Thalyss; El Ojo Del Abismo

Capítulo 3: La Tormenta de Sombras

El rugido llegó primero.

Un sonido profundo, como el de mil alas batiendo al mismo tiempo, resonó en la grieta y levantó remolinos de polvo y luz.

Lyara apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando la grieta bajo sus pies comenzó a brillar con un resplandor carmesí y las runas en el suelo estallaron en fuego azul.

Erynn soltó un grito y extendió las manos tratando de conjurar un escudo, pero fue demasiado tarde: el suelo tembló, y una enorme ráfaga de viento los lanzó a todos en direcciones distintas.

Lyara sintió que el mundo giraba a su alrededor. Intentó aferrarse a algo, pero sus dedos se cerraron en el vacío. Cuando la bruma se disipó, se encontró sola, jadeando sobre una losa agrietada, con la grieta abriéndose y cerrándose a su alrededor como la boca de una bestia.

—¡Gareth! —gritó.

—¡Ashar! ¡Erynn! ¡Kael!

No hubo respuesta, solo ecos distorsionados.

Entonces, de entre la niebla, una figura surgió. No era ninguno de los suyos: era alta, cubierta con una capa negra que parecía hecha de humo. Donde debía estar el rostro, solo había un vacío rojo que la miraba fijamente.

—Hija de la grieta —susurró con voz doble, como si hablara en dos planos a la vez—. El Ojo te ha reclamado.

Lyara retrocedió, pero el suelo crujió y una sombra alargada salió disparada hacia ella. Instintivamente levantó las manos para protegerse, y una onda de luz verde-gris brotó de su pecho, empujando a la criatura hacia atrás.

Un destello en su mirada —algo feroz y nuevo— la hizo darse cuenta: esa fuerza era suya.

Pero no estaba sola.

A su izquierda, de pronto, un chillido atravesó el aire, y una flecha silbó, atravesando la sombra con precisión.

—¡Eso estuvo cerca! —la voz de Kael sonó antes de que él mismo emergiera de la niebla, con otra flecha ya lista en su arco—. ¿Pensabas dejarnos toda la diversión?

A su derecha, un estallido de luz púrpura y un rugido metálico anunciaron la llegada de Gareth, que atravesó la niebla con la espada desenvainada y un resplandor dorado en su armadura.

—¡Apártate de ella! —ordenó al espectro, su voz más fría y peligrosa que nunca.

Y por detrás, una carcajada oscura rompió la tensión:

—¡Siempre tienen que ser tan serios! —Ashar surgió de la bruma con dos dagas reluciendo como fuego negro, saltando sobre la criatura con movimientos fluidos y mortales.

En ese instante, decenas de ojos rojos se abrieron en la niebla. Decenas de siluetas comenzaron a avanzar hacia ellos.

Erynn apareció a su lado, con el cabello plateado flotando como si estuviera bajo el agua.

—Son fragmentos del Ojo —explicó con un tono grave—. No son reales… pero tampoco son del todo ilusiones. Tienen hambre. Y la quieren a ella.

—¡Entonces que vengan! —gruñó Gareth, clavando su espada en el suelo y liberando un círculo de energía que empujó a varios hacia atrás.

Lo que siguió fue una danza de caos: Lyara concentrando toda la fuerza que podía, canalizando destellos de luz para mantenerse en pie; Gareth cortando las sombras que intentaban atraparla; Kael disparando flechas que parecían guiadas por magia; Ashar moviéndose como una sombra entre las sombras, riéndose incluso mientras peleaba.

Por un momento, el camino se rompió y cada uno quedó en una plataforma flotante diferente, separado de los demás. Desde su sitio, Lyara los miraba: Gareth luchando sin apartar los ojos de ella, Kael retrocediendo con estrategia para cubrirla, Ashar riendo mientras derribaba enemigos y se giraba de vez en cuando para asegurarse de que ella siguiera viva.

En un instante, un grupo de espectros logró colarse hasta donde estaba Lyara. Una garra de sombra se cerró sobre su tobillo y la hizo caer de bruces. Sintió un dolor frío recorrer su pierna, pero antes de que pudiera gritar, una flecha cortó el aire y la sombra se desvaneció.

—¡Levántate! —gritó Kael desde su plataforma, con una sonrisa tranquilizadora—. ¡Nada te va a atrapar mientras yo respire!

Un segundo después, Gareth saltó sobre su losa, interponiéndose entre ella y los espectros, con la mirada furiosa.

—Te dije que no te apartaras de mí —gruñó, mientras levantaba la espada.

Ashar apareció detrás de Gareth, limpiándose las manos como si no acabara de matar a media docena de enemigos.

—Qué conmovedor. ¿No deberías agradecerme por distraer a los otros veinte? —le dijo a Gareth, antes de lanzar a Lyara una mirada cargada de algo que ella no supo descifrar—. Y a ti, princesa… ¿vas a seguir en el suelo o piensas brillar un poco más?

Lyara se puso de pie con esfuerzo, con el corazón latiendo desbocado, y soltó una pequeña carcajada entre jadeos.

—Si ustedes dos no se matan primero, prometo intentarlo.

Finalmente, Erynn levantó las manos y un enorme círculo de fuego púrpura se expandió por todo el escenario, consumiendo a los espectros que quedaban. El rugido cesó y el silencio volvió a reinar.

Las plataformas flotantes se unieron de nuevo en una sola, dejando a los cinco en medio del sendero, cubiertos de sudor y polvo.

Lyara, aún temblando, sintió cómo las miradas de todos caían sobre ella, llenas de preocupación, de reproche y de algo más que no se atrevía a nombrar.

Kael le dio una palmada en el hombro con una sonrisa amable.

—No está nada mal para tu primer colapso del abismo.

Gareth la miró con severidad, pero su voz fue suave:

—Ten más cuidado. No puedes permitirte ser imprudente aquí.

Ashar simplemente se inclinó, con su sonrisa torcida y los ojos encendidos.

—Admitámoslo: sin ella, esto habría sido aburrido.

Lyara sonrió débilmente y miró a los tres hombres que, de maneras tan distintas, habían luchado por ella esa noche.

Y supo, mientras las runas volvían a iluminarse bajo sus pies, que el verdadero peligro aún no había comenzado.

El Ojo los seguía esperando.




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