Testigo De Un Criminal

CAPÍTULO 9 (Parte 3)

4

Se lanzó el perfil psicológico del asesino. El informe sugería que el Artífice de Muñecas probablemente era un hombre blanco, manipulador, inteligente y que conocía perfectamente ambas zonas: en las que secuestraba y en las que abandonaba los cuerpos. Debía contar con un vehículo propio y un trabajo que le permitiera ausentarse varias horas al día. No se pudo esclarecer su rango de edad, pero debido al gran peso de las víctimas, debía ser un hombre joven, alto y fuerte. Y por la fabricación de la ropa, posiblemente podría ser un aprendiz de costura. Sin embargo, lo que Mitsi Kane revelaría unos días antes de que el perfil fuese lanzado a la prensa, los dejó ciertamente absortos.

La forense a cargo reveló que los cortes en los cuerpos de Fernanda, David y Eleonora se habían realizado con un alto pulcro y simetría que incluso parecían ser hechos por un especialista, un médico o un carnicero.

El nueve de mayo, Anthony Jefferson, un sospechoso más en la lista de la policía, abandonó la jefatura, quedando en libertad por falta de pruebas y una cuartada perfecta. La tensión por parte de todos los agentes comenzaba a ser palpable, la policía ya no sabía dónde más buscar, pues habían detenido e investigado a más de cuatrocientos sospechosos sin conseguir nada que pudiera estar relacionado con los asesinatos.

—Uno más que está limpio —comentó Gaby, mientras arrojaba el expediente sobre la mesa de los interrogatorios.

—¿Sabes qué me estoy replanteando en este momento? —comentó Rodrigo.

—¿Qué cosa?

—¿Por qué hay personas a las que no les interesa el daño que sus actos puedan causar? Lo sé Gaby, no me mires así. Sé que mi entrenamiento me lleva a tratar de entender a este tipo de sujetos, pero hoy más que nunca…

—Estás hablando por tu esposa.

El rostro del agente cambió.

—Te causaron daño, ¿no es cierto, Rodrigo?

—Es horrible tener que levantarme todos los días, viendo cómo Elaine crece sin ella, y me pregunta a cada momento cuando volverá su madre.

—Elaine es una niña muy inteligente, y no esperarás que toda su vida se trague el cuento de que su madre está de viaje sin ella, ¿verdad? En algún momento tendrás que decirle lo que realmente pasó.

El comandante a cargo, Cole Daniel’s, convocó a gran parte de los investigadores que trabajaban en el caso a una reunión de improvisto, y entre todos ellos, también llamó a Mitsi Kane.

—No sé ustedes —el agente Manases tomó la palabra—, pero esto ya lo comienzo a considerar como una burla.

—Yo no aseguraría eso. Hasta el momento solo tenemos cuerpos y más cuerpos. Si quisiera burlarse, ya habría utilizado algo más; cartas, avisos, notas, cualquier cosa que nos diera pistas o un escarnio de su inteligencia.

Gaby añadió:

—Ya hemos buscado en cada habitante de Luisiana y sus alrededores, la lista comienza a disminuir. Normalmente abandona los cuerpos en los alrededores de Baton Rouge, lo que me hace pensar que es de esta zona.

Los demás investigadores también dieron su punto de vista:

—Sin embargo, algunas mujeres las ha secuestrado de Leonville y del centro de Luisiana.

—Es un maldito psicópata, no se va a dejar atrapar tan fácilmente, mucho menos enviarnos algo que nos pueda servir de evidencia.

—Basta, agentes. Guardemos la compostura —intervino Daniel’s—. Ante todo tenemos que pensar y razonar como él. Veamos, hasta el momento, ¿qué sabemos de nuestro sujeto?

—Es un hombre; una mujer no podría lidiar con el peso de las víctimas.

—Aprendió costura. No tiene un nivel altamente avanzado, evidencia de lo mal que ha zurcido algunas telas y lo mal que las ha cortado.

—¿Qué más?

—Es un hombre blanco, solamente la raza blanca no llamaría tanto la atención en una ciudad como Baton Rouge y Leonville. Créanme, si fuese un hombre de color, alguien ya habría llamado a la policía.

—Y sobre todo —Mitsi se puso de pie—, no es un hombre común y corriente. Entre todo lo que pude encontrar en las víctimas: los vestidos, la marca, el maquillaje, etc., la forma en la que extirpa los órganos es impresionante. Sus cortes son… tan perfectos que solo un profesional lograría hacer eso. Normalmente una persona que no tiene entrenamiento, causaría una infinidad de desgarres, tanto internos como externos. Pero aquí no los hay, y si existen, son casi nulos.

—¿Un posible carnicero, o en todo caso, estarías hablando de un médico?

—Pero… —los ojos de Rodrigo se llenaron de posibles ideas que hasta el momento no se permitió tener— ¿Qué tal si no se trata de eso?

—No puede ser una mujer, Roy. Los cuerpos son muy pesados para cargarlos ella sola, y por lo que hemos conseguido del perfil, trabaja solo.

—No me refiero a eso. A ver, nos estamos centrando en un hombre adulto, con una vida ya establecida, pero nos estamos olvidando de un punto importante.

—¿Cuál?

Rodrigo cogió un resaltador rojo, caminó hasta la pizarra y encerró en un círculo el área de Baton Rouge y Leonville.




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