un planeta llamado Ónix, en aquel planeta se vive una represión a causa del régimen que gobernaba a los onixences, Tarmad se hace amigo de un prisionero enfrente de su celda, Jack Jax Jou era un onixences que fue capturado por el gobierno actual, por robar fruta y pan para comer. 

 

Jack planea escapar cuando sea la hora del almuerzo, puesto que esto lo hacían todos al mismo tiempo, cientos de prisioneros, Jack y Tarmad logran escabullirse hasta encontrar unas pequeñas embarcaciones individuales que sirven para recolectar basura en el espacio, que los liberara de prisión, aunque los celadores los seguirán hasta el planeta Onyx donde se encuentra el régimen a quien obedecen, las órdenes de Maquiavelo el líder supremo de Ónix que en su mandato solo llevo a la decadencia las ciudades y la gente.

En un pequeño barrio, Jack y Tarmad duermen en favelas una pequeña habitación perteneciente a Jack, antes de dormir le da la mitad de dinero a Tarmad que estuvo guardado por mucho tiempo solaris, para que pueda hacer una nueva vida en La Capital la ciudad donde está el palacio de Maquiavelo.

A la mañana siguiente Jack no encuentra la mitad de dinero que le correspondía, y Tarmad ya no se encontraba en la habitación, se había despertado temprano y se llevó toda la guita de ambos.

Mientras, hacia el sur de la Capital Tarmad se encontraba en un bar en medio de un desierto gastando el dinero, luego cesó sus gastos y siguió su camino, pues planeaba buscar suministros para la nave y huir del planeta pero la ubicación de los pueblos eran muy irregulares entre ciudad y pueblo encontrabas desiertos, y entre pueblo y pueblo era similar a recorrer en busca del horizonte, a su alrededor solo encontraba arena y de pronto el viento mezclado con la arena descubrió algo en medio del desierto, un oasis.

 

Jack estaba furioso, confío en Tarmad y le pago robándole, la puerta sonaba y luces intermitentes se asomaban en las rendijas que dejaban al descubierto la morada de Jack, este salió como deseando ser parte del viento, corría a toda prisa pensando qué hacer ante la situación, golpearon la puerta una vez más, y gritaron;

 —! ¡Es la ley, abra de inmediato! —

 

De pronto se le vino a la mente, bajo la alfombra tenía una puerta que lo llevaría a un canal bajo las favelas por allí podría escapar, al entrar forzando la puerta de pronto todos los policías se enmudecieron no había ni un alma en la habitación, y se retiraron de inmediato.

 

Tarmad en un oasis bebía agua de una bota, disfrutaba de una plenitud y paz hasta que un pitido en las pantallas de información de la pequeña nave, llama su atención, las pantallas indican un  metal bajo las arenas que pisaba Tarmad, de pronto dedujo que las naves no solo eran de carga si no recicladoras que detectaban metales que pudieran extraer para beneficio, Tarmad empezó a escarbar la arena con la nave hasta que un brazo mecánico se quedó atascado y encendió los motores espaciales para liberarlo, lo que causó que el lugar se llenara de arena esparcida por todo el oasis, salió de la nave para no escuchar tan fuerte el ruido de alarma que hacia la pantalla de información, la arena esparcida descubrió una especie de sendero debajo de la arena que Tarmad estaba dispuesto a seguir.

 

El agujero en el suelo cada vez más grande y profundo con una inclinación sustentable para el cuerpo de Tarmad, como si de escaleras se tratase, escaleras hechas por piedras y erosión del suelo, luego el recorrido se convertía en un sendero estrecho amurallado con pilares de rocas metálicas, Tarmad siguió el sendero que aún estaba con mucha pendiente, luego parece ser el final del recorrido, llegando a lo que parece ser el altar religioso de algún dios antiguo pero no, Tarmad descarto su primer hipótesis, y observo a su alrededor, encontraba el lugar demasiado estéril, rocas oscuras verdosas y oxidadas como si de una cueva gigante hecha totalmente de metal pisaran sus pies, apreciaba con su linterna de gran alcance que las paredes y el suelo también estaban cubiertas por este material extraño, en el suelo en el centro de toda la cueva entre la oscuridad que se extinguía gracias a su linterna, podía revelar entre la neblina de polvo y la arena del suelo un diminuto objeto que brillaba al pie de una roca, se acercó, lo tomo y era un pequeño anillo de color dorado con un escrito extraño en relieve inentendible para Tarmad, era ligero como una pluma, pero era grueso y justo para la medida de su dedo, que no dudo en probárselo, luego se preparaba a dar un paso para salir de allí, pero la roca que se encontraba justo donde encontró el anillo, se empezó a desmoronar de inmediato cuando Tarmad le dio la espalda, se regresó para apuntar con su luminaria, para ver que ocurría y de pronto observo como la roca se convertía en arena y de ella se desvelaba una especie de espada oxidada, de color verde de aspecto mohoso. 




 

Tarmad levantó del suelo la espada oxidada con su mano derecha que también portaba el anillo, la espada después de ser levantada brillaba tan fuerte que cegó por un momento a Tarmad, ahora la espada no estaba oxidada y con aspecto de deterioro si no que ahora completamente restaurada como si recién saliera del taller de un herrero, destellos procedentes de la espada rodean a Tarmad dotándolo de un aspecto más limpio y saludable por todo su cuerpo incluso su ropaje polvoriento ha sido reemplazado por el mismo traje más radiante y libre de polvo y arena.

—Supongo que esta cosa vale mucho— exclamó. 

 

De inmediato subió la gigantesca pendiente dirigiéndose a su nave, regresó al pueblo y en su mente solo llegan preguntas sobre la extraña espada, de que se trata, será un arma poderosa, quien la dejó allí. a quién pertenecía, porque ha hecho este raro truco de las luces, todo esto se preguntaba mientras buscaba la casa de empeño más cercana. 




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