Capítulo 6:”Yareth Nahualli”
Reinaban las tinieblas en cada rincón, y los principales dioses convocaron a los demás, una vez reunidos en Teotihuacán. Quetzalcoatl avanzo al centro y les comunicó el problema.
¡Venid acá, oh, dioses!
¿Quién se hará cargo, de que haya día, de que haya luz?
Uno alzo la voz captando la atención inmediata de los demás.
¡Yo seré su sol!
El dios Tecuciztécatl, la historia lo relato como arrogante, presumido, huraño y orgulloso.
¡Bien serás el sol!
¡¿Y la luna?!
¿Quién iluminara la noche?
Nadie parecía querer esa tarea pero entre tantos dioses el que era considerado como un dios feo, repugnante ya que su cuerpo estaba cubierto de llagas y debido a esa apariencia la mayoría no lo querían cerca, su nombre era Nanahuatzin el considero que era una noble tarea ofreciéndose a voluntad.
No me considero digno pero si no hay objeciones me gustaría encargarme.
Los dioses construyeron dos grandes adoratorios, uno junto al otro, el más grande y suntuoso era para Tecucciztecatl fue muy exigente en cuanto mando hacer su santuario y el pequeño que pidió Nanahuatzin reflejaba su humildad.
Por trece días, los dioses ayunaron y realizaron ofrendas para purificar sus cuerpos divinos y llevaron a los animales sagrados que ayudarían a llevarlos a los cielos. Al llegar la hora Tecucciztecatl el arrogante dios se vistió con sus mejores ropas poniendo en vergüenza a su otro hermano Nanahuatzin. Después los dioses creadores hicieron una gran hoguera en la calzada de los huesos, cuyas flamas eran tan grandes que alcanzaban los mismos cielos.
¡Llego la hora Tecucciztecatl! ¡Entra a la hoguera e ilumina los cielos!
Hablo Quetzalcóatl a su hermano, cuatro fueron los intentos de este dios por arrojarse a las llamas y en los cuatro se llenó del pánico.
Huitzilopochtli al ver la duda en el dios se dirigió entonces a su otro hermano.
¡Nanahuatzin, salta y fructifica!
Sin duda o miedo se arrojó sin pensarlo asombrando a varios testigos de su valentía.
Cuando Tecuciztécatl vio que su insignificante hermano había saltado a las calientes llamas lleno de vergüenza, se arrojó al fuego y acto seguido se abalanzaron al fuego un águila y un ocelote.
Por otros trece días esperaron los dioses a que el sol saliera por el horizonte pero no sucedió nada, al amanecer del día catorce, un águila salió de la hoguera llevando un enorme globo luminoso en el pico, el resplandor que este emitía era muy brillante y su calor era cálido todos miraban orgullosos a Nanahuatzin sin duda alguna merecía ser el sol, después el ocelote emergió de la hoguera llevando entre sus garras otro globo igual de luminoso que el primero cegando de inmediato a los demás por la intensidad de tener dos soles.
Ehcatl pensó que Tecucciztecatl no merecía el cargo pues cuatro veces demostró tal cobardía. Enojado y decidido tomo de las orejas a un conejo que pasaba por ahí y lo arrojo con toda su fuerza, contra el segundo globo luminoso, el cual impacto opacando y reduciendo su tamaño dejando al cuerpo del conejo plasmado en su rostro por siempre.
Llegaron finalmente a la cuidad de los dioses, un sitio en donde dieron origen a nahui ollin, el quinto sol. En las u najil xook los maestros impartían la historia aun recordaba sus relatos. La enorme ciudad tenía como centro de culto al sol y la luna, amabas pirámides separadas, el centro estaba completamente habitado por los habitantes, nadie podía pisar los santuarios más cuando era para ser ceremonias de sacrificios.
-Finalmente terminaremos y estaremos reunidos.-pronuncio con desgano y fatiga Tezcatl, sus pies igualmente estaban muy terrosos por el polvo.
El sacerdote simplemente llevaba sus manos al frente con las palmas hacia el cielo, recitando rezos a la cuidad de Teotihuacan, mostrado respeto por ambas pirámides.
Tlazohtzin estaba junto Atletl quien no paraba de escribir-Disculpa mi atrevimiento pero ¿Qué tanto escribes?-el otro enrollo rápidamente su papel observando fijamente al otro.
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Editado: 09.02.2019