Thantia

VII

Lleno de aire mis pulmones y me aseguro de que mis pies están bien plantados en el piso.

El profesor Baruhk tiene una sonrisa burlona en sus labios que me gustaría borrarle a golpes, pero mi conciencia me dice que solo empeoraría las cosas.

Denver, por otro lado, me regala una sonrisa tranquilizadora desde su asiento al fondo del salón. Casi puedo oír su voz diciéndome que puedo hacerlo.

Sigo sin comprender por qué el profesor Baruhk está tan obsesionado con hacerme ver como una tonta frente a todos, sin embargo, su expresión me deja ver que lo disfruta mucho.

Me concentro de nuevo en lo que debo hacer.

El hechizo de localización es bastante agresivo, por lo que no he podido pasar del segundo paso.

Cierro mis ojos y pienso en el rostro del profesor Baruhk mientras sujeto fuertemente su reloj en la palma de mi mano.

La sensación de calidez viaja desde mi mano hasta mi pecho y ahí, como si de una bomba se tratase, explota hacia el resto de mi cuerpo.

Mi energía comienza a bajar considerablemente, así que tengo dos opciones ahora mismo. Podría dejar que el hechizo drene hasta la última gota de fuerza en mi interior ó podría hacer lo mismo que las dos veces anteriores, parar el proceso ahora mismo y darle material al profesor Baruhk para que siga molestándome el resto de la clase.

Decido que la primera opción es mejor, porque aunque me prometí a mí misma que no estoy buscando la aprobación de Baruhk, si que necesito probar un punto.

Así que continúo con el hechizo.

El reloj comienza a calentarse de más contra mi piel y cuando lastima mi mano, decido que es momento de terminar con esto.

  —Locate—pronuncio provocando que el reloj salga volando de mi agarre.

Al abrir mis ojos noto como la pieza metálica ha viajado hasta la muñeca del profesor Baruhk.

Una sonrisa aparece en mi rostro.

  —Fue una demostración... regular—el profesor garabatea algo en sus notas—, puedes volver a tu lugar.

Señala la silla junto a Denver distraídamente sin prestarme más atención de la que considera necesaria.

Me permito rodar los ojos antes de moverme hasta mi asiento.

  —Lo hiciste bien—murmura Denver hacia mí y me da un apretón en el hombro como felicitación.

No es una gran muestra de cariño, pero he notado que Denver y Parris son así.

Parris.

Pensar en él hace que mi estómago dé un vuelco y quiera darme un puñetazo en el rostro por actuar igual a una chiquilla tonta y enamorada.

Lo he evitado desde la noche del eclipse y de eso han pasado ya tres días enteros. Me digo a mí misma que lo hago porque de alguna manera me recuerda a ese extraño sueño que tuve mientras perdí la razón en el recibidor de mi dormitorio, pero sé que es una excusa.

La verdad es que estoy intentando alejarme de él porque me hace sentir cosas que jamás había sentido y eso me asusta.

No quiero salir lastimada porque es lo que he estado evitando toda la vida. Si no dejo que Parris se meta en mi corazón, no le daré la oportunidad de que me haga daño, así podré protegerme de todo.

Incluso de él.

Miro a mi alrededor dándome cuenta de que todos están guardando sus cosas. Los imito aliviada de no tener que ver de nuevo a Baruhk, al menos no en un par de días.

Camino hacia la salida del aula con Denver a mi lado. Ambos permanecemos callados hasta que veo a Parris recargado en la entrada del salón con su mochila al hombro y sus manos en los bolsillos.

Sus ojos aceituna encuentran a Denver y entro en pánico.

Quiero darme una palmada en la frente cuando la voz burlona en mi cabeza me dice con sorna que mi siguiente clase es pociones.

Y comparto mesón con Parris.

Siento que el color se me va del rostro, mis piernas flaquean ligeramente y tengo que tomar a Denver del brazo para no caerme. Mi acción llama la atención del chico de cabello castaño.

Genial, simplemente perfecto.

  —Debe ser por el hechizo de localización—me dice Denver mientras me toma del brazo para intentar darme algo de apoyo.

Siento que alguien toma mi otro brazo y mi boca se seca al darme cuenta de que es Parris.

Me quita la mochila del hombro.

  —No te preocupes, me encargaré de ella—asegura.

Denver no intenta replicar, se marcha dejandome al cuidado de Parris.

  —En realidad, estoy bien—me suelto de su agarre—, puedo caminar sola, gracias.

Intento recuperar mi mochila pero él la aleja de mi alcance mientras niega levemente con la cabeza.

  —Vamos hacia el mismo lugar—dice con aburrimiento—, si no quieres que te ayude a caminar, está bien, pero muévete o llegaremos tarde.

Ruedo los ojos cuando me da la espalda.

Quizá malinterpreté lo que ocurrió y para la única que significó algo fue para mí. Siento que el enojo empieza a adherirse a cada hueso en mi cuerpo y quiero gritar.

Me detengo a calmarme y respirar hondo.

Parris mantiene su cara seria, aún así puedo notar que me mira de reojo mientras camina a mi lado.

Los invernaderos están detrás del edificio principal, alejados de la estructura, pero no lo suficiente para ser considerados como parte del bosque más allá de la propiedad fuera del campus.



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En el texto hay: elementos, academia, thantia

Editado: 11.10.2019

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