Testigo De Un Criminal

EPÍLOGO

Elaine…

Quise terminar esta confesión, escribiendo para ti en las últimas páginas de una libreta vieja, la parte que nadie te contó, y que yo decidí omitir para sostener el suspenso. Te he contado detalle a detalle mi vida, todo lo que vi a través de mis ojos, la mirada perversa de un asesino, como tantas veces la hicieron llamar. Sin embargo, siguen faltando cosas, huecos que no he llenado con palabras. ¿Sabes durante cuantos años la policía y los psiquiatras me pidieron que les entregase una confesión como la que hoy has terminado de leer? Casi se me han puesto de rodillas implorando que aclare todos esos sucesos, que sí ocurrieron, pero que jamás supieron darles una respuesta. Los catalogaron como misterios sin resolver, como casos en los que jamás encontrarían un final, y yo incluso pensé que me los llevaría a la tumba, y mírame ahora, patético, estúpido y delincuente doctor Volker escribiendo entre borrones de tinta todos mis pecados.

A veces me gustaría que la madre Gilma estuviese aquí, acurrucarme en su hábito blanco y quedarme dormido con las historias de Dios que durante tantos años nos contaba a los huérfanos y a mí. Pero bueno, a veces la vida te da y te quita. En mi caso me dio todo; una alta inteligencia, un futuro prometedor, un lugar en donde se me enseñó a leer, a escribir y en donde tiempo después me darían la oportunidad más grande de mi vida. Fui a la universidad y me gradué con las mejores calificaciones, fui aceptado y posteriormente reconocido en un hospital de alta categoría. Pero nunca nada de eso significó algo para mí. Al contrario, siempre fue un martirio con el que me vi obligado a cargar hasta que mi instinto despertase. Tuve todo, y a la vez no tuve nada. Crecí sin sentimientos, y no sabes lo espantoso que es el vivir con esto, no lo entiendes hasta que ocurre; miras hacia atrás y hasta cierto punto te preguntas: ¿qué estoy haciendo mal? Tal vez quisieras detenerte, pero no puedes, no puedes porque te gusta lo que haces.

Durante años estuve bajo la revisión de varios psicólogos y psiquiatras, e incluso una de esos especialistas que me atendieron, la doctora Ellen Bay, me ayudó a flotar sobre la confusión tan grande que alguna vez llegué a sentir. Qué extraño que su nombre sea un poco parecido al tuyo, ¿no? Bueno, eso es un tema que ya traté, y tal vez por eso no la corrí como a los demás, el puñado de incompetentes que parecían insultar mi inteligencia.

Bueno, dejando a Ellen de lado, y a mi crítica sobre los especialistas de la prisión, ahora sí, permíteme decirte qué sucedió con el resto de los cinco cadáveres que nunca se encontraron, y aunque supongo que algunos de ellos sabes, a estas alturas, qué les sucedió, haré un recuento de los hechos.

Empecemos por Makali Jones. Está claro que la policía ni siquiera estuvo enterada de su existencia, pues era un simple adolescente cuando me robé su cuerpo, y aunque no se puede considerar homicidio propiamente dicho, sí cometí un grave delito al hacerlo. Quien exhuma un cadáver sin alguna orden legal, tiene que comenzar a contar sus próximos años de prisión. Recuerda lo que pasó con Makali, Elaine, cómo, después de vomitar en el inodoro de mi baño en la facultad, descuarticé su cuerpo y lo lancé a los enormes contenedores de basura, esperando a que el camión pasara esa misma mañana y se los llevara. Recuerdo que fue la sensación más espantosa de mi vida. Pero tampoco sería la última.

Yaneth Bolton también fue uno de mis secretos. Te conté donde había secuestrado a Yaneth, te conté que la había embaucado con la promesa de ayudarla con su auto, cuando fui yo mismo quien lo averió para que ella aceptara subir a la grúa. Pero cuando la colgué de los árboles y ni la policía la encontró, supuse que los animales salvajes destrozaron su cuerpo y terminaron alimentándose de él. Lo cierto es que cuando regresé a ese mismo lugar, Yaneth ya no estaba; la cuerda estaba rota y había trozos enormes de su vestido que parecieron haber sido arrancados.

Maggie Gates, Maggie era hermosa, una dulce princesa sordomuda que no encontró su final como yo esperaba. Fíjate una cosa Elaine, Maggie debió de haber tenido algo tan fuerte como para que yo permitiera que su cuerpo se hundiese junto con mi auto. Supongo que a estas alturas, la chica estará llegando al Golfo de México, sino es que ya otro animal la ha devorado.

Imagíname sonriendo, imagíname porque estoy a punto de hablarte de la mujer que fue mi pareja sentimental durante varios años. Ashley tenía una mirada arrasadora, hermosamente salvaje y despierta. Me volvía loco estando con ella, y literal porque cuando los juegos del sexo se fueron consumiendo, sus gritos me volvieron loco, loco de verdad. Luego de asesinarla, y ver cómo su mano flotaba sobre la bañera, mi instinto habló diciéndome que si alguien encontraba su cuerpo me metería en serios problemas. A pocos minutos de haberla matado, comencé a cortar sus partes hasta hacerlas cada vez más pequeñas. ¿Alguna vez has tenido la oportunidad de hablar con un cazador, caníbal o descuartizador? Hazlo, hazlo y entenderás lo difícil que es cortar y partir los huesos. Hasta en ese sentido Ashley fue mi pesadilla. Su cuerpo era tan firme que necesité de seis horas para terminar con ella, pero al final lo logré. Salí y comencé a repartir su carne entre todos esos perros que encontraba en las calles, y que felices, recibían alimento de alguien que creían piadoso por el simple hecho de condolerse de sus miserables almas.

Y finalizamos con Marilyn Tex, la hermosa prostituta que encontré en Calapon, a quien le invité un par de tragos y después llevé a mi casa buscando pasar una noche inolvidable. El asunto aquí es que, sí pasé una noche inolvidable, ya que Marilyn se convertiría en mi última víctima cuando decidí apuñalarla con los embaces de cerveza, los cuales destrocé cuando perdí el control. A Marilyn también la terminé descuartizando, pero a diferencia de las demás mujeres, a ella aún pueden encontrar sus restos. Están en esa misma casa que habité durante algún tiempo, enterrados bajo las baldosas del jardín. Estoy seguro que si hoy se animasen a rascar, aún podrían hallar restos de sus huesos.




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