The boy with the green eyes.

XIV

Las fiestas pasaron, y con ello pasó tu cumpleaños, parece que le escribo a alguien que ha muerto, ¿Pero es así? En realidad no, pero no tengo a nadie más a quien escribirle.
Sos, serás para siempre mi razón de escribir y con ello, mi musa.
Mi eterna musa.

Me acuerdo que te había hecho un cuaderno con poesía, con todo lo que me venía en la mente, eran recuerdos juntos también. Mis días viéndote, y ahora mismo eso hago, pero cómo te había visto partir de mi vida. Y por supuesto, me quedé sin musa.

Sople unas velas como si hubiera sido mi cumpleaños, noche buena, en dónde todos la pasaban con su familia, yo me la pasé con una torta de tu preferencia, bañada de chocolate y con ganache de chocolate, todo de chocolate y con frutillas. Tus favoritas. Mientras escuchábamos sweet de cigarettes after sex, aquella canción que nos gusta, que bailamos como si fuera una canción digna de un vals, pero ahí estábamos, en nuestro hogar, los dos.
Pero ese día no te tuve y mis piernas se debilitaron mientras sollozaba a la par de la canción, deseando ante el humo proveniente de las velas apagadas, un deseo, aunque fuese efímero...

Pedí verte una vez más, al menos última vez más.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.