1
Imagine de John Lennon sonaba al fondo de la habitación en un viejo tocadiscos que daba vueltas y vueltas a ese preciado disco de vinilo. Ashley danzaba, giraba feliz sobre la alfombra mientras se probaba cada uno de los vestidos que Volker le había regalado. Sin embargo, por fuera de ese mismo cuarto, en la sala, el televisor nunca dejó de hablar. Los medios de comunicación estaban vueltos locos filmando y fotografiando a la enorme cantidad de gente que se aglomeró frente a la jefatura principal, exigiendo y pidiendo algún resultado positivo que les permitiera dormir tranquilos. Encabezados y noticias nacionales que casi se volvían mundiales. Protestas, atentados y vandalismo de monumentos nacionales para levantar la voz cuando la policía intentaba hacerse los ciegos. Los familiares de muchas de las víctimas estaban ahí presentes, con fotografías enormes de sus seres queridos levantaban su voz y se hacían notar. Entre todos ellos, hubo una mujer que se armó de valor, arremetió contra los guardias que intentaban frenarla y cogió el micrófono de uno de los camarógrafos de la CNN.
—¡No fue justa la muerte de mi hija! —decía en televisión nacional la madre de Debby Haggard, la joven universitaria a la que el asesino le cercenó las manos y después las dejó dentro de una caja de madera pintada de negro—. La policía no hace nada para detener a ese hombre. ¡Nos sentimos aterrados; no podemos salir, no podemos mandar a nuestras hijas al colegio, las mujeres ya no quieren trabajar. ¡Que alguien haga algo!
»Mi hija fue asesinada, ¿y saben qué fue lo que me dijeron cuando llamé al 911 para pedir ayuda? ¡Que esperara cuarenta y ocho horas! ¡En cuarenta y ocho horas mi hija podría estar muerta! ¡Y eso sucedió! Me la mataron porque ustedes no hacen nada. Es increíble que un simple hombre burlara a las más grandes representaciones de la justicia como lo son el FBI…
Volker apagó repentinamente el televisor cuando vio a su novia acercándose. Ashley había quitado el disco de vinilo, llegó a él, corriendo y cesando después de tan agotadora danza.
—¿Qué estabas viendo? —le preguntó ella con una sonrisa, pero Volker no le dio tiempo, se puso de pie y la envolvió entre sus enormes brazos.
—Las noticias. Al parecer la gente se cansó de las irregulares investigaciones, y justo en este momento están levantando una protesta masiva frente a la jefatura central.
—Bueno, todos esos agentes se lo merecen. No han hecho otra cosa más que culparte a ti.
2
Frente al Estadio de las Memorias, cruzando la carretera 121 y a unos cuantos metros de distancia, la policía se veía en la difícil tarea de remover enormes trozos de tierra y fango para conseguir desenterrar lo que parecía ser dos cuerpos humanos. No había sido algo que se hiciera con un propósito definido, sino todo lo contrario. Mitsi Kane y todo su equipo forense llegaron a la conclusión, tras estudiar minuciosamente la escena del crimen y a los propios cuerpos en sí, que el asesino había colgado a las dos víctimas de uno de esos árboles, pero que, debido a las fuertes tormentas y vientos que azotaron al estado en los últimos días, estos posiblemente se habían desprendido, caído al suelo y posteriormente la propia naturaleza había recobrado su terreno sepultándole bajo toda esa suciedad, que bien o mal, los criminalistas tendrían que remover.
Rodrigo y compañía ya habían sido informados, lamentablemente no pudieron llegar al punto central en el que se habían encontrado los cadáveres, por lo que tuvieron que dirigirse directamente hacia el área de las autopsias en la jefatura central.
—Hola, Rodrigo —Mitsi le sonrió al verle llegar. La pobre mujer iba cubierta por un traje de protección especial y botas de plástico que le llegaban hasta la rodilla.
—Vaya Mitsi, no te he visto vestida así desde la pandemia de sarampión.
—Y espero que nunca me vuelvas a ver. Siento que me falta el aire con esta cosa puesta, pero bueno, con tanto caos allá fuera necesitaba algo que me evitara hundirme en el barro.
—¿Qué nos tienes de interesante?
—Qué bueno que lo preguntas, porque son muchas cosas. Te hablaré primero de quienes fueron estas dos chicas.
—¿Tan rápido diste con su información personal?
—Así es —Mitsi le mostró un reportaje del diario local—. Están en la sección de mujeres desaparecidas.
—¿Es decir que son dos cuerpos? —Gaby hojeó rápidamente el periódico.
—Lamentablemente sí. Sus nombres eran Jessica Justin y Winona Pembertom, de veintinueve y treinta años respectivamente. Conseguí identificarlas gracias al tatuaje de lunas que Winona tiene en el brazo derecho, y la mariposa de colores que Jessica tiene en la espalda. Por aquí están sus cuerpos.
Mitsi los llevó hasta las mesas mortuorias. Por su parte, Manases se mordió la lengua, pero ni eso logró contener su comentario:
—Ni siquiera hemos encontrado a Yaneth Bolton y ahora esto. La prensa va a freírnos vivos.
—En ese caso, tienen una gran noticia para impulsar su ataque. No es mi trabajo perfilar al homicida, y ustedes lo saben, pero sí la de perfilar el proceso mortuorio de estas pobres mujeres que han encontrado su final de una manera demasiado trágica. ¿Recuerdan lo que le hizo a Debby Haggard?
—¿Te refieres a sus manos?
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Editado: 07.05.2024