The Boy of the Cross

"El Niño de la Cruz"

¡Talán!¡Talán!

¡Tolón!¡Tolón!

Eran las campanadas provenientes de la torre en la punta de la preciosa iglesia San Antonio de Montpelier, no sólo por el inicio de día, sino por el comienzo de la misa matutina del domingo. Sin embargo, contrario a la calidez que brindaban los colores externos de la iglesia, por dentro sólo se sentían aires de soledad y tristeza.

¿Curioso verdad?

Tantas personas y ninguna lograba consolar su dolor...

Incluso estando en un lugar divino como ese...

Entonces, el padre subió al podio junto a su fiel biblia, la abrió y comenzó en discurso de la mañana frente a todos los creyentes— Hermanos y hermanas, mañana se cumplirán tres años y ocho meses de la desagradable tragedia que se llevó a nuestros seres queridos, así que el sermón de hoy es apocalipsis— Anunció con pesar en su mirada.

Todos los presentes bajaron la mirada y juntaron sus manos en señal de oración. Sin embargo, había un jovencito de adorables ojos verdes y cabello castaño como las avellanas, el cual veía nervioso a su alrededor, la sola mención de aquel día de pesadilla le helaba la sangre. Pero no pudo seguir dudando, puesto que su madre notó ese miedo y sólo lo observó con mucha seriedad, lo que el pequeño tuvo que inclinar su cabeza hacia el frente, con su mente llenándose de preocupación por lo que sucedería después.

Nadie desobedece las leyes divinas...

Luego de un silencioso trayecto de vuelta a las cercanías del bosque Stowe, una granja ubicada en un campo de la zona donde vivía con sus padres, el muchacho de ojos verdes apenas dejó un pie dentro de su proío hogar, fue arrastrado por su madre yendo diecto a su habitación. Apenas se cerró la puerta aquel niño fue empujado a su cama, sentándose de forma brusca mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—¡¿Cómo se te ocurre Lucas?!— Cuestionó la mujer rubia con ira mientras se acercaba a su hijo—¡Era el aniversario de la muerte de sus primos!

En cambio, el mencionado estaba encorbado en su asiento, absorto de la imagen de sus manos llenándose de lágrimas en su regazo; era consciente de que no era aquella aterradora fecha, pero tampoco deseaba molestar a Dios y a sus padres.

—Perdón madre, no era mi intención ofender a mis primos y a Dios— Respondió con temor mientras intentaba limpiar las gotas saladas que caían sin cesar de su rostro.

Por el contrario, su madre tuvo que inhalar profundamente, intentando calmar su furia que le provocaba un nudo en el estómago, luego se sentó junto a su hijo y pasó su mano izquierda por la espalda del joven.

—Ay hijo, no llores... Fue tu error. pero tranquilo, haz diez rosarios y mientras sostienes esto— Musitó con voz dulce pero seca, después con su otra mano se despojó de su bello crucifijo de plata para depositarlo en el cuello de Lucas.

—Y recuerda tesoro... Honra a tu señor y a tus primos, ellos te ven todo el tiempo—Susurró al oído, por último se levantó y salió de allí, no sin antes cerrar la puerta con llave a fuera.

Así que estando sólo, el pequeño Lucas con pasos rápidos y sus ojos llenos de temor cerró las cortinas de sus ventanas, acto seguido encendió en su mesita de noche. Luego, siendo iluminado por la tenue luz, él joven de cabellos castaño brillante se arrodilló sobre la alfombra en el suelo de madera, sus manos puestas en aquella cruz de plata colgante en su cuello terminó apoyando sus codos en el borde de la cama en posición orante.

Entonces dirigió su mirada al techo y comenzó a rezar—Oh Dios padre, perdóname porque he pecado contra tu nombre, apiádate de mí y el alma de mis primos, te lo pido...

¡¡¡Crack!!!

De repente, un estrendo retumbó en el cuarto, con una luz pasando ligeramete por las ventanas, las cuales temblaron; Lucas sintió un escalofrío ante los sonidos, por lo que buscó alivio en aquella figura que lo cuidaba en el cielo.

—¡Dios, no sé quién acabó con la vida de mis primos, pero por favor, líbranos del mal en el bosque!— Suplicó lleno de desesperación sin soltar su crucifijo a pesar de dolerle.

¡¡¡Crack!!!

El estruendo regresó...

Las ventanas se abrieron de golpe, provocando que vientos helados y rápidos entraran a la habitación, rompiendo el ambiente oscuro por la invasión de la ventizca. Por lo que Lucas terminó su oración, se levantó con movimientos torpes para llegar a una de las ventanas que se retorcía con la corriente; al posarse frente a los gélidos bordes de la ventana pudo ver como el cielo era gobernado por inmensas nubes grises de tormenta, a su vez, los imponentes árboles del bosque Stowe eran sacudidos por aire; señal de la inminente tormenta. Así que Lucas tomó la manija de ambas ventanas, listo para cerrarlas,pero sus ojos tan verdosos como un vitral de su iglesia, se toparon con una figura alta y encapuchada que lo veía fijamente desde la entrada del bosque.

El tiempo se detuvo por un instante...

Aquellos ojos celestes que le penetraron el alma sin piedad...

Con sus latidos retumbando en su oido...

El pobre de Lucas de inmediato cerró las ventanas, después la otra, procurando esconderse con ayuda de las cortinas; lo único que pudo hacer fue sentarse debajo de las ventanas apretando esa cruz de plata sobre su pecho, sintiendo su piel erizada y sus dientes temblar sin parar.

Aquel día fue sólo el inicio de sus pesadillas...

Ese ocho de Junio del 2013 poco a poco se hizo más lejano, Pero esa figura jamás lo dejó, nunca apareció frente a él, sino que fue a dónde menos deseaba, su mente.

Por supuesto que le contó a sus padres al día siguiento sobre su situación, ellos se alarmaron de inmediato al oír sus palabras, pero en vez de llevarlo con un especialista fue llevado ante el padre de su iglesia, quien luego de leer las sagradas escrituras con ellos dedujo con que estaba siendo perseguido por un demonio.

Desde ese día sus padres ya no lo ven igual...

Poco a poco aquellas divertidas costumbres en familia comezaron a ser escazas, todas rondaban en torno a su liberación de ese demonio de ojos celestes brillantes: oraciones al levantarse por media hora para limpiar su mente del mal, luego el desayuno con sus padres donde las platicas eran cortas y siempre eran sobre sus visiones, lo mismo en los almuerzos y cenas; solo se consolaba leyendo el único libro no cristiano en su casa, "El gran viaje del guisante". Sin embargo, ni siquiera ese bello cuento podía consolarlo durante las noches, debido a las discusiones constantes de sus padres mientras se prepara para dormir.




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