Thalyss; El Ojo Del Abismo

Capítulo 5: La Ira del Abismo

La senda los llevó a un desfiladero estrecho donde el viento soplaba con un silbido tan agudo que parecía una advertencia. El suelo se estrechaba sobre un abismo infinito, y la única manera de cruzar era una delgada pasarela de roca, apenas iluminada por las luces espectrales del fondo.

Apenas pusieron un pie en la mitad del camino, el ataque comenzó.

Desde las paredes del desfiladero surgieron sombras con garras y alas, mucho más veloces y organizadas que las que habían enfrentado antes. Era una emboscada.

—¡Protejan a Lyara! —rugió Gareth, colocándose delante de ella mientras bloqueaba el avance de las criaturas.

Ashar, por su parte, se lanzó al borde del abismo, arrojando dagas con movimientos precisos y letales, su capa negra ondeando como una sombra viva.

Kael y Erynn retrocedieron para cubrir los flancos, disparando flechas y lanzando conjuros que iluminaban la grieta con chispas de fuego y hielo.

Pero algo era distinto esta vez: las criaturas no parecían buscar matarlos… sino arrancar a Lyara del grupo. Una sombra alada logró sobrevolar a Gareth y lanzó un zarpazo hacia ella.

Kael, sin pensarlo, saltó en medio del ataque, empujando a Lyara fuera del alcance de las garras.

—¡No! —gritó ella, justo cuando las garras atravesaban el pecho de Kael y lo arrastraban hacia el borde.

Gareth cortó las alas del monstruo antes de que cayera al abismo, pero era demasiado tarde. Kael se desplomó sobre la roca, con la mirada fija en Lyara y una sonrisa débil.

—Te dije… que nadie te tocaría mientras yo respirara… —susurró.

La sangre formó un charco brillante en la piedra. Y entonces se quedó inmóvil.

El mundo se volvió silencio y frío para Lyara.

Algo en su interior, algo que siempre había tratado de controlar, se quebró.

Cayó de rodillas junto a Kael, y la ira, el miedo, el dolor explotaron como una ola.

Sus ojos brillaron verde-gris, el aire a su alrededor tembló y una grieta de luz se abrió en la roca. Un rugido gutural, casi inhumano, salió de ella mientras las sombras que aún los rodeaban comenzaban a desintegrarse, una tras otra, con un destello fulminante.

El poder se desató a su alrededor sin control: el cielo se rajó, el viento se convirtió en cuchillas, y la grieta debajo comenzó a abrirse aún más, como si el propio abismo la reconociera.

Gareth intentó acercarse a ella, con la espada bajada y la voz firme.

—Lyara. Escúchame. Tienes que parar. ¡No eres esto!

Pero ella ni lo escuchaba, con los ojos fijos en Kael y las manos temblando, envueltas en luz.

Las criaturas gritaban y huían, desintegrándose en la tormenta de su magia.

Ashar fue el único que no retrocedió. Caminó hacia ella, tranquilo, incluso cuando la roca bajo sus pies se agrietaba. Sus dagas cayeron al suelo con un clink, y se arrodilló frente a ella.

—Lyara. —Su voz fue baja, grave, cargada de algo que nunca antes le había escuchado—. Mírame. Ahora.

Ella apenas giró el rostro, los ojos inundados de luz y lágrimas. El aire a su alrededor todavía chispeaba.

Él alzó una mano, sin miedo, y la apoyó contra su mejilla.

—No eres una bestia —susurró—. Ni un arma. Ni suya, ni mía, ni del maldito Ojo. Eres tú. Y yo no pienso dejar que te pierdas… en nada ni en nadie.

Por primera vez desde que el poder se desató, Lyara respiró. El rugido en su mente se apagó lentamente, la luz retrocedió, y la grieta bajo sus pies se cerró.

Ella cayó contra el pecho de Ashar, temblando, con las lágrimas quemándole la piel.

Él la sostuvo, sin decir nada más, mientras el viento volvía a calmarse y las criaturas terminaban de disiparse.

Detrás de ellos, Gareth permanecía en silencio, su espada en el suelo, sus puños apretados.

Erynn se acercó a Kael y cubrió su cuerpo con un manto oscuro, cerrando los ojos con respeto.

Cuando por fin Lyara levantó la vista, el desfiladero parecía vacío, pero el Ojo rojo aún parpadeaba en la distancia.

“Esto es solo el principio,” murmuró una voz invisible.

Lyara respiró hondo, todavía confundida, aún sintiendo la palma de Ashar sobre su mejilla, la mirada de Gareth sobre su espalda, y el eco de Kael en su corazón.

Y en el silencio posterior a la tormenta, supo que lo que venía después no solo pondría en juego su vida… sino lo que ella era capaz de convertirse.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.