Tesoros y Mentiras

¿Cuándo volviste?

CUARTA PARTE

Si fuera posible volver a empezar de nuevo, seguramente nada cambiaría.

Cap.10 ¿Cuándo volviste?

Había una vez alguien que era feliz, reía feliz, hablaba feliz, engañaba a las personas y era feliz, todo su mundo siempre fue una feliz, oscuridad.

 Los detalles que vinieron de ti, fueron un principio y el fin.

 

Salieron después de almorzar y caminaron por el bosque, ocultándose hasta llegar a la mansión Brizuela. Santiago se coló por el mismo pasillo que había usado la noche que se fue, seguido por Zuri. No tardó en llegar a la biblioteca donde sabía que estaría su madre, pues allí acostumbraba a dar vueltas en círculos cuando se sentía preocupada. Con solo verlo, la mujer se le abalanzó encima, dándole un abrazo tan fuerte que casi consiguió partirlo al medio. Le recostó la cabeza en el pecho con alivio y dejó escapar un suspiro. 

—Qué bueno, estás bien —exclamó sin soltarlo—. Pensé que Damián los había encontrado.

—Se escapó, pero no dio con nosotros —explicó Santiago tratando de respirar.

—Laura lo ayudó a escapar —dijo mientras lo soltaba—. Tu padre está histérico, no vino a dormir anoche. Tengo miedo de lo que esté planeando.

—Los asesinará sin duda —comentó indiferente.

—Traté de detener a Laura —aseguró Larissa frustrada—. Hablé con ella y me mintió. Me siento tan estúpida.

—No es tu culpa, mamá —la consoló cariñoso—. Sinceramente, esos dos siempre fueron muy unidos.

—Te quedarás aquí —ordenó con firmeza—. No quiero que te atrapen. Ella cree que tú no regresarás, de seguro le dirá eso a Damián.

—Pero quieren asesinar a mi padre —dijo preocupado—. Quizá también a ti.

—Si quisieran venir por mí, ya lo habrían hecho, Santiago —dijo volviendo a caminar por la biblioteca—. Esta casa no está custodiada y tú lo sabes y también ellos.

—Lo sé, pero…

—Tú también te quedarás, jovencita —dijo mirando a Zuri—. Damián también está tras tu cabeza.

—Estar todos en el mismo lugar para que nos encuentre —dijo Zuri con desgano—, no parece sensato, señora Brizuela.

—No me retobes —la reprendió Larissa—. Ambos se quedarán aquí, Guillermo dijo que mandaría un grupo de soldados para acá, pero no confió en ellos tampoco.

—Mi padre no te mandará asesinos, mamá —indicó Santiago sorprendido—. Eso no sería lógico.

—Él ya no sabe cuáles soldados son confiables —desdeñó preocupada.

—Tu madre tiene un buen punto —reconoció Zuri mirando a Santiago.

—Damián es un tonto, debería irse, en lugar de estar buscando una venganza sin sentido —dijo con molestia mientras caminaba en círculos de nuevo—. No sabía que había traído al mundo un hijo tan estúpido y ahora Laura lo secunda, pensé que al menos ella sería más lista, ambos son dignos hijos de su padre.

Ante esas palabras, Zuri decidió tomar la oportunidad y no dejarla escapar.

—No habla de su esposo, ¿no es así? —interrogó con firmeza.

La mujer se detuvo de golpe y la miró sorprendida, pero de inmediato enarboló una sonrisa.

—Eres muy perspicaz —alabó con asombro—, pero eso no es un secreto ya. Jamás lo ha sido de hecho. El único hijo del capitán Brizuela es Santiago. 

—¿Cómo es que los tres llevan su apellido? —insistió con descaro.

—Si me acompañas a merendar te lo explicaré —dijo con agrado—. ¿Gustas?

—Será un placer —respondió con una sonrisa. 

—Santiago, cielo, vamos.

—Las alcanzo después —dijo mientras dejaba la biblioteca—. Necesito subir a buscar algo.  

Larissa se dirigió a la cocina y después de tomar los postres y entregárselos a Zuri, levantó la bandeja con los vasos de limonada y la guio hasta uno de los salones, donde acostumbraban a merendar cuando no querían hacerlo fuera de la casa. Dejaron todo en la mesa y se sentaron. La mujer miró a la joven con una sonrisa mientras ordenaba las ideas en su cabeza. Hacía tanto que no contaba aquello, que casi lo olvidaba.

—Dime algo, antes de contarte lo que sucedió —pidió mientras tomaba un trago de limonada—. ¿Ya descubriste lo que te dije? —preguntó cautelosa.

—No estoy segura —confesó Zuri con calma.

—Pero por tu respuesta tienes una sospecha —dijo satisfecha—, así que no falta demasiado. 

—Me da curiosidad algo diferente —indicó con rapidez.

—¿Qué cosa?

—Santiago estaba seguro de que usted estaría muy triste por lo que Laura hizo, pero no parece demasiado consternada —comentó mirándola curiosa.

—Cuando tenía tu edad, vivía en un barco —recordó Larissa con disgusto.

—¿Un barco?

—Era la hija de un comerciante, casi nadie sabe eso —respondió con melancolía—, pero el barco de mi padre fue atacado por piratas y yo fui tomada prisionera. Quedé embarazada del capitán. Su nombre era Darius, Darius Menliak.



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En el texto hay: traicion, romance, muerte

Editado: 28.02.2022

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