Thantia

XV

Parris cierra la puerta detrás de él antes de mirarme con una media sonrisa dibujada en sus labios.

  —Tengo que admitir que estoy impresionado.

  —Esa era claramente mi meta—digo con una mueca en el rostro—, ahora que la he cumplido y mi mundo ha vuelto a cobrar sentido, creo que puedo morir tranquila.

Lo escucho reír por lo bajo mientras tomo mi estómago intentando no vomitar.

Creí que lo peor de la cena sería el plato fuerte—el cual comí tratando de no mantener los bocados durante mucho tiempo sobre mi lengua—, pero estaba muy equivocada porque el postre se trató de un pastel marrón de consistencia pegajosa y sabor amargo.

Estoy de muy mal humor, la mezcla de sabores en mi boca hace que mi estómago se revuelva una y otra vez.

Necesito una menta.

  —Si te sirve de consuelo, mis padres están molestos de que no te quejaras ni un poco—mete las manos a sus bolsillos despreocupado mientras analiza su alrededor.

Estamos dentro del estudio de los Eiran que es, a simple vista, mucho más ostentoso que el que hay en la casa de los Marci.

Los ornamentos, a diferencia de los del comedor, son dorados y muy brillantes, no me sorprendería saber que han utilizado algún hechizo para mantenerlos de esa manera.

  —¿A tus padres no les parecerá raro que estemos encerrados aquí dentro?—Parris se acerca a uno de los grandes libreros en la habitación acariciando el lomo de cada libro y leyendo por el camino el título de cada uno.

  —Están demasiado enojados, así que les llevará un momento darse cuenta, y si me ayudas a buscar en vez de quedarte ahí parada, saldremos antes de que aten los cabos.

  —No creo que tus padres guarden cosas importantes en este lugar—me acerco al escritorio y revuelvo algunos papeles con desgana.

La forma en la que las cosas están ordenadas sobre la superficie de madera de manera y el que no haya ningún tipo de fotografía por ningún lugar me hace notar lo impersonal de la habitación reforzando mi teoría.

  —¿Por qué no?—pregunta hojeando un libro de pasta negra—, tus padres lo hacen.

  —Bueno, los Marci no tienen nada que esconder—él me mira con una ceja enarcada—, sin ofender—levanto mis manos en señal de inocencia.

Parris suspira resignado y regresa el libro a su lugar.

  —Quizá tienes razón—se recarga en el librero y se cruza de brazos haciendo que la tela de su traje se pegue aún más a su anatomía—, pero debe haber alguna pista en algún lugar.

  —Y la hallarás eventualmente—me hace sentir mal la desesperación que se refleja en su rostro al oír mis palabras—, Parris...

  —El tiempo está corriendo, Skylar—no me mira, sus ojos aceituna se mantienen clavados en el suelo mientras habla—, el abuelo no va a detenerse, lo que significa que si no hago algo al respecto, tú podrías...

  —Morir—completo por él y trago saliva—, lo sé, pero justo ahora, no siento que me importe demasiado.

  —No dejaré que ocurra—dice decido antes de caminar hasta mi lado y tomarme por los hombros—, no dejaré que el abuelo te haga daño si puedo evitarlo.

Cuando termina su frase, sus labios se estampan en los míos de manera tan inesperada y brusca que me deja aturdida unos segundos antes de que pueda corresponderle el gesto.

Mis brazos toman posición alrededor de su cuello de manera torpe intentando atraerlo más a mí, Parris toma mi cintura delicadamente enviando una descarga eléctrica que recorre todo mi cuerpo.

Mi cabeza no es capaz de procesar lo que está sucediendo, pero me dejo llevar porque se siente bastante bien.

Él comienza a movernos sin despegarse de mí, de alguna manera termino sentada sobre el escritorio del estudio disfrutando del momento. Nuestras bocas se mueven en sincronía provocando que un suspiro involuntario se escape de mis labios como evidencia de lo mucho que gozo lo que sucede entre nosotros.

  —Menos mal que he sido yo quien ha abierto la puerta—la voz de Kendra hace que nos separemos inmediatamente como si nos hubiera echando un balde de agua fría—, mamá se volverá loca cuando se entere de ustedes dos—suspira de manera dramática—, y yo que de verdad me creí el cuento de que la traerías a casa por pedido de la abuela.

  —Mamá no lo sabrá porque tú no se lo dirás—Parris me suelta dándome algo de espacio para que me levante del escritorio y alise mi falda. Él acomoda su saco intentando parecer desinteresado aunque puedo percibir cierto rubor en sus mejillas que podría haberme hecho sonreír en cualquier otro momento—, ¿necesitas algo?

  —Papá me pidió que los buscara, quiere verlos a ambos en la estancia—me mira con una sonrisa cómplice—, no lo admitirán en voz alta, pero están impresionados de que hayas terminado toda la comida sin hacer ni una mueca de desagrado.

  —Bueno, te sorprendería saber las cosas que tuve que comer cuando era pequeña—me encojo de hombros—, supongo que eso me ayudó a no vomitar, ¿qué diablos comí de cualquier forma?



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En el texto hay: elementos, academia, thantia

Editado: 11.10.2019

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