El cristal negro estalló en miles de fragmentos.
Una ráfaga de viento ardiente los envolvió, obligándolos a cubrirse los ojos mientras la oscuridad del lugar se disolvía, revelando algo… imposible.
Ya no estaban en el campo de cristal.
Ahora se encontraban dentro de un vasto salón, hecho de espejos rotos y raíces negras que colgaban del techo como serpientes. Columnas de obsidiana se alzaban por doquier, cubiertas de runas que brillaban como brasas.
En el centro, flotando a varios metros sobre un círculo de símbolos, estaba Lyara.
Sus ojos abiertos ahora irradiaban un rojo intenso. Su cabello flotaba como si el aire mismo la temiera, y en sus labios se dibujaba una sonrisa que no era la suya.
—Bienvenidos a su condena —dijo la voz del Ojo, resonando en todas direcciones—. Ella ya es mía.
—¡Lyara! —rugió Gareth, adelantándose—. ¡Resiste!
Pero su mirada, ahora fría, se fijó en ellos con una mezcla de burla y tristeza.
—Ella ya no los oye —dijo la voz—. Pero si desean intentar salvarla… adelante.
Las raíces se desprendieron del techo, convirtiéndose en látigos y lanzándose contra ellos. Ashar y Gareth apenas lograron esquivarlas mientras Erynn levantaba una barrera para protegerlos.
—Tenemos que romper el sello desde dentro —gritó Erynn—. ¡Pero no sin pelear primero!
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✨ La Batalla Interna
Mientras afuera sus compañeros luchaban contra el jardín hostil, dentro de Lyara algo diferente ocurría.
Se hallaba en un vasto lago negro, sola.
Su reflejo en el agua no era suyo: era una versión de sí misma, vestida de sombras, con ojos rojos y una corona de raíces.
—¿Lo ves? —dijo su reflejo—. Ellos solo te frenan. Tú eres esto. Tú eres el poder que temes.
Lyara apretó los puños.
—No. Esto no soy yo.
—¿No? ¿Cuántos han muerto ya por ti? ¿Cuánto tiempo más pretendes fingir que eres solo una niña?
El reflejo levantó una mano y, del agua, surgieron las figuras de Kael, Gareth y Ashar, todos caídos, cubiertos de ceniza.
—Esto es lo que traes a quienes te siguen.
—¡Cállate! —gritó Lyara.
La superficie del lago se resquebrajó, y una luz verde empezó a filtrarse por las grietas.
—¡Cállate! ¡No soy… tú!
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✨ El Combate
Afuera, la lucha se intensificaba.
Las raíces se multiplicaban, el aire vibraba con magia, y de los espejos rotos salían sombras con forma de Lyara, atacando sin piedad.
Ashar se reía mientras cortaba una tras otra, sus movimientos veloces y calculados.
—¡Si esta es tu peor pesadilla, chiquilla —gritó— entonces somos los monstruos perfectos para ti!
Gareth, serio como siempre, apartaba cada sombra con tajos limpios de su espada, avanzando paso a paso hacia el círculo donde ella flotaba.
Erynn se mantenía en el centro, canalizando un hechizo que debilitaba el sello.
Pero de pronto, la figura de Lyara —o lo que quedaba de ella— descendió.
Su aura explotó, formando una tormenta de viento y fuego verde.
Las raíces obedecían su gesto, las sombras crecían a su alrededor. Con un rugido, extendió las manos y una ola de magia los lanzó contra las paredes.
—No se atrevan… —dijo, su voz entrelazada con la del Ojo— a… tocarme.
Ashar se levantó tambaleándose y escupió sangre.
—Oh, vamos, princesa. —Su voz fue un desafío cargado de ternura—. Si vas a matarnos… por lo menos míranos a los ojos cuando lo hagas.
Gareth, con la frente ensangrentada, avanzó también.
—Lyara… escucha. Esto no eres tú. No importa qué diga esa… cosa. Tú eres más fuerte.
Ella dudó un segundo. Sus ojos parpadearon, volviendo por un instante a su verde-gris.
Fue suficiente.
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✨ La Purificación
Dentro del lago negro, Lyara se miró a sí misma en el reflejo roto.
Las sombras la miraban con desprecio.
Pero algo dentro de ella —la voz de Kael, de Gareth, de Ashar, de Erynn— empezó a crecer.
—Soy Lyara —susurró—. Y no me perteneces.
La luz verde explotó a su alrededor.
Las raíces se incendiaron.
Las sombras chillaron antes de desintegrarse.
Las runas rojas se apagaron una por una mientras ella extendía las manos.
Fuera, un haz de luz tan brillante que cegó a todos estalló desde el círculo.
El aura oscura que la envolvía fue arrancada, disolviéndose en el aire como humo.
Por fin, la verdadera Lyara, con sus ojos verde-gris, cayó de rodillas sobre el círculo, temblando pero consciente.
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✨ El Final
Ashar fue el primero en alcanzarla. Se arrodilló a su lado, poniendo una mano en su hombro.
—Siempre tan dramática —murmuró, con una sonrisa cansada—. Aunque debo admitir… me gustó la parte en que casi me matas.
Gareth llegó junto a ella y se inclinó, serio y preocupado.
—Ya pasó —dijo él—. Estoy aquí.
Erynn respiró hondo, agotada por el esfuerzo.
—Lo logramos… —susurró.
Pero antes de que pudieran decir más, Lyara se desplomó, inconsciente.
—¡Lyara! —gritaron ambos al unísono.
Ashar la recogió en brazos, su expresión endurecida.
—Tenemos que sacarla de aquí. Ahora.
Un resplandor dorado comenzó a envolverlos, la señal de que el jardín —o lo que quedaba de él— los estaba devolviendo al mundo exterior.
Mientras el paisaje se desvanecía y la oscuridad se deshacía en polvo, lo último que vieron fue el círculo de obsidiana desmoronándose y las palabras del Ojo resonando una última vez, como un juramento.
“Esto no ha terminado.”
Y con un destello cegador, reaparecieron en el salón del palacio del reino, con Lyara todavía inconsciente en los brazos de Ashar.
Ambos hombres la miraron, uno con preocupación, el otro con algo más oscuro e incomprensible.
Ella dormía, con la respiración lenta y tranquila, pero en su frente aún ardía un tenue brillo rojo.