Capítulo 4
“Zamna Keh”
Mitla era un lugar bastante popular entre los imperios tenía un paisaje hermoso, grandes árboles, sus verdes pastizales y flores silvestres. Aunque su exterior podría engañar a cualquiera ya que se encontraba rodeada por un peñasco de gran altura su acceso es difícil si no sabes a donde ir, sus habitantes están acostumbrados a los fuertes vientos y sus hogares en la mayoría eran de piedra pero no era la razón por lo cual era visitada cuando un Aztlan muere tienen que traerlo aquí para ser despedido ya que el templo de Tolnahuac se dice que tiene el acceso al Mictlan y que sus oraciones podían persuadir a los dioses en el bienestar del alma, después de velar a su ser querido la familia podía escoger en donde seria enterrado.
Al recinto del dios Tezcatlipoca era prohibido entrar ya que podías ser maldecido por perturbar su lugar de descanso, tenían que hacer su despedida afuera de ella ya que solo los sacerdotes tenían permitido el acceso pues se encargaban del mantenimiento de ese lugar. Las visitas al templo para el público eran señalados por el mismo dios cuando tenía sed de sangre y exigía ser alimentado.
A las afueras específicamente en el bosque un joven de cuerpo delgado notoriamente su cabeza tenia forma de diamante y a la mitad del rostro posee un tatuaje en línea recta acompañado con dos puntos en cada mejilla, nariz respingada, sus ojos cafés y alrededor de ellos unas enormes ojeras lo adornaban, su cabello era rizado y largo tenía tres trenzas del lado derecho. Su vestimenta era larga de color negro y traía una capa alrededor de él que era sujetada por un broche con el símbolo del dios Tezcatlipoca.
Encontró en medio del camino un pequeño polluelo que había tenido la mala suerte de haber caído del nido, miraba compasivo a la pequeña criatura y vio a lo lejos el nido en un gran árbol, guardo al pequeño entre sus ropas y empezó a escalar. Al llegar encima de donde quería dejar al ave lo adentro junto con sus hermanos, al ver hacia abajo se apodero el miedo en el abrazando el tronco con nervios bajo pero la rama en que apoyo su pie se rompió y la gravedad lo atrajo al suelo.
-¡¡Señor!!-escuchaba gritos acercarse y rápidamente se puso de pie-¿Qué se supone que haces? Tienes que estar en el templo practicando tus oraciones y aprender de los rollos, cuando el sumo sacerdote muera tu tendrás su cargo procura estar a la altura-fue regañado por salir, para él no era un lugar acogedor siempre estaba obscuro y lo único que podía apreciar eran las antorchas que alumbraran el santuario.
-Lo siento tenía que estirar mis piernas o me iba a entumecer-nervioso desvió la mirada ya que el otro lo miraba de mala manera y su cabeza negaba.
-No enfurezcas a los dioses y haz lo que se te dice-regaño dando el paso al joven para que empezara a caminar al santuario, sin inmutarse empezó a caminar.
Izel junto con los nuevos reclutas llegaban a las fueras del risco, medito un momento para recordar en donde era la entrada sin éxito ya que tenía un tiempo que no venía hacia ese lugar por suerte un aldeano que traía su mercancía en su fiel burro paso por ahí- ¡Mah cualli teotlac!-el señor venia un poco lento guiando al animal y detuvo su andar.
-Buenas tardes-devolvió el saludo mostrando una sonrisa cansada, era un señor de edad avanzada y su cabello era blanco.
-Disculpe las molestias ¿Pero de casualidad pasara por ohtli Mitla?-espero que tuviera suerte y el señor fuera por el mismo camino.
-De hecho apenas voy de regreso pero si quieren les digo la indicación ya que para mí el viaje es muy pesado-era cierto para su edad el paso hacia el risco quedaba muy lejos y vio su pies empolvados adornado de cicatrices.
-Sería una vergüenza dejarlo atrás tenemos que cuidar de nuestros ancianos después de todo-Tlazohtzin asombrado por la generosidad de su líder sonrió convenciéndose más de que era una persona noble.
Su primo no opinaba lo mismo ya que quería reunir rápido al equipo para aprender lo más pronto posible no quería perder el tiempo en ayudar a un viejo inferior, Izel se acercó al animal de carga y tomo las pesadas bolsas entregándole una a él y “al idiota”. Sintió el peso del saco el burro era un animal muy fuerte para aguantar un peso así.
-Suba señor, sirve que descansa junto con su burro-ayudo al anciano a subir.
-Es demasiado no podría, en un día no creo que aguanten el peso hasta la tribu-incomodo sintiendo que se aprovecha de ellos, tenía pensado acampar para que el siguiente día empezara nuevamente su marcha.
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Editado: 09.02.2019