CAPÍTULO 2 –
Ha-eun tragó saliva tan fuerte que Jisoo la escuchó.
—¿ÉL es el dueño...? —repitió, con la voz quebrándose como si estuviera viendo su propia muerte social en cámara lenta.
Kang Min-jae seguía mirando su currículum como si analizara un papel de basura reciclable.
—¿Tu nombre? —preguntó sin levantar la vista.
Ha-eun abrió la boca.
Nada.
Ni un sonido.
Su cerebro se había ido de vacaciones sin avisar.
Jisoo le dio un codazo tan fuerte que casi la manda a la Luna.
—¡Ha-eun! ¡Tu nombre! —susurró con los dientes apretados.
—¡Ah! Sí, soy... soy... —respiró hondo—. Park Ha-eun.
Finalmente, Min-jae la miró.
Error.
Gran error.
Porque sus ojos oscuros, fríos y perfectamente insultantes la hicieron sentir como si estuviera siendo evaluada por un juez profesional de
"personas inútiles".
—Ya veo —dijo él con un tono suave, pero cortante—. La chica que casi se tira debajo de mi auto.
Ha-eun parpadeó, ofendida.
—¡Yo no me tiré! ¡Usted manejaba como si el pavimento estuviera en oferta!
Jisoo abrió mucho los ojos.
Dohan, el gerente, tosió para contener la risa.
Min-jae ladeó la cabeza, visiblemente irritado.
—¿Siempre les hablas así a tus posibles empleadores?
—No —respondió Ha-eun, cruzando los brazos—. Solo a los que casi me atropellan.
Hubo silencio.
Silencio incómodo.
Silencio que podría matar a un cactus.
Jisoo se deslizó discretamente hacia atrás, buscando una ruta de escape por si Min-jae decidía lanzarlas a la calle.
Finalmente, él habló.
—Tienes experiencia como... —leyó el currículum— "barista asistente de emergencias".
Ha-eun sonrió con orgullo.
—Sí. Era tan rápida que... bueno... a veces tiraba cosas. Pero aprendí muchísimo.
Min-jae arqueó una ceja.
—¿También aprendiste a derramar bebidas sobre tu jefe?
Como un rayo, Ha-eun recordó la traición de sus pies esa mañana. La bandeja volando. El café cayendo en cámara lenta sobre un traje carísimo. Su despido inmediato.
Su alma lloró.
—Eso... fue un accidente. Mis pies tienen vida propia.
Min-jae volvió a mirar el papel, luego a ella. Y suspiró como si estuviera lidiando con un fenómeno natural imposible de controlar.
—Habla con el gerente para una prueba de habilidades —dijo finalmente—. Si pasas, te contrato.
Ha-eun abrió los ojos.
—¿E-en serio?
Min-jae no respondió. Ya estaba caminando hacia la oficina al fondo, como si verla le diera dolor de cabeza.
Jisoo agarró a Ha-eun por los hombros.
—¡¡AMIGA, ESO ES UN SÍ!! —gritó en un susurro histérico.
Ha-eun se tocó el pecho.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué la vida es tan rara? ¿De verdad me va a dejar trabajar aquí después de que le grité?
—Tal vez le gustaste —dijo Jisoo con malicia.
Ha-eun escupió aire como si fuera agua bendita.
—¡¿Qué cosa?! ¡¿Gustarle?! ¡Ese hombre me odia! ¡Me mira como si yo fuera un error del sistema!
Jisoo se encogió de hombros.
—En los dramas siempre empiezan así.
Ha-eun, ya imaginándose escenas dramáticas en slow motion, negó enérgicamente.
—No, no, no. Yo solo quiero un trabajo, no un protagonista arrogantemente guapo que arruine mi vida.
Pero justo en ese momento, desde la oficina, se escuchó la voz profunda de Min-jae:
—Dohan, asegúrate de que no rompa nada costoso.
Ha-eun se desplomó en la mesa más cercana.
—Voy a morir...
Dohan la guió a la cocina de la panadería, que parecía un templo resplandeciente de acero inoxidable.
—No te preocupes, solo es una pequeña prueba —la tranquilizó él con una sonrisa dulce.
Esa sonrisa podría curar enfermedades, pensó Jisoo desde la puerta mientras lo miraba como si fuera un ángel.
—Quiero que prepares un café básico y un americano —explicó Dohan.
—¡Eso puedo hacerlo! —dijo Ha-eun con determinación...
Cinco segundos después:
¡PSSSSSHHHH!
La máquina expulsó vapor como si fuera un dragón.
—¡AY AY AY! ¿Por qué me ataca? ¿QUÉ LE HICE? —gritó Ha-eun saltando hacia atrás.
Dohan corrió a ayudar.
—Tranquila, tranquila, no muerde —dijo mientras la calmaba.
Ha-eun, con la cara roja, asintió repetidamente.
Después de tres intentos fallidos, dos cafés apocalípticos y uno que sabía sospechosamente a quemado y a derrota, logró hacer uno decente.
—Este... está... bien —dijo Dohan, sonriendo.
Ha-eun sintió que el cielo se abría.
—¿Entonces... pasé?
Dohan se rascó la nuca.
—Yo diría que... potencial tienes.
En ese instante, Min-jae salió de su oficina.
—¿Ya terminó la prueba? —preguntó.
Ha-eun tragó saliva.
Dohan levantó el pulgar.
—Sí. Y creo que tiene talento.
Min-jae la miró fijamente. Tan fijamente que Ha-eun sintió que estaba viendo su historial de fracasos.
—Bien —dijo finalmente—. Empiezas mañana.
Silencio.
Ha-eun se quedó inmóvil.
Jisoo gritó.
Dohan sonrió.
Min-jae se dio la vuelta y regresó a su oficina sin darle importancia.
Ha-eun finalmente reaccionó.
—¡¡ME CONTRATÓOOO!! —chilló, alzando los brazos—. ¡JISOO, SOY UNA EMPLEADA FORMAL! ¡SOY UNA ADULTA ÚTIL!
Jisoo la abrazó fuerte.
—Estoy tan orgullosa de ti, desastre humano.
Mientras celebraban, Ha-eun no notó que Min-jae, antes de cerrar la puerta de la oficina, la observó por un segundo más... con una expresión que ella no había visto:
Interés.
Aunque él mismo no entendía por qué.
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Omg esto se está poniendo bueno jajaja... Y yo quiero más, sino moriréeee (Creando drama muy dramático) jajaja bueno, bueno decidí probar con esta nueva historia porque siento que estos personajes te hacen conectar muchísimo y espero les pueda gustar y pues todos a bordo, el expreso del amor va a salir... Ahora por otra parte, que piensan que pasará en el siguiente capítulo? Será que Ha-eun hará otro desastre y Kang la echará?