The bakery next door

Pesca con la abuela

CAPÍTULO 18–

De nuevo en la excursión...

Ambos tenían las mejillas encendidas.

Y entonces apareció la abuela.

—¡Buenos días, mis tortolitos! —dijo entrando como un rayo de energía.

Kang cerró los ojos con resignación.

—Abuela. No somos—

—Hoy iremos de... ¡PESCA! —anunció triunfalmente.

Ha-eun se congeló.

De pronto, su imaginación hizo de las suyas:

Ella y Kang en medio de un lago infinito, atrapados en un bote diminuto, sin orilla cercana, sin escapatoria...

Música de suspenso sonaba en su cabeza.

Ella giraba en cámara lenta mirando el agua oscura...

—¿Por qué siento que eso suena como el inicio de una película de terror...? —susurró con voz traumada.

Kang soltó un resoplido.

—No puede ser real... ¿por qué siempre inventa cosas raras?

La abuela ignoró ambos comentarios.

—Diez minutos, prepárense —ordenó, casi militar.

Ha-eun y Kang se miraron.

Ambos suspiraron.

Y fueron.

Rumbo al lago

El paisaje era precioso: árboles altos, aroma a pino y el sonido tranquilo del agua chocando contra las orillas.

La abuela instaló la silla plegable, una hielera y un termo enorme como si fuera a quedarse ahí tres días.

Mientras tanto, Kang y Ha-eun subieron al bote pequeño asignado para ellos.

—Esto va a ser un desastre... —murmuró Kang.

—Estoy de acuerdo —respondió Ha-eun, acomodándose su chaleco salvavidas que le quedaba gigante.

Pesca, paciencia... y Ha-eun...

Los primeros cinco minutos fueron puro silencio.

Ha-eun estaba sentada, balanceando los pies, mirando el agua.

A los ocho minutos... ya estaba aburrida.

—Creo que no voy a pescar nada —dijo desanimada—. Soy muy desafortunada para estas cosas.

Y empezó a tararear una canción alegre.

Kang la miró lentamente, como si necesitara fuerza divina.

—La pesca es para estar en calma —dijo con tono seco.

—Ah sí, claro —respondió ella... y empezó a silbar.

Ese silbido corto, seco.

Luego agudo.

Luego desafinado.

Luego más fuerte.

—...Ha-eun —dijo Kang, con los ojos entrecerrados.

—¿Sí?

—Por favor. Silencio.

Ella se cruzó de brazos, ofendida, pero terminó suspirando profundamente, exagerando como si estuviera en un spa.

—Haaaaaa... —suspiró fuerte.

Kang la fulminó con la mirada.

—Haaaaa... —repitió ella, disfrutando molestarle.

Kang apretó los dientes.

—¿Por qué... —dijo entre pausas, conteniéndose— Es tan desastrosa? ¿Y por qué nunca... nunca se calla? Irrita a cualquiera.

—¡¿Desastrosa?! —Ha-eun abrió la boca indignada—. ¡Y usted es insoportable! Esa cara de acidez que pone me enloquece.

Kang frunció aún más el ceño.

—Yo no tengo ninguna cara de acidez.

Ha-eun levantó las manos.

—¡Sí la tiene! Y sobre todo cuando llego en la mañana al bakery. Siempre está con esa mirada de "¿por qué respiraste hoy, Ha-eun?" ¡Me vuelve LOCA!

—No tengo esa mirada.

—Sí la tiene.

—NO.

—SÍ.

Estaban en pleno combate verbal cuando Ha-eun sintió un tirón fuerte en la caña.

—¡Ah! —gritó.

Kang se enderezó.

—¿Qué pasa?

—Creo que atrapé un pez... ¡Ay, ay! ¡Está jalando muy fuerte!

El bote se movió.

Ha-eun tiró hacia atrás con toda su fuerza y perdió el equilibrio.

—¡NO—!

Y cayó al agua.

Pero antes de hundirse, agarró el brazo de Kang con desesperación.

—¡AHHH! ¡SUÉLT—!

Demasiado tarde.

Kang cayó con ella.

Los dos hicieron un gran splaaash.

El agua estaba fría.

Ha-eun salió a la superficie pataleando frenética.

—¡No sé nadar! ¡No sé nadar! ¡Me voy a moriiir!

—¡Deje de moverse! —dijo Kang, nadando hacia ella—. ¡Se va a hundir más!

—¡Pero no sé nadar! ¡No sé nadarrrrr!

—¡Ya lo sé, no soy sordo! —replicó él mientras la sujetaba por la cintura—. ¡Cálmese!

Ella se aferró a su cuello como si su vida dependiera de ello. (Que en pocas palabras si era así)

Poco a poco su respiración se estabilizó.

Y entonces...

Algo cambió.

Ha-eun abrió los ojos y lo miró.

Kang la miró también.

El sol brillando sobre el agua, las gotas en sus pestañas, las respiraciones entrecortadas...

Por un instante, el mundo se detuvo.

No había ruido.

No había pelea.

No había abuela.

Solo ellos.

Y una distancia tan corta... que ambos la sintieron.

Kang tragó saliva, sin poder apartar la mirada.

Los ojos de Ha-eun bajaron a los labios de él sin querer.

Él también lo notó.

Se quedó inmóvil, atrapado en esa tensión que ardía más que el sol. Y sin pensarlo se estaban acercando...

—¡¿Están bien allá?! —gritó la abuela desde la orilla.

Los dos se separaron como si les hubieran echado agua hirviendo.

—¡ESTAMOS BIEN! —respondió Kang con voz demasiado alta.

—¡Creo que casi me morí! —dijo Ha-eun con los brazos aún alrededor del cuello de Kang.

Kang, con la cara encendida, la llevó nadando suavemente hasta la orilla.

Cuando salieron del agua, Ha-eun estaba temblando un poco.

—¿Está bien? —preguntó Kang, con voz más suave que nunca.

Ella lo miró.

Se mordió el labio.

—Sí... creo que sí.

Pero ambos sabían que algo había cambiado.

Que ese momento bajo el agua había dejado algo suspendido en el aire entre ellos.

Algo imposible de ignorar.

Algo que recién estaba comenzando.

&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&

Ahhhhh esto ya me huele a romance jajaja estos dos pueden parecer agua y aceite, pero aquí hay algo más . Bien dicen que del odio al amor hay un paso y esta excursión lo está demostrando jeje Ha-eun y Kang se están acercando más que nunca. 🤭



#2227 en Novela romántica
#689 en Otros
#265 en Humor

En el texto hay: romance, kdrama, jefeyempleada

Editado: 27.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.