Asteria.
Gritos de agonía resuena por todo el castillo. El fuego consume todo a su paso, sin ningún signo de piedad. La sangre inunda todos los pasillos y las paredes, por un momento se podría pensar que es pintura roja, pero no, es sangre de los dioses.
Un niño sale corriendo, su cara llena de sangre y apenas sus ojos me ven, trata de hablar pero no lo logra. Una sombra se clava en su garganta y muere al instante.
Sigo caminando, tratando de no ver los cuerpos a mi alrededor, el olor a la sangre inunda todo el lugar y eso provoca que haga una ligera mueca de desagrado. Una mano me agarra de la pierna y observo en silencio al chico.
Manchó mi pantalón blanco.
—Traidores — dice con dificultad antes de toser y escupir sangre.
Me aparto de inmediato y me alejo rápidamente de él, queriendo no escuchar más sus palabras. Una sombra pasa rápidamente por mi lado y escucho como se clava en el cuerpo del hombre, pero no volteo a ver. No soy capaz, porque si llego a voltear, me voy a arrepentir y voy a cometer un error.
Sigo caminando en silencio, de reojo puedo ver a las sombras pasando alrededor de los cuerpos de los antiguos dioses. Llego a la sala principal y me quedo en mi sitio cuando veo a mi hermano Khawar sosteniendo en el aire a un niño.
El hijo menor de los Kylmä.
El niño solo observa fijamente a mi hermano, no trata de soltarse de su agarre y mucho menos está llorando. Sus ojos rojos observan fijamente a mi hermano y él también hace lo mismo.
Las sombras de Khawar tratan de envolver el cuerpo del niño pero este no lo permite. Pasan los segundos y mi hermano, al parecer se percata de algo, las sombras ya no las controla él, si no el niño. Sus ojos rojos brillan más y las runas de sus brazos brillan entre la sangre seca que tiene en sus brazos.
—Cobarde — gruñe el niño —Necesitando de tu hermana para poder matar a todos los dioses.
Mi hermano lo lanza contra la pared y una de sus sombras sostiene su cuello, ejerciendo cierta fuerza.
—Cierra la boca, Kylmä —escupe con rabia Khawar.
El niño sonríe levemente y sus ojos rojos me observan a mi. Un escalofrío recorre mi espalda y aparto la vista, mantengo mi ojos fijos en el suelo, no queriendo enfrentar la realidad.
Es mi culpa.
Mi respiración se acelera y siento como poco a poco las paredes se hacen más pequeñas, mis piernas se tambalean y caigo de bruces al suelo. Trato de respirar pero no lo logro. Lágrimas traicioneras se escapan y caen al suelo, en dónde está la sangre....
¿Maté a los dioses? ¿A mi familia? ¿Dónde están mis padres? ¿Que he hecho? Niego varias veces, y trato de recordar lo que me ha llevado a esta situación pero no encuentro nada.
Nada.
Jadeo y mis manos comienzan a limpiar la sangre de los dioses, tratando de alguna manera arreglar esto, de lo que fui capaz de hacer, de traicionar a los míos y llevarlos a la extinción.
Una mano cálida se posa en mis mejillas y alzan mi cara, mis ojos se encuentran con los de Khawar, él sonríe levemente y transmite cierta tranquilidad.
—Calma, Asteria —me abraza —Tú hermano mayor está aquí. No dejaré que te pase nada.
Mis manos agarran su camisa con fuerza y otro escalofrío me invade por completo. Mi magia se remueve incómoda y me extraño. Mi hermano me acerca más a su cuerpo y por un momento olvido todo, todos los cuerpos, las sombras y la muerte.
—Estarás bien, ya no sufrirás más — murmura contra mi oído antes de sentir algo frío contra mi pecho.
Jadeo y lo aparto de un empujón, veo un cuchillo negro clavado contra mi pecho y abro los ojos cuando me percato que es una reliquia de los Kylmä. Rápidamente veo a mi hermano confundida y asustada y él solo me observa en silencio.
—¿Qué haces? — siento la sangre en mi boca y la escupo —¡¿Qué mierda haces, Khawar?!
Saco rápidamente mi cuchillo y me abalanzo contra él, su sorpresa es evidente cuando ve que el cuchillo no me hace nada. Me esquiva y trata de usar sus sombras, pero estas no le obedecen. Mis ojos se desvían por un momento y me topo con que el niño Kylmä no está muerto y está controlando las sombras, impidiendoles que obedezcan a mi hermano. Él sonríe levemente y en sus ojos veo la determinación. Abro los ojos sorprendida cuando me percato de que es él quien impidió que el cuchillo me matara y asiento en su dirección, entendiendo lo que quiere que yo haga.
—Solo un hermano sobrevivirá, Asteria. Mátalo —la suave voz del niño inunda mi cabeza.
Mi hermano gruñe y agarra el cuchillo de su bota izquierda, trata de clavarla en mi mano, pero mi magia no lo permite y crea un orificio, desapareciendo así el cuchillo.
—¡Malditos! —escupe con rabia.
Me sorprendo cuando siento la magia del Kylmä uniéndose a la mía, pero no me detengo y clavo en cuchillo en su pierna, mi hermano suelta un gruñido de dolor y me da una patada, y el cuchillo sale volando hasta caer al otro lado de la habitación. Ambos nos observamos y al mismo tiempo nos abalanzamos hacia el cuchillo, muerdo a mi hermano del brazo y una sombra jala su tobillo, dejándolo lejos de mi.
—¡Asteria no lo hagas! — grita desesperado Khawar.
Agarro el cuchillo y cuando siento las manos de mi hermano jalar de mi cabello blanco, me doy la vuelta y lo empujo, Khawar cae de espaldas sobre las escaleras en dónde se encuentra el libro sagrado.
—Te odio —dice con total rabia.
Él trata de agarrar mi cuello pero no lo permito y sin pensarlo, clavo el cuchillo negro en su mano, justo donde está el sello. El grita de dolor y me empuja, observo sorprendida como poco a poco las sombras lo envuelven y comienzan a consumirlo.
—¡Te voy a matar, Asteria! —grita antes de desaparecer por completo.
🌙🌙🌙
Despierto asustada y mis ojos rápidamente observan mis alrededores, me percato de que estoy en mi habitación, la brisa entra desde el balcón y suspiro cuando me doy cuenta que solo fue una pesadilla. Me recuesta otra vez contra mi cama y me quedo allí por unos largos minutos, tratando de asimilar lo ocurrido.