Thalassia Eterna

Para no creer

Mi distinguido padre reposa en su asiento en lo alto de la mesa.

—Saludos, padre— expreso con cortesía al tiempo que hago una reverencia y me encamino hacia mi asiento.

— Buenas tardes, hija. ¿Cómo ha transcurrido su jornada hoy? — inquiere mientras hace una señal para que traigan la comida.

— Como es costumbre, padre. Usted sabe que mi día suele ser tranquilo — respondo observando a los sirvientes entrar con los platos en sus manos.

— Sí, por supuesto. Mañana, si lo deseas, podrías disfrutar de una jornada de equitación — expresa con elegancia, dirigiendo una mirada agradecida a la mujer que le sirve la comida, mientras yo lo contemplo sorprendida —. Por supuesto, te acompañarán guardias, pero considero que es momento de que te aventures fuera del castillo por un breve lapso. ¿Estás de acuerdo con una hora?

— Por supuesto, padre — respondo con entusiasmo, comenzando a saborear la comida con mayor emoción.

Después de degustar el plato principal, llega el momento del postre. Observo que él se detiene ante el dulce sin probar bocado alguno. Por ende, decido inquirir con cortesía:

—Padre, ¿ocurre algo? —le pregunto con genuina curiosidad.

Él alza la mirada de manera rápida, como si lo hubieran sacado de sus pensamientos.

—Bueno, verás... Tengo algo que contarte —expresa con evidente nerviosismo.

—Claro, padre, adelante.

—Después de mucho tiempo, he tomado la decisión de organizar un baile —susurra, aunque logro escucharlo y me sorprendo—. Pero... No será exclusivo para los habitantes del reino. Invitaré a los monarcas y príncipes de los otros reinos.

Al escuchar esto, me atrapa un acceso de tos repentino y agarro la copa de agua para beber rápidamente. Una vez recupero la compostura, lo miro y exclamo:

—¿Qué? —es lo único que logro articular ante la incredulidad que me embarga.

—Sí, bueno... Hace años que no organizo un baile y, al ser uno de los reinos más prominentes, es imperativo celebrar el día en que sellamos la alianza con un evento de esta envergadura —explica, moviendo la copa con nerviosismo.

—Oh, se me había olvidado que el día está próximo —comento frunciendo el ceño mientras bebo agua—. Me alegra mucho que hayas decidido finalmente organizar un baile. Me parece maravilloso

En realidad, me resulta sumamente sorprendente. Y me llena de entusiasmo saber que finalmente tendré la oportunidad de conocer a los seres mágicos que se describen en los libros. Hoy es 15 de agosto y la fecha en que firmamos el contrato fue el día 23, por lo que aún faltan unos cuantos días.

Tras concluir la comida, me incorporo de la silla con elegancia y realizo una reverencia hacia mi padre, sujetando los pliegues de mi vestido y alzándolo ligeramente.

—Hasta mañana, padre. Le deseo una placentera noche— me despido con una sonrisa, dirigiendo una última mirada hacia él antes de encaminarme hacia la puerta del majestuoso comedor.

Al salir, me encuentro con Jacob, quien está parado a la espera. Al percibir mi presencia, realiza una reverencia y esboza una sonrisa. Correspondiendo con amabilidad, inicio mi camino hacia mi habitación, sintiendo sus pasos detrás de mí.

—Mañana, le agradecería que preparara a mi corcel Jiro, ya que mi padre me ha concedido el permiso para montar al caballo, al menos durante una hora. Por supuesto, estaría encantado de contar con su compañía y la de Sir Chris.

—Por supuesto, alteza. Mañana Jiro estará listo para que lo monte.

Al llegar a mi estancia, despido con una última mirada a Jacob antes de adentrarme. Una vez dentro, diviso a Nana Merlen presente.

— Buenas noches, princesa. He venido para asistirla en su cambio y peinado —expresa con una sonrisa, inclinando la cabeza con respeto.

— Nana, preferiría que me llamara Rhiannon o Rhia —le indico con una sonrisa, adentrándome en mi guardarropa.

Mientras Nana Merlen comienza a despojarme del corsé, me sumerjo en mis pensamientos. Por fin tendré la oportunidad de conocer a más individuos; por un instante creí que pasaría toda mi existencia entre estos muros.

— Señorita Rhiannon, por favor tome asiento para que pueda deshacer su trenza y peinar su cabello —me indica con amabilidad mientras finaliza de ayudarme a quitarme el vestido y colocarme el camisón para descansar.

Me acomodo frente al espejo y observo cómo Nana Merlen comienza a deshacer mi trenza. Mi cabello es de un tono plateado, largo hasta la cintura y rizado, una característica que puede parecer poco común para algunos, pero que en la familia real es bastante distintiva. Mis ojos son de un intenso color verde esmeralda.

— Señorita Rhiannon, la tarea ha concluido. Me retiraré ahora —dice Nana Merlen mientras me ayuda a incorporarme.

— Por supuesto, Nana. Que pase una excelente noche

Quedándome sola, me recuesto en mi cama y contemplo el techo de mi habitación. Después de tanto tiempo, finalmente puedo adentrarme en el mundo de seres mágicos como vampiros, elfos, hadas y más.
Y así sumida en mis pensamientos, me dejo llevar por el sueño.




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