El agua del lago contrasta con el césped a su alrededor de una manera espectacular. Los pájaros cantan a los alrededores creando una canción maravillosa que relaja mi cuerpo mientras disfruto de mi lectura.
Danya está sentada junto a mí anotando frenéticamente información en lo márgenes de su libro.
Ella y yo nos estamos entendiendo bastante bien después de la clase de la profesora Eiran de hace unos días.
Danya es una chica bastante bonita a pesar de que en estos días la he escuchado decir lo contrario como un millón de veces. Su piel es ligeramente más tostada que la mía y su cabello color azul turquesa le da un look atrevido que complementa con sus ojos color guinda.
Sinceramente me agrada tener compañía femenina, creo que me hará bien, sobretodo porque Danya es bastante lista y está encantada de explicarme todo lo que no entiendo.
—¿Te sientes cansada?—la miro y niego levemente—, ¿tu magia se siente extraña?
Lo considero un segundo.
—No, no lo creo—ella frunce el ceño y sus ojos regresan al libro en sus manos—, ¿por qué?, ¿qué sucede?
—Hoy hay eclipse lunar y el libro dice que tendrías que sentirte rara, sin fuerzas o con fiebre—parece decepcionada y me dan ganas de reír cuando la veo releer una y otra vez la hoja.
—Vamos, Danya, no me hagas creer que desearías que me enfermara—ella abre los ojos como platos y comienza a negar con la cabeza frenéticamente—, sé que no es así, no te preocupes, pero si te hace sentir mejor, te avisaré si comienzo a sentirme mal.
Ambas volvemos a nuestros libros, aunque yo no puedo volver a concentrarme.
No he tenido noticias de los Marci desde el día en que me acompañaron a mi examen de asignación. Les he mandado varías cartas por el servicio postal, pero no he obtenido respuesta.
Me digo a mí misma que deben estar muy ocupados, pero una voz molesta en mi cabeza me dice que siendo su hija, no debería estar rogando por algo de su atención.
Sacudo mi cabeza para quitar esas ideas de mi mente. Prometí que les daría una oportunidad y eso haré.
—No mires ahora pero Parris y Denver vienen hacia acá.
Por supuesto que no le hago caso. Mi mirada se desvía hacia los edificios para comprobar sus palabras. No entiendo cómo hace Danya para saber lo que pasa a su alrededor sin despegar sus ojos de sus apuntes.
Parris está serio como siempre. He comenzado a preguntarme si su cara sabe lo que tiene que hacer para sonreír, creo que sería mucho más atractivo si lo hiciera.
No es como que eso me interese de cualquier manera.
—Buenos días, muchachos—cierro el libro dramáticamente—, ¿necesitan algo?
—Buenos días, Skylar, Parris tiene algo que decirte—Denver le da un codazo suave haciendo que el mencionado ruede los ojos.
—Quería...—se aclara la garganta—, queremos que nos ayudes con algo—mete sus manos a sus bolsillos.
He notado que lo hace cada que quiere parecer despreocupado, sobretodo cuando no es así.
—¿Mi ayuda?—Danya levanta la mirada de su libro interesada de pronto en mi plática con Parris—, ¿con qué exactamente?
—Necesitamos una poción y eres la persona indicada para hacerla.
—¿Por qué no la hacen ustedes mismos?—pregunto confundida y abrazo mi libro contra mi pecho.
—Además de que pareces tener un talento innato para las pociones—comienza Denver—, el libro dice que una persona con Luna como elemento debe realizarla para que funcione.
—¿Para que necesitan una poción de la verdad?—Danya mira a Parris y a Denver de forma alternada—, eso es lo que quieren hacer, ¿no?
—Si, pero como podrán deducir, necesitamos que sea un secreto—Parris me mira directamente—, ¿estás dentro o no?
—Lo haré solo si Danya viene con nosotros—ambos asienten—, pues está hecho.
Me levanto de un salto y sacudo el pantalón de mezclilla negra que tengo puesto. Los chicos comienzan a caminar hacia los dormitorios y le hago una seña a Danya para que nos acompañe.
Antes de entrar, Parris nos detiene, pero es Denver quien habla.
—Las veremos en el dormitorio de Skylar, nosotros llevaremos todo lo necesario—se marchan antes de que podamos contestar algo.
Danya me sigue y su cara se ilumina cuando abro la puerta de mi habitación.
Creía que todas eran iguales, pero al ver la reacción de Danya parece que no es así. Mi idea solo se refuerza cuando la veo acercarse a cada pequeño ornamento de la habitación para darle un vistazo de cerca.
—Todo aquí es muy hermoso—me sonríe emocionada—, no puedo creer que tengas tu propio recibidor y que no tengas que compartirlo con nadie más.
—Ya, los Marci se tomaron muchas molestias.
—¿Por qué siempre los llamas por su apellido?, me refiero a que hablas de ellos como si no pertenecieras a su familia.
Evito su mirada mientras pienso en si debería contarle o no. No disfruto mucho de revivir mi pasado—al menos no en voz alta—, sobretodo esas partes en las que tenía que arreglármelas para no recibir una golpiza.