The bakery next door

Tormenta del terror con la abuela

Capítulo 15–

La lluvia empezó como un murmullo suave.

Luego se convirtió en un diluvio brutal, con vientos que hacían vibrar cada ventana de la casa de la familia Kang.

Los relámpagos iluminaban la sala y el trueno llegaba medio segundo después, retumbando como si cayera justo en el patio.

Ha-eun estaba acurrucada junto a la ventana, observando la cortina de agua con una mezcla de respeto y alivio.

—Parece que... que... que... —dijo señalando la montaña oculta entre nubes densas— no podremos... ir a esa... excursión... peligrosa.

Kang, sentado a su lado, suspiró de alivio sin disimularlo.

—Gracias, clima. Te juro que te respeto más que nunca —murmuró, como si el cielo lo estuviera escuchando.

Ha-eun asintió con entusiasmo.

—Hoy no moriremos por culpa de las ideas extremas de su abuela.

Pero justo ahí, como si la hubieran invocado, apareció la abuela Kang.

Llevaba una linterna bajo el rostro, iluminándose como si fuera un espíritu ancestral, y sonrió con todos los dientes.

—¿Quién dijo que la diversión se terminó?

Kang cerró los ojos.

Ha-eun tragó saliva.

Un trueno explotó como para agregar dramatismo.

—N... n... n... —Ha-eun intentó hablar, pero el miedo la traicionó—. Te, te, te... rror.

Kang torció los ojos, exasperado.

—Por favor, dígame que no... —dijo mirando a su abuela.

La abuela levantó la linterna aún más.

—Hoy será noche de... ¡historias de terror!

Ha-eun se aferró al brazo de Kang en automático, como un koala asustado.

Él la miró, al principio molesto... pero luego suspiró resignado y no la apartó.

Media hora después, estaban todos en la sala, la luz apagada, con solo una vela parpadeando.

La abuela se aclaró la garganta con teatralidad.

—Esta historia ocurrió hace muchos años... en esta misma montaña...

Ha-eun cerró los ojos con fuerza.

—Ya empezamos mal... —susurró Kang.

La abuela continuó:

—Dicen que cuando la tormenta ruge... un espíritu aparece buscando compañía...

Ha-eun soltó un gemido agudo y se encogió más, enterrando la cabeza en el brazo de Kang.

—No me aplaste —le reclamó él, aunque no la apartó—. No existen. Son historias.

Pero la abuela estaba inspirada.

Cada vez que mencionaba una sombra, un ruido extraño, o un espíritu vagando por la montaña, Ha-eun saltaba, pegaba un brinco o lo agarraba más fuerte.

—Y cuando el espíritu encuentra a alguien solo... —dijo la abuela bajando la voz.

Ha-eun chilló:

—¡Ay no, no, noooo!

Kang la miró con cara de "estoy cansado de mi vida", pero igual la acomodó para que no se cayera del sofá del susto.

—¿Ve? Así no se disfruta la historia —murmuró él.

La abuela sonrió satisfecha de su caos.

Después de las Historias...

Cuando terminaron, Ha-eun seguía temblando.

—Solo son cuentos —insistió Kang mientras iban al pasillo—. No hay nada. Nada. Cero fantasmas.

Un trueno retumbó. Ha-eun se pegó a su espalda como un pegoste humano.

—Le dije que no hay nada —repitió él, aunque le tembló un poco la voz.

Entraron a la habitación. La lluvia golpeaba fuerte. La noche estaba tan oscura que parecía tinta.

—Voy a dormir —anunció Kang, tirándose en el futón—. Y por favor, no empiece con lo del mosquito de nuevo.

Ha-eun se cubrió con la manta hasta la nariz.

—¿Cree que... que... haya espíritus aquí? —preguntó en voz muy baja.

—No. —Kang rodó los ojos—. Ya duerma.

Ha-eun asintió... pero sus ojos estaban enormes, vigilando cada rincón como si algo fuera a salir de ahí.

Afuera, en el pasillo, la abuela sonreía como villana profesional.

—Hora de la operación "Susto Perfecto" —susurró.

Armada con un kimono blanco, una peluca larga y un tambor pequeño que hacía ruidos raros, se colocó fuera de la puerta.

Empujó ligeramente.

La puerta chirrió.

Ha-eun y Kang la escucharon al mismo tiempo.

—¿Qué fue eso? —susurró Ha-eun.

—El viento —respondió Kang seguro... aunque tragó saliva.

La abuela pasó una mano por la rendija, mostrando apenas los dedos.

Ha-eun vio la sombra y dejó escapar un chillido que hizo vibrar la ventana.

—¡AHHHHHH!

Kang dio un salto.

—¡¿QUÉ FUE?! —gritó.

La abuela lanzó un gemido fantasmagórico.

"Uuuuuuuuuuuuuuuh... ¿Están despiertooooos?"

Ha-eun se tiró encima de Kang.

Kang se enredó en las mantas y cayó al suelo.

—¡Es un fantasma! —gritó ella.

—¡NO EXISTEN! —gritó él... pero la voz le salió temblorosa.

La abuela metió la cabeza lentamente en la habitación.

Pelo sobre la cara.

Kimono blanco.

Linterna desde abajo.

Los dos gritaron al mismo tiempo:

—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!

Ha-eun se aferró al cuello de Kang.

Kang la abrazó por puro instinto de supervivencia.

—¡AYUDAAAAAA! —gritó Kang.

La abuela levantó la linterna.

—¡Buuu! —dijo con ternura.

Silencio.

Kang parpadeó.

Ha-eun dejó de temblar por un segundo.

—...¿Abuela? —preguntó Kang con el alma destruida.

La abuela sonrió inocente.

—Solo estaba probando su valentía. —Y se fue feliz como si nada.

Los dos quedaron abrazados en el futón, respirando rápido... pero sin soltarse.

Hasta el Amanecer

No sabían en qué momento dejaron de temblar.

Ni en qué momento el abrazo dejó de ser del susto y se volvió... cómodo.

Solo sabían que, sin planearlo, terminaron durmiendo así:

Acurrucados.

Cercanos.

Tranquilos.

La tormenta afuera seguía, pero entre ellos había paz.

La Mañana Siguiente

Ha-eun despertó con el sonido de un ronquido suave.

Parpadeó varias veces, confundida.

Kang tenía un brazo rodeándola.

Su rostro estaba a centímetros del suyo.

Ella estaba acurrucada contra su pecho como si fuera lo más natural del mundo.



#2227 en Novela romántica
#689 en Otros
#265 en Humor

En el texto hay: romance, kdrama, jefeyempleada

Editado: 27.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.