Nunca pensé que podría tomarle tanto cariño a un lugar en tan poco tiempo, quizá es porque jamás permanecí mucho tiempo en un solo lugar como para crear un vínculo fuerte.
Sin embargo, aquí estoy, contradiciendome por completo parada frente a las ruinas del edificio principal del campus con una gran tristeza invadiendo mi pecho.
Es impactante pensar que lo que fue una imponente edificación hace menos de una semana, ahora esta esparcido en pedazos por el suelo dando testimonio de lo que sucedió.
—Esto es horrible—me abrazo a mí misma como consuelo mientras miro a mi alrededor.
El agua del lago, antes perfectamente clara, se encuentra contaminada con un tinte rojo que de verdad espero no sea sangre.
—Abuela—Parris llama la atención de la directora, quien acaba de bajar de su auto.
Me quedo en blanco cuando veo que ella se acerca para abrazarlo y es entonces cuando por primera vez me doy cuenta del parecido que tienen entre ellos.
¿Cuántos familiares secretos más tiene Parris?
—Cuando los Marci dijeron que los traerían junto con el equipo del parlamento pensé que era una broma—dice en cuanto se aleja de él—, no creo que sea prudente contar con su presencia aquí, ¿tus padres saben dónde estás?
—No lo creí conveniente—contesta en un tono un tanto formal—, probablemente se opondrían y necesito estar aquí.
—Y con mucha razón, yo misma me opongo a que los Marci los trajeran—acomoda mejor el saco que lleva puesto sobre sus hombros—, es peligroso, no sabemos si quién hizo esto volverá o atacará de nuevo.
—Pero estamos rodeados de personas expertas en hechizos, abuela, seguro que nos protegerán si algo sucede—Parris mira a su alrededor—, ¿cuánto tiempo les llevará arreglar todo?
—Una semana, quizá un poco menos—la directora suspira y pasa una mano por su cabello blanco para hacerlo más presentable—, si van a quedarse, manténganse alejados de las estructuras que aún están de pie, podrían colapsarse.
Se aleja de nosotros para hablar con una de las personas del parlamento.
—No sabía que la directora del Campus era tu abuela.
—Si, hay muchas cosas sobre mí que no sabes—me dice distraídamente mientras analiza algo a lo lejos—, ¿viste eso?
—¿El qué?
Parris comienza a caminar hacia el bosque cerca de los invernaderos, los mismos que parecen no haber sufrido ningún daño durante el ataque. Por mi parte, me quedo parada un momento considerando si debo acompañarlo o no, al final decido que es más seguro estar cerca de él.
Parris me detiene antes de que pueda adentrarme entre los árboles, toma mis manos y cierra los ojos.
El contacto de su piel contra la mía hace que mi respiración se vuelva un poco irregular, mis mejillas se tiñen de rojo en una clara señal de lo mucho que me afecta estar cerca de él.
De verdad soy muy patética.
—Custodire ab damnum—murmura provocando que una especie de luz blanca salga de la unión de nuestras manos y se esparza por nuestros cuerpos.
Cuando sus ojos vuelven a abrirse sus labios se curvan ligeramente hacía arriba mientras me suelta lentamente y se adentra en el bosque sin mediar palabra. Me toma unos segundos poner mis ideas en orden para seguirlo por entre los árboles.
Algunas ramas se enredan en mi cabello de vez en cuando obligándome a parar para liberarlo antes de que me quedé calva. Parris no me espera ni un segundo, de hecho no parece percatarse de ello en absoluto, él continúa su camino como si no recordara que estoy justo detrás, perdido en sus pensamientos.
—¿Qué se supone que estamos buscando?—digo en un intento de llamar su atención. Mi voz suena demasiado escandalosa sobre el silencio del bosque, igual a cuando accidentalmente estrellas dos metales.
—Creo que me pareció ver a...
No termina la oración, un resplandor dorado aparece frente a nuestros ojos, es tan brillante y cegador que me impide ver durante unos minutos, tengo que cubrir mi rostro con mis manos para evitar que el fulgor me haga daño.
—¿Qué demonios sucede?—me recargo en el tronco de un árbol cercano.
—Es un portal—Parris pone una mano en mi hombro y me da un pequeño apretón como si quisiera tranquilizarme—, deberíamos regresar, incluso con el hechizo de protección, no es seguro estar aquí, no sabemos a dónde conduce.
Pero cuando termina de hablar, algo sucede, es como si solo bastara que lo dijera en voz alta para que un mecanismo extraño se activara.
El portal comienza a moverse hacia nosotros, al principio es tan lento que nos permite alejarnos unos metros haciéndonos creer que podemos escapar, sin embargo, la velocidad cambia de pronto, provocando que se mueva más rápido y termine por engullirnos.
Durante la caída, mis ojos se cierran con algo de temor y el vértigo se acumula en mi estómago dándome unas náuseas horribles. Mi cuerpo se estrella contra el piso de manera violenta haciendo que un dolor agudo se apodere de mí, después de unos segundos, las molestias comienzan a difuminarse permitiéndome saber que no me he fracturado nada.