Mis ojos se abren acostumbrándose a la luz que entra en la habitación. Todo luce particularmente diferente frente a mí ahora mismo, solo que sé perfectamente que no es así.
Soy yo la que está diferente y que ha cambiado drásticamente.
Me giro lentamente hacia el lado opuesto de la cama encontrándome con los ojos aceituna de Parris examinándome con atención igual que antes de que el cansancio al fin me venciera.
—¿Al menos dormiste algo?—pregunto con la voz algo ronca.
—No pude hacerlo, tenía miedo de despertar y descubrir que todo había sido un sueño—sus palabras me hacen suspirar—, uno bastante vívido y entretenido—dice con una sonrisa juguetona que provoca en mis mejillas un leve color rojo.
Una de sus manos viaja hasta mi rostro y toma uno de los mechones dorados que caen libremente sobre el.
—Creo que te quiero, Parris.
La frase escapa de mis labios de manera natural mientras lo miro atentamente.
Él se queda quieto un segundo e incluso me parece que ha dejado de respirar. Sé que lo he sorprendido porque su mirada me escanea una y otra vez buscando algún rastro de que miento en mi rostro.
Pero no lo hago.
Parris se acerca a mí y deposita un largo beso en mis labios una vez que ha salido del shock inicial.
En cualquier otro momento me podría haber molestado que él no me dijera lo mismo, pero cuando se despega de mí y esboza una sonrisa genuina, siento que no lo necesito.
—Creo que debo irme—Parris se levanta sin molestarse si quiera en cubrirse un poco logrando que me sonroje nuevamente—, si nos apuramos estoy seguro de que aún podemos llegar a pociones.
—Espera, ¿qué?—me incorporo en la cama confundida mientras lo veo recolectar sus prendas esparcidas por toda la habitación una a una—, ¿qué hora es?
—Nos perdimos el almuerzo y la primera hora si eso es lo que quieres saber.
—¿Y por qué no me despertaste?—me levanto alarmada dirigiéndome a mi vestidor.
—Bueno, lo consideré, pero lucías demasiado cansada—tomo unos jeans desgastados y una blusa para arrojarlos sobre la cama—, no es que pueda culparte, estuviste muy ocupada y apenas tuviste tiempo para dormir.
A pesar de que no veo su rostro puedo reconocer la burla en su voz y otra vez logra hacerme sonrojar.
Me asomo desde el vestidor para reclamarle, pero a cambio recibo un beso de despedida antes de verlo salir con su ropa algo arrugada.
Me quedo estática unos segundos intentando asimilar todo lo que pasó, aunque sospecho que necesitaré más tiempo.
Mi cabeza me recuerda que debo apurarme o perderé pociones, así que me doy una ducha rápida y me arreglo en un tiempo récord.
Cuándo estoy apunto de salir, la puerta de la habitación se abre dejándome ver a Parris con ropa distinta y con el cabello todavía húmedo.
—¿Lista?
Mi ceño se frunce debido a la confusión, pero luego lo recuerdo de golpe y ruedo los ojos fastidiada.
Claro, lo había olvidado.
Parris se hace a un lado para dejarme pasar una vez que me he colgado la mochila al hombro.
Afortunadamente no hay gente por los pasillos que puedan vernos a excepción de la chica pelirroja en la recepción que no nos quita los ojos de encima.
—Tu abuela lo sabrá—murmuro mientras pasamos junto al lago—, se enterará de que hemos faltado a la primer hora y conectará puntos.
—La directora—me mira con intención—, no lo sabrá, está demasiado ocupada como para preocuparse por esto.
La campana que anuncia el final de la hora suena y ambos nos apresuramos hacia el invernadero donde el profesor Northwich está parado y sonriendo como siempre.
Le devuelvo la sonrisa adentrándome en el lugar y tomando mi puesto en el mesón junto a Parris.
Los demás estudiantes comienzan a entrar también, algunos nos miran con algo de suspicacia logrando que me ponga incómoda.
Miro al chico de ojos aceituna quien se limita a mirar al frente con aburrimiento e indiferencia hacia lo que pasa a su alrededor.
El profesor Northwich comienza la clase anotando con letras enormes en el pizarrón el tema de hoy.
"Poción de invisibilidad"
—¿Alguien puede decirme cuánto tiempo se necesita para prepararla?—deja la tiza a un lado y choca su manos para quitar los residuos blancos que esta le dejó.
Una chica que no conozco levanta la mano con una velocidad impresionante.
—Un mes exacto después de la preparación inicial, hay que esperar para que los ingredientes se asienten en la mezcla y puedan brindarnos así el efecto deseado—el profesor Northwich asiente complacido por su respuesta y la chica le guiña un ojo al chico a su lado haciéndolo sonrojar.
—¿Qué hay de los ingredientes?—la mima chica levanta la mano—, ¿alguien que no sea la señorita Trinkhel?
—Extracto de cycad de Madera—comienzo a recitar haciendo un gran esfuerzo para recordar toda la información que leí del libro de mis padres y que almacené en mi cerebro—, pétalos de flor de cosmos, raíz de Euphorbia y tallo de Silene Tormentosa.