Merikh.
Suspiro cuando sigo sin entender el libro que Dawa me dió hace días atrás. No me he movido de esta silla en todos estos días, la última vez que salí fue cuando Ruel me necesitó para la construcción de la prisión, después de eso me volví a encerrar en mi habitación. Mis dedos trazan las escrituras del libro totalmente distraído, ya la cabeza me duele y me está pasando factura no descansar aunque sea diez minutos, podremos ser dioses, pero igualmente necesitamos descansar aunque sea por unos minutos.
Me recuesto contra la silla y observo en silencio la biblioteca, según palabras de Dawa hay más de mil libros en este lugar, la mayoría no han sido abiertos y al parecer eso seguirá así por un largo tiempo. Dawa me pidió que descifrara el contenido de este libro, y me insistió más cuando había hecho lo mismo con el libro que necesitaba Ruel.
>>—Conseguí este libro detrás de uno de los estantes, estaba en el suelo, pero me llamó la atención el símbolo que tiene en su portada. Trata de investigar y si encuentras algo importante, me dices— Dawa me lanza el libro y se va de mi habitación.<<
Suspiro cuando ese recuerdo fugaz atraviesa mi cerebro y observo el símbolo que está tallado en el libro. La imagen de una calavera con líneas doradas a su alrededor, haciendo contraste con el color del propio libro. Entrecierro los ojos, mis dedos tocan las líneas y estas empiezan a brillar levemente, los ojos de la calavera emiten un extraño brillo rojo y siento mi magia removerse dentro de mi. Aparto mi mano, y todo vuelve a la normalidad, observo mis dedos y veo las manchas negras que siempre han estado allí.
Las puertas de la biblioteca se abren bruscamente y veo a Morana caminar hacia mi dirección. Sus ojos rojos me observan con total seriedad mientras se acerca. Dawa y Morana se parecen demasiado, solo que la primera es más insoportable.
Morana observa el libro entre mis manos mientras se sienta en la silla enfrente de mí. Extiende sus manos y toma el libro, sus ojos brillan y lo abre, comienza a ojear las páginas del libro y por un momento tengo la esperanza de que ella logre entender su contenido, pero se esfuman mis esperanzas cuando la veo fruncir su ceño y cerrar bruscamente el libro y entregármelo.
—Dawa te mandó a leerlo — ni siquiera lo pregunta —Esa perra, queriendo mandar a todos los demás — rueda los ojos.
—Sabes como es ella, y peor sería si alguien tratara de reprocharle, a excepción de Kader y Asteria.
—Porque le tiene miedo a esos dos.—justifica —Dawa sabe que tanto Kader como la misma Asteria tienen más poder que ella, por eso no les discute a ellos— suspira y veo como recoge su cabello negro en una trenza —Si ser un Kylmä significa ser un subordinario de Dawa, preferiría mil veces ser un Knox.
—¿Y tener que aprender a controlar el tiempo? Dime, Morana —cruzo mis brazos sobre mi pecho —¿Cuando has visto a alguno de los Knox?
—Ayer ví a Eline, estaba buscando algunas hierbas medicinales para usarlos como calmantes para su hermana.
—¿La viste? ¿A las hermana Eline? — alzo mis ceja ligeramente sorprendido.
Morana asiente y se encogió de hombros, restándole importancia al tema. De sus manos salen humo negro y la observo en silencio, a los segundos aparecen unas galletas, ella abre el empaque y comienza a comerlo en silencio. Sus ojos rojos me observan por unos segundos y yo encaro una ceja en su dirección.
—No puedes comer aquí.
—No te voy a dar.
Decimos ambos al mismo tiempo, yo frunzo el ceño y Morana rueda los ojos, mientras sigue comiendo sus galletas. Me tenso cuando veo como las migajas caen al suelo, ella sigue tirando las benditas migajas sin ningún tipo de remordimiento, aprieto mis labios y mis dedos sostienen el libro.
—Morana —advierto.
Nuestros ojos conectan y veo un ligero brillo de diversión. El silencio se vuelve tenso y lo único que escucho es como mastica las galletas y caen las migajas. Tenso mi mandíbula cuando veo como una galleta cae al suelo y ella simplemente la recoje y se la come sin inmutarse. Mi paciencia se acaba cuando veo como la bolsa cae al suelo y las migajas salen volando en todas las direcciones, dejando toda la alfombra llenas de suciedad. Sin pensarlo y sin darse cuenta, una de mis sombras jala una de las patas delanteras de su silla y ella suelta un chillido antes de caer de espalda al suelo.
—¡Hijo de...!
Una sombra trata de agarrar mi silla y hacerme caer al suelo, pero simplemente me pongo de pie y se escucha por toda la biblioteca el impacto de la silla contra el suelo. La mujer murmura maldiciones mientras se pone de pie y se sacude las migajas. Suspiro y niego levemente y en un chasquido hago que desaparezcan las migajas de una vez por todas. Entre todo nuestro desastre ciertas cosas cayeron al suelo, por el rabillo del ojo veo el libro también en el suelo.
Frunzo el ceño cuando veo la página del libro que está abierta, es el dibujo de una persona sosteniendo un candelabro en su mano izquierda y en su mano derecha tiene otra cosa, me acerco y agarro el libro entre mis manos, escucho los pasos de Morana también acercándose y ambos vemos en silencio la imagen.
—¿Que sostiene en su mano? — pregunto tratando de darle forma a la extraña cosa.
—¿Un balón?
—Es una cabeza— dice Dawa detrás de nosotros.
Ambos volteamos al mismo tiempo a ver a la mujer de cabello negro, sus ojos rojos están puestos sobre el libro fijamente. Morana y yo nos miramos unos segundos y le entrego el libro de Dawa, ella comienza a leer el texto que está al lado del dibujo. Pasan largos segundos en total silencio, hasta que Dawa sonríe levemente y cierra el libro.
—Que interesante —Dawa chasquea sus dedos y el libro desaparece.
—¿De que hablas, Dawa? — se cruza de brazos Morana.
—Tuve siempre razón. Los Kylmä al parecer si somos cruciales en este universo — sus ojos nos observan a ambos — Vamos a crear un Dios.