Tertulia

Lord Tarmad y las armas de Atelis 3

parte 4  

Las naves de combate estaban desplegadas y se dirigen hacia la ciudad pero era demasiado tarde el vermis se dirige hacia el castillo destruyendo todo a su paso, atelis lideraba la operación encabezaba la dirección del grupo en busca de Maquiavelo, entraron sin invitación alguna derrumbando parte del castillo con el bermis este siguió su retorcida senda destruyendo demás naves del gobierno, mientra Atelis y simpatizantes enfrentaron en fuego cruzado al tirano. Blaster, rayos y centellas no fueron impedimento para que Atelis pudiera acercarse lo suficiente a Maquiavelo  e insertar su espada en su pecho, lo último que vio el sujeto fue la cara de una joven ensangrentada por los dispara, suyo rostro se enjuagaba en sí mismo curándose las heridas instantáneamente hasta quedar intacta, sorprendido al observar este extraño suceso murió agonizando el tirano conocido como Maquiavelo.

Fuera del castillo los rebeldes eran atacados a diestra y siniestra por las tropas enemigas que ya se sentían superior en números, y escaseaban las municiones de los desérticos, desde el aire atacaban con naves pequeñas rudimentaria y artesanales que no superaban la velocidad de las fuerzas militares del otro bando. Tarmad disparaba sin cesar estas naves enemigas que habían decidido desgastar su arsenal contra el vermis, los Vermiseros capturaban líderes de tropa, generales y demás dirigentes del bando del fallecido tirano, proclamaban su rendición. Pero en la calles todavía había disparos y naves desplegadas luchando entre sí, una de las explosiones alcanzó a Tarmad, éste agonizaba, no podía respirar, su aliento se gastaba y ya sentía el fin de su latidos, el frío en su cuerpo era proporcional al líquido vital derramado, Jack pudo observar el fin de su antiguo compañero de celda, permanencia a frente a la calle donde ocurría todo, de repente Atelis aparece fugazmente volando por los aires hasta Tarmad y le entrega el anillo, se lo coloca en uno de sus dedos, y las heridas de Tarmad son curadas paulatinamente, la nave agresora vuelve y se dispone a disparar sobre ellos, Jack y un pelotón apuntan y disparan, haciendo estallar en cientos de pedazos la nave. Parece que la guerra a terminado al menos por ahora, Atelis y tarmad están en el suelo mientras el anillo hace su efecto, de repente alguien se acerca por la espalda de Atelis y se lleva la espada, era un líder de los desiertos empuñaba la espada en su ignorancia y ambición.

!No¡ —intervino Atelis —¡espera! 

Ya era muy tarde. 

Un dirigente vermisero intervino y dijo;

—Hemos vencido según el acuerdo la espada es nuestra…

Con ella— interrumpió el líder — dominaremos a Rises.

Pero fueron sus últimas palabras pues ya se convertía en polvo por tocar el arma prohibida si no al poseedor del anillo.

—Es un truco— salto uno de ellos.

Mentiste, asesinaste, traiciónaste —eran muchas de palabras que se escucharon, luego solo se oyó las armas de todos los presentes cargar, y apuntar a Atelis. Ella retrocedió y se alejó lentamente de donde estaba Tarmad aún recuperándose.

Aquellos dispararon a Atelis masacrandola en un instante, luego solo se alejaron dieron por terminada la operación y aseguraron que jamás los desérticos y los vermiseros harían acuerdos con los rebeldes, La espada quedó incrustada en la acera y después de que Tarmad se recuperó y apenas podía caminar se acercó rápidamente a ella para poder darle el anillo y que se beneficiara de su poder curando sus heridas, era demasiado tarde los órganos de Atelis no podían ser restaurados estaban esparcidos por doquier ya no quedaba Atelis alguna, lo último que Tarmad le pudo decir fue;

—Te veo en el limbo— 

Y ella respondió. 

—No dejes que un tirano se adueñe de la espada y el anillo, no dejes que demasiada gente sufra como mi familia, prométemelo Tarmad. —

–Descuida nadie tocara las armas de Atelis. —

 

Mil años después…

  

Tarmad gracias a la inmortalidad otorgada por el anillo y la enemistad que la ciudad se enfrenta de parte de los vermiseros que siempre intentan destruirlos enviando sus vermis, ahora con la espada en su poder lo han reconocido como Lord Tarmad señor defensor de Atelis anteriormente llamado planeta Onix. 

 

Los megalonautas en camino hacia Atelis encuentran un mundo devastado como si un asteroide lo habría impactado, estaba en llamas con ríos de lava y volcanes por doquier, no prestaron atención y siguieron su rumbo, pasaron muchos años y los megalonautas llegan a la atmósfera de Atelis. Los guardianes de Atelis y sus naves de ataque disparan a matar hacia la nave que ingresa a su planeta, Eridani intenta comunicarse con los de control y Sofos en los manubrios sufría por mantener la nave fuera del alcance de los misiles y rayos que lanzaban hacia ellos, los megalonautas reciben un disparo en la nave, Eridani logra comunicación con la torre de control y pide cese al fuego pero ya es muy tarde la nave está a punto de caer a la superficie y un aterrizaje forzoso culmina la bienvenida de Atelis.

Los megalonautas salen ilesos, Sofos aturdido por el aterrizaje aún con las manos en las palancas de la nave como si las haya sujetado tan fuerte que no se podían despegar, Eridani y los megalonautas los reciben guardias del Lord que gobierna este mundo, era Lord Tarmad el poseedor de las armas de Atelis, y la razón por la que los megalonautas viajaban años por la Galaxia, Sofos y Eridani encabezan a los megalonautas y los invitan a ambos a conocer en persona a Lord Tarmad.

Sofos y Eridani llegan a un palacio dorado enorme con  pilares adornados con relieves que parecen dibujos que representan guerras luchas masacres y victorias, al entrar los pilares se vuelven más delgados pero ahora cubiertos de oro esmeraldas y el interior del techo y las paredes cubiertos de pintura, dibujos magníficos de bestias enormes contra soldados, tropas que jamás superan en tamaño ni en fuerza, pero parecen vencer con furia las bestias que encontraban en los selváticos paisajes de Atelis.




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