The bakery next door

La cena, el capitán calzoncillos y la novia falsa.

CAPÍTULO 11 –

El auto negro avanzaba silencioso por la carretera, pero dentro de él...

la tensión podía cortarse con un cuchillo de postre.

Ha-eun mantenía las manos sobre sus piernas, rígida, como si fuera a rendir un examen final sin haber estudiado.

Kang Min-jae manejaba con su expresión habitual de acidez crónica, pero con un toque extra de frustración.

—Escuche bien, Ha-eun —dijo él, serio—. Cuando estemos adentro, diremos que nos conocimos en el Moonlight Bakery. Usted iba a comprar pan y yo estaba allí revisando cuentas.

Se miró por un segundo en el retrovisor y luego continuó—. Nos hicimos amigos. Y después... comenzamos a salir.

Ha-eun abrió los ojos como si le hubieran dicho que memorice todos los planetas del sistema solar al revés.

—¿A-amigos? ¿Saliendo? ¿Yo? ¿Usted y yo? ¿En qué dimensión? —preguntó con trauma evidente.

Kang frunció el ceño.

—No haga preguntas innecesarias. Solo memorícelo. No es tan difícil, Ha-eun. En serio.

Ella hizo un puchero, bajando la mirada.

—Yo... lo intentaré.

—También debe recordar que usted es... —hizo una pausa incómoda—. Una persona que admiro. Y que me hace sentir... cómodo.

Ha-eun lo miró como si hubiera visto a un alienígena.

—¿Yo qué?

—¡No lo repita! —explotó él, sonrojándose apenas—. Solo dígalo si la abuela lo pregunta.

Ha-eun lo anotó mentalmente como si fueran ecuaciones de física cuántica.

En la mansión de infarto...

Cuando el auto entró a la propiedad, Ha-eun abrió la boca y casi se traga la noche entera.

—¿Qué es... esto? —susurró, impresionada.

La mansión parecía sacada de una película: jardines perfectamente podados, luces cálidas, fuentes, estatuas...

Era demasiado.

Kang la miró de reojo.

—Recuerde lo que dijimos: personaje. Es una actuación. Entramos, fingimos, salimos. Después le diré a la abuela que terminamos y fin.

—Sí... —asintió ella, tragando saliva—. En personaje. Actuar. No estropear nada. Sí.

Pero su mirada decía:

"Voy a morir. Definitivamente voy a morir hoy."

Y La abuela entra en escena

Apenas entraron, la abuela apareció desde el pasillo con una sonrisa maliciosa, como si ya supiera todo.

—¡Mi Min-jae! —exclamó con alegría, aunque con un tono de burla evidente—. Y... ¿esta quién es?

Kang aclaró la garganta.

—Abuela, ella es... —carraspeó la garganta como tratando de procesar lo que diría —Ha-eun. Mi novia.

La abuela lo miró, luego la miró a ella, luego otra vez a él.

—Ya veo... —sonrió como una zorra astuta.

Ha-eun hizo una reverencia torpe.

—Mucho gusto, señora.

—Ay, por favor, ¿qué señora? Llámame abuela. —Y le tomó la mano—. Ven, siéntate junto a mí. Quiero conocerte.

La cena comenzó y la abuela no perdió tiempo.

—Dime, Ha-eun... ¿qué te gusta de mi nieto?

Ha-eun casi se atraganta con el agua y tuvo un ataque de tos tan poderoso que golpeó la mesa con la mano.

Kang cerró los ojos en resignación.

—Es que... —Ha-eun improvisó—. Él... es... tan... responsable.

La abuela rio con picardía.

—Oh, sí. Siempre ha sido muy serio. Excepto cuando era niño...

Kang giró la cabeza lentamente, horrorizado.

—Abuela, no.

Pero ya era tarde.

—Cuando tenía seis años se ponía los calzoncillos en la cabeza y corría gritando que era el capitán calzoncillos.

Ha-eun apretó los labios con fuerza.

La risa quería salir.

Era imposible contenerla.

Tomó agua para disimular.

Error.

La tos regresó y casi la escupió del ataque de risa.

Kang enterró la cara en una mano.

Estaba rojo.

Pero rojo de ridículo, furia y vergüenza en partes iguales.

—Abuela... por favor.

—¿Qué? Era adorable. —Ella siguió contando—. Y cuando tenía ocho años lloraba si no le dejaban dormir con su peluche de ardilla.

Ha-eun ya tenía lágrimas en los ojos de tanto contener la risa.

Se imaginó a Kang niño, abrazando una ardillita de peluche...

Era demasiado tierno.

Kang golpeó suavemente la mesa.

—Ya es suficiente.

Pero no lo era.

La abuela se levantó de pronto, abrió un cajón y sacó un álbum de fotos.

Kang casi se cae de la silla.

—No.

—Sí —dijo la abuela victoriosa—. Mira, Ha-eun.

Le mostró fotos del pequeño Min-jae:

Uno con el calzoncillo en la cabeza, disfrazado de conejo

y dormido con la ardilla de peluche.

Ha-eun sintió el corazón hacerle pudín.

Kang era... adorable.

No lo podía creer.

Él, mientras tanto, sentía arder sus mejillas e incluso el cuello.

Estaba arrepentidísimo de haberla traído.

Cuando la cena terminó, la abuela tomó las manos de Ha-eun.

—Eres encantadora. Justo lo que mi nieto necesitaba.

Entonces sonrió con esa mirada que provocaba miedo y ternura a la vez—. Este fin de semana es mi cumpleaños. Tienes que venir, querida.

Kang intervino rápido:

—Abuela, Ha-eun estará ocupada.

—¡Boberías! —respondió la abuela—. Si no viene, me dará un ataque al corazón y moriré.

Miró a Ha-eun con ojos dramáticos—. ¿Quieres cargar con esa culpa?

Ha-eun sintió que el alma se le escapaba por un oído.

—N-no... claro que no... iré.

—¡Perfecto! —celebró la abuela.

Kang apretó los dientes.

Era inútil discutir.

El camino de regreso fue silencioso.

Incómodo.

Incendiado por todo lo ocurrido.

Cuando llegaron al edificio de Ha-eun, Kang se aclaró la garganta.

—No... no debe contarle esto a nadie. ¿Entendido?

Ha-eun asintió rápidamente.

—No diré nada, señor Kang.

Él respiró hondo, como si aún estuviera indignado por el álbum de fotos.

—Bien. Mañana... temprano. Como siempre.

—Sí, señor Kang.

Ella abrió la puerta del auto para bajar.

Antes de que lo hiciera, él la llamó:

—Ha-eun.

—¿Sí?



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En el texto hay: romance, kdrama, jefeyempleada

Editado: 27.12.2025

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