Text Me Back

02

Ale🦈💖

5:30 pm

—Tengo mi cuarto lleno de cartas y, después, está el cabrón de Daniel jodiendo mis días libres.

Eso me decía Alejandro, mi mejor amigo, que recientemente había comenzado a recibir cartas de un tal D (lastimosamente no de los de One Piece). Además, había empezado a convivir con el hermano de… ¿nuestro? ¿Su bully? Si es que se le puede llamar así, porque en realidad solo es un chico que busca atención.

—Bro, agarra una caja de zapatos y guárdalas. Así ya es más difícil que las encuentren. Si no, mándate la del esquizofrénico de Light Yagami y hazle un doble fondo a tu cajón.

—Mmmm… —se quejó—. Qué pereza, y no tengo caja de zapatos. Traen cucarachas y ratones, no me gusta.

—Bueno, déjalas acá en mi casa. Las leo con gusto.

—Chismoso.

—Jeje, sí soy.

—¿Hoy vas a trabajar?

—Nop. Me dieron un día libre después del cumpleaños que hubo en el restaurante.

—¿Puedo ir a tu casa? Es que me aburro, mamá salió y Emma está durmiendo.

—No sé para qué preguntas si tienes la tarjeta de acceso.

—¿Llevo algo?

—Tráeme un café —di una pausa—. Negro.

—Bueno, voy para allá. Cuando esté cerca del departamento, te escribo.

—Okay, bye.

—Chao.

Colgué la llamada.

Me quedé mirando la pantalla del teléfono un rato, sabiendo que en cualquier momento Alejandro iba a aparecer. Igual, no sé para qué pregunta siempre, si tiene medio pie en mi puerta.

Solté un suspiro y me levanté, tratando de poner algo de orden en el caos que era mi sala. No es que a Alejandro le importara mucho, pero con su caos y el mío juntos, la situación podía escalar rápidamente, y qué pereza limpiar. Terminé, fui directo a la cocina y limpie uno vasos.

¿Quién demonios le escribía cartas hoy en día? Suena a drama de película, pero conociendo a Alejandro, no me extrañaría que hubiera algún desastre detrás de todo esto.

Mi teléfono sonó, interrumpiendo mis pensamientos:

Ángel

Hola.

¿Puedes venir a cenar?

Así podré pagarte el favor, y mi madre dice que quiere decirte algo.

A las 7:00.

Hizo kimchi.

Me sorprendió , pues por chat no hablamos, solo hablamos mucho en persona porque a veces iba a la tienda, nos escribíamos a veces para ver si podíamos reunirnos, pero no se logró por mi falta de tiempo.

Hola.

Claro, aunque nunca he probado el kimchi.

Bueno, ven esta noche para que lo pruebes.

Nos vemos.

Cuando iba a responder, me llegó otra notificación.

Ale💖🦈

Ábreme.

Quedé dudando, hasta que pensé mejor y abrí la puerta.

—¿Qué tanta mierda traes que no puedes cargar? —dije al abrir la puerta y ver las manos de Alejandro—. ¿Por qué compraste tanto? ¿Te crees cerdo o qué? —Traía paquetes de galletas, bebidas y dos bolsas de supermercado.

—Estuve dando clases de inglés a unos niños. Tenía dinero, así que traje algo para tu despensa y para mi estómago.

—Bueno, muchas gracias —dije, agarrando la bolsa—. Pero sabes que no estoy todos los días en casa, a menos que sea fin de semana.

—Por eso solo te traje cosas fáciles de hacer para cenar. No te quejes y acéptalo.

—Gracias. —Dejé la bolsa en la isla—. Después lo acomodo. —Me dirigí al sofá.

—Tu café. —Sacó el café del cartón y me lo pasó.

—Te dije antes que no tenías que comprarme cosas

—Lo se, pero llevas diciendo como dos semanas que cuando estás en gimnasio a veces te sientes mareado—comenzó a sacar unas carnes para ponerlas en el congelador—No estás comiendo bien

—Apenas tengo tiempo para estudiar, no estoy muy atento a mis comidas.

—se que solo te importa que tú hermano tenga para comer siempre, pero quién hará esa tarea si terminas enfermo.

—Bieen, comeré las tres comidas—Tome un sorbo del café—actúas como padre.

—Sin mi recordatorios apenas comerías la cena a las dos de la mañana.

—Ya entendí

—Me voy a quedar a dormir

—Esta bien, pero voy a salir como las seis y media

—¿Qué vas a hacer?

—El hijo de mi jefa, me invitó a comer

—Por que invitará a comer a alguien que apenas conoce

—por lo que entendí es algo de su cultura, son coreanos.

Alejandro me miró con una ceja levantada.

—¿Y cómo se llama este chico del que hablas?

—Ángel —respondí sin darle mucha importancia—. Trabaja en el local de su papá.

—¿Y es lindo? —preguntó con una sonrisa pícara.

—No sé de qué hablas —desvié la mirada, sintiendo que mis mejillas se ponían un poco rojas.

—Claro que sí —se burló—. Te conozco hace años, y cuando te sonrojas así, significa que el chico es más que lindo.

Me levanté para ir a la cocina, intentando escapar de su mirada inquisitiva.

—¿Quieres algo de tomar? —pregunté, cambiando deliberadamente el tema.

—Ya tengo tarado —respondió, siguiéndome a la cocina—. No cambies el tema. Cuéntame de ese tal Ángel.

—No hay mucho que contar —lo que era cierto—. Lo conocí trabajando, lo ayude en algo y me invitó a cenar.

—Ajá —Alejandro me miraba con una sonrisa—. Y yo soy el rey de España.

—Porque nunca me crees—Miré mi reloj. Las 6:15 de la tarde .—Me tengo que preparar para ir a cenar —dije—. No quiero llegar tarde.

—¿Qué te vas a poner? —preguntó, abriendo mi closet sin permiso.

—¿Desde cuándo te convertiste en mi estilista personal? —pregunté con una sonrisa, quitándole la ropa de las manos.

—Desde que te conozco —respondió—. Y sabes que tengo buen gusto.

Me ayudó a elegir una camisa azul marino y unos jeans oscuros. Mientras me cambiaba, él seguía parloteando.

—Y si sabes que es kimchi ¿verdad?

—No tengo la más mínima idea —respondí—. Nunca lo he probado.

—Es un tipo de verdura fermentada coreana —explicó—. Generalmente es repollo, pero puede ser con otros vegetales. Tiene un sabor picante.



#6973 en Novela romántica
#1768 en Chick lit

En el texto hay: humor, romance, boyslove

Editado: 18.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.