The boy with the green eyes.

III

Nuestra mascota me ve y siento que analiza mi jugada, cómo si supiera mi andar y sobre todo, si supiera nuestro único secreto.

Siento que incluso, puede leerme más de lo que vos o yo podíamos. Los animales deben ser eternos, ha decir verdad. Pero me rompe el alma verlo tan triste, él sabe que uno de sus papás la está pasando mal.

¿Qué debería hacer para qué él esté feliz al menos? Los mimos están vacíos, pero no porque no hay amor, sino que él siente que no estoy.

Y es que, él tampoco está acá. Ambos estamos en dónde tú estás hoy. Nuestro hogar está entre tu corazón. Y lamentablemente, no sabemos cómo sobrevivir a esta lejanía.

Me duele el alma saber que no podamos verlos, nuestro hijo te extraña. Puedo sentirlo por la forma que me lame la mejilla. Y también, siento que lo hace para decirme que está ahí. Pero no del todo, cómo yo.

Ojitos azules, ¿Sabes lo infeliz qué estoy? Soy tu chico de ojos verdes, llorando en brazos de nuestro hijo. Él sabe que soñé contigo, puedo notarlo. No deja de querer llamar mi atención y en parte se lo agradezco. Aún siento los gritos en mi cuerpo. En mi mente estás ahí, Pero no de la forma que quería. Te veo destrozado, mientras la mímica se reinicia.

"Debemos dejarnos ir".

"No somos buenos ninguno de los dos".

"Te amo, pero también te odio".

Y a pesar que ha pasado un mes, puedo notar aún como ese día mis lágrimas caían. Y entendí, que nada volvería a como antes. L, ¿Volveremos cómo lo prometiste si te digo que estaremos bien? ¿Volveremos a ser la daga y la rosa?




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