Text Me Back

01

—Nathaniel despierta

un chasquido sonó cerca de mi oído.
—La quinta mesa—golpeó el mostrador donde estaban los platos.

—Ah si disculpa ya voy—agarre los dos platos llevándolos a la mesa correspondiente. — Buenas noches, ¿desean algo más?.

—Dos cervezas
—enseguida— camine hacia la cocina mientras me desataba el delantal, justo antes de cruzar la puerta se abrió dando entrada a uno de mis compañeros (mi reemplazo) que como siempre llega tarde— Vamos Carlos, es la octava vez en dos semanas.

—Ya lo se, perdon— agarro el delantal de mi mano y lo amarró— El motor del carro esta fallando otra vez

Mentiras, simplemente tomó tanto que la jaqueca no lo dejó levantarse.

—Da igual, nos vemos— caminé hacia los vestidores no pude evitar pasar la mano por mi cara mientras bostezaba, abrí mi casillero y agarré mi casco.
—¿Sigues aquí? —preguntó mi jefe “José”.— tu turno término hace— miró su reloj— una hora y media.

—Es que me encanta estar aquí, usted sabe— dije con sarcasmo mientras me arreglaba el cabello.

—Otra vez Sanchez? si sigue así debo despedirlo— dije volteando a verlo.

—Da igual, solo necesito unas horas de sueño y ibuprofeno— di un bostezo—me encantaría seguir esta charla pero debo irme a casa.

—Ten cuidado, nos vemos mañana acuérdate de venir en traje es una fiesta.

Asentí, salí del local y me dirigí hacia el estacionamiento donde estaba mi moto. Antes de arrancar, abrí mi cartera para confirmar que llevaba mi licencia, esa que avala que “tengo” dieciocho años. Aunque tenga una licencia anticipada, técnicamente no debería estar manejando de noche. Suspiré y guardé la cartera nuevamente.

Saqué mi teléfono para buscar alguna tienda cercana que estuviera abierta a esa hora. Para mi suerte, encontré una: Sounds-Comic & Food. Marqué la dirección en el mapa, encendí mi moto y partí hacia allí.

La ciudad estaba tranquila, el aire fresco de la noche golpeaba suavemente mi rostro mientras recorría las calles casi vacías. Tras unos quince minutos, llegué al lugar. A través del vidrio del escaparate pude ver al dependiente: un chico apoyado en la encimera, claramente a punto de quedarse dormido.

Empujé la puerta de entrada, que emitió un leve chirrido.

—Buenas noches… —dije casi en un susurro, tratando de no sobresaltarlo.

El chico levantó la cabeza lentamente, sus ojos aún pesados por el sueño. Me miró durante un instante antes de responder con una voz áspera:

—Buenas noches…

El ambiente del lugar era acogedor, aunque algo desordenado. Las estanterías estaban repletas de cómics, figuras de colección, discos y unas mesas al fondo. El leve zumbido de una máquina de refrigeración al fondo acompañaba el momento, junto con el aroma a cartón y plástico nuevo que impregnaba el aire.
Caminé hacia el refrigerador y agarré una botella de agua fría. El leve sonido del vidrio al cerrarse rompió el silencio del local. Me dirigí hacia la caja, donde el chico seguía apoyado en la encimera con una expresión ausente.

—¿Me das un paquete de ibuprofeno, por favor? —dije, colocando la botella de agua sobre el mostrador.

Él asintió con un leve "mmh" mientras comenzaba a cobrar.

Desde esa distancia, pude observarlo mejor. Sus ojeras estaban marcadas, aunque en parte ocultas tras los cristales de sus lentes. Era igual de pálido que yo… tal vez incluso más. Había algo en su expresión cansada y tranquila que lo hacía, de alguna manera, lindo.

—Es un dólar con cincuenta centavos —dijo, su voz apenas un murmullo, mientras me entregaba el pequeño cartucho..

—Gracias. Que tengas buena noche —respondí con una leve sonrisa, recogiendo el paquete y la botella de agua.

Él asintió ligeramente, y su mirada volvió a perderse en el vacío, como si esperara que la noche pasara rápido.

Salí del local y caminé hacia mi moto. El aire fresco me golpeó de nuevo, despejando un poco. Guardé el ibuprofeno en mi mochila, encendí la moto y me preparé para volver al camino.

Esa misma noche, en el departamento

El silencio del lugar fue interrumpido por el vibrar de mi teléfono. Alcé la vista desde el sofá, donde me había desplomado apenas llegué, y vi la pantalla encendida.

Jefe #3

El mensaje decía:

"Hola, Nathaniel. No quería darte la noticia por teléfono y menos a esta hora, pero era para decirte que ya no necesitas venir mañana a trabajar. Puedes pasar por tu paga pendiente.

Disculpa que te tome por sorpresa, es que mi esposa ya se encuentra mejor y volverá a incorporarse con nosotros nuevamente. Sé que esto puede ser un golpe inesperado, pero no te preocupes: hablé con mi esposa y ella tiene una amiga que es dueña de una cafetería. Me comentó que les vendría bien tu ayuda, y lo mejor es que sería algo permanente.

Te paso la ubicación para que pases por allá. Su amiga te dará las indicaciones necesarias. Espero que esta oportunidad te ayude, y de nuevo, lamento la sorpresa.

Ten una buena noche."

Leí el mensaje dos veces, solté un suspiro largo y dejé el teléfono sobre la mesa.

Miré la dirección que mi jefe me había enviado. La cafetería no estaba demasiado lejos de mi otro trabajo, lo cual era un alivio. Guardé el teléfono, me levanté del sofá y me fui a mi cama. Aunque mi mente seguía dando vueltas, el cansancio finalmente me ganó.

La tarde siguiente

El calor de este país hacía que vestir con camisa y pantalón formal fuera casi insoportable. Pero prefería eso a gastar gasolina en idas y venidas innecesarias. Me encontraba frente al local llamado Cat Café Cheonsa, el lugar donde se suponía que debía presentarme a mi posible jefa.

Sin embargo, el local parecía cerrado. A través del gran ventanal podía ver el interior: todo estaba impecablemente ordenado. Había varias plantas distribuidas, gatos y numerosos espacios diseñados para gatos y humanos. Las pequeñas hamacas y plataformas para los gatos le daban un aire acogedor al lugar.



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En el texto hay: humor, romance, boyslove

Editado: 02.01.2025

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