— ¿A dónde iremos? — Pregunto la pequeña.
— Al monte Fuji — Respondí Hanabi mientras se concentraba en el camino.
— ¿Al Monte Fuji? — Dijo confundida.
— Es un lugar muy famoso aquí en Japón y puede que nos sirva porque tiene una montaña y está situado el océano pacífico — Respondió el chico.
Llegaron al Parque Nacional de Fuji-Hakone-Izu, salieron del auto y se adentraron en el bosque. Caminaron y caminaron hasta llegar cerca del enorme lago que separaba ese extremo con el volcán.
— Hemos llegado — Dijo Hanabi mientras observaba el volcán.
— ¿Cómo llamaremos al Nian? — Cuestionó la pequeña.
— No lo puedes hacer como la otra vez, intentar llamarlo en tus sueños — Propuso Hanabi.
Emely se recostó a las orillas del enorme lago y cerró los ojos. La oscuridad llegó y todo se había ido. Emely se encontraba en medio de la nada en una zona totalmente oscura.
— ¡Estoy aquí! ¡Aparece! — Gritaba retando a la criatura.
La zona seguía en silencio hasta que de pronto las pisadas de algo enorme se hicieron presente haciendo eco.
— Muestrate — Dijo mientras miraba a todos lados.
De repente la bestia salió de la oscuridad y se poso frente a ella, la miro fijamente, podía sentir el miedo de la pequeña.
— ¿Qué es lo que quieres de mi? — Le cuestionó.
De pronto un cántico se hizo presente «Azuki togō ka, hito totte kuo ka, shoki shoki» seguido por el sonido de algo siendo fregado. Emely volteo y miro a aquel hombrecillo lavando sus frijoles.
— ¡Oh! ¿Eres tú? — Digo el hombrecillo — Creo que deberías correr, correr deberías tú — Agrego.
La vista de la pequeña volvió al Nian que ya se encontraba en posición de ataque. Intento darle un zarpazo, pero Emely reaccionó rápido y empezó a correr.
Mientras tanto Hanabi observaba a una Emely inquieta. Emely corría y corría hasta llegar al borde de una cascada.
— ¿Por qué me pasa esto? — Dijo mientras miraba hacia abajo.
El Nian venía a toda velocidad dispuesto a acabar con su vida así que no tenía más remedio que saltar y así fue. Emely salto al vacío y cayó en la fría agua, entonces fue cuando despertó.
— ¿Qué ocurrió? — Cuestionó el jóven.
— Ya viene — Dijo Emely mientras escupía agua.
Acto seguido un temblor se hizo presente que por un segundo Hanabi pensaba que el volcán iba a hacer erupción, pero no fue así. El agua tranquila del lago empezó a generar ondas que se expandían por todo el lago y de repente apareció aquella bestia frente a ellos.
— ¿Q-qué es eso? — Dijo Hanabi algo nervioso.
— Es el Nian — Respondió Emely con una respiración agitada.
— Debemos volver al auto — Dijo moviéndose lentamente — ¡Ahora! — Exclamó.
Ambos corrieron mientras que el rugido del Nian dió inicio a su persecución. Los árboles caían tras del Nian y un fuerte retumbar se lograba escuchar por todo el bosque.
Emely y Hanabi llegaron al auto, pero el Nian ya se encontraba a unos metros de ellos. Hanabi abrió una de las puertas traseras y saco uno de los platillos; el Nian venía a toda velocidad, todo los árboles se movían violentamente y de pronto la bestia dió un salto saliendo por encima de aquellos enormes árboles y cayó cerca de ellos, cuando estaba a punto de atacar Hanabi golpeo los platillos fuertemente, pero al parecer no fue suficiente ya que la bestia golpeo a Hanabi haciendo que cayera a unos 13 metros de donde estaba el auto.
— Emely... — Dijo adolorido.
La bestia se acercó lentamente a Emely quien lo miraba con un profundo temor. Parecía que este sería el final para ella, pero un proyectil impactó en la cabeza del Nian lo cual hizo que volteara a donde Hanabi estaba. Hanabi le arrojaba rocas para llamar su atención.
— Emely, yo lo voy a distraer así que quiero que prepares la pirotecnia — Dijo Hanabi mientras tomaba otras cinco piedras.
— Hanabi... — Respondió Emely en un tono bajo.
— Hazlo — Ordenó — Ven maldito hijo perra — Exclamó mientras arrojaba las últimas piedras.
El Nian dejo a Emely y empezó a perseguir a Hanabi. Hanabi salió corriendo y se introdujo al bosque. Por otra parte Emely sacaba la maleta llena de la pirotecnia y comenzaba a preparar todo.
— Ojalá y todo esto funcione — Se decía así misma.
El sonido del rugir de aquella bestia alertó a Emely y puso todo en posición. Hanabi venía corriendo sin mirar atrás, el Nian le venía pisando los talones hasta que ambos salieron del bosque.
— ¡Ahora! — Exclamó.
— ¡No puedo! No están los cerillos — Respondió Emely mientras revisaba en sus bolsillos.
— ¡Mierda! — Exclamó Hanabi.
Hanabi fue alcanzando por el Nian que de nueva cuenta con un zarpazo lanzo al jóven cerca de Emely.
— ¡Hanabi! — Exclamó preocupada.
— E-Emely toma — Dijo mientras le daba un encendedor.
— Hanabi, estás sangrando — Dijo mientras ponía su mano en el abdomen del chico.
— No importa eso, quiero que enciendas esos juegos artificiales y mates a esa estúpida bestia — Respondió Hanabi.
Hanabi se levantó con dificultad y tomo otros platillos y atrajo al Nian hacia él. Hanabi tocó los platillos aunque no con fuerza ya que había perdido mucha sangre. El Nian dió un salto y cayó encima de Hanabi enterrando sus garras en su cuerpo.
— Maldita bestia — Dijo con dificultad.
Emely corrio a donde puso la pirotecnia y miro a Hanabi. Con un suspiró prendió las mechas de los cohetes.
— ¡Maldita bestia! — Grito Emely — ¡Ven por mi! — Exclamó.
El Nian dejo a Hanabi y fue por Emely, pero antes de que llegará la pirotecnia empezó a estallar en el cielo mientras que la pequeña empezó a tocar el gongs, pero esto no lo detenía.
— ¡Qué mierda! — Dijo sorprendida.
El Nian se acercó a Emely, pero un platillo chocó con el cuerpo del Nian y el segundo después.
— Hanabi — Decía mientras lo miraba ya sin fuerzas.
Emely cerró los ojos y empezó a recordar todo lo que le hicieron, pero seguía quieta.
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Editado: 25.06.2020