En una noche en que el cielo estaba iluminado por relámpagos y la lluvia descendía sobre toda la ciudad, los destellos de diversas luces azules y rojas se reflejaban en las ventanas de algunos edificios cercanos. Cada rincón de cada callejón era recorrido por policías, mientras que, por los aires, un helicóptero ayudaba a dar visibilidad con una gran linterna.
«Por la calle 13», se escuchaba en todas las radios de aquellos oficiales.
A la búsqueda se unió la unidad 041 de la policía local, abordada por el sargento Jhonson y el novato Moonmore.
— ¿A quién buscamos? — Cuestionó el novato, mientras prestaba atención por la ventanilla del vehículo.
— A esa tal “Kitty”, una ladrona que ha logrado escapar de prisión dos veces — Respondió el sargento, concentrado en el camino.
— ¿La vamos a arrestar? —
— Esta vez… la quieren muerta, son órdenes de más arriba —
El más joven del dúo, manteniendo su mirada en el paisaje del camino, se encontraba reflexionando con algunas preguntas: «¿Qué clase de chica será esa tal “Kitty”? ¿Por qué alguien la quería muerta?» Para olvidarse un poco de sus ideas, simplemente dio un suspiro.
Aunque, al momento de despejarse, notó la presencia de una unidad no identificada que se encontraba tras de ellos.
No serían los primeros oficiales que perseguían a la sospechosa “Kitty”; sin embargo, siempre lograba escapar sin dificultades de las autoridades.
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En otra parte de nuestra ciudad, en un edificio subterráneo, en una habitación totalmente aislada, se encontraban los altos mandos de la policía. Se mostraban hartos de la ineptitud de sus hombres y las constantes humillaciones por parte de la ladrona nocturna.
Pero sus quejas fueron interrumpidas por un hombre alto, de cuerpo robusto, que portaba unas gafas oscuras y un sombrero del mismo color. El hombre se acercó a los altos mandos y dirigió una mirada cuidadosa a los presentes.
— ¿Y bien? — Dijo con una voz ronca.
— La ladrona que conocemos como “Kitty” ya nos tiene hartos, debemos aniquilarla — Respondió, sin una pizca de moralidad, el jefe de policía.
— El trabajo es sencillo 98, tráenos el cadáver de esa maldita — Mencionó la voz de un hombre proveniente de la oscuridad.
El agente 98 simplemente asintió, acatando la orden, para desaparecer entre la oscuridad.
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La persecución se volvió más extensa y cansada; la lluvia ya había cesado, las calles sólo tenían algunos charcos y el viento frío era insoportable.
En la unidad 041, Jhonson y Moonmore estaban agotados y estresados, únicamente recibiendo las llamadas de los avistamientos de la fugitiva.
«¿Cómo es posible que esa hija de perra sea más rápida que nosotros?» pensaba Jhonson mientras daba un pequeño acelerón.
El joven Moonmore seguía viendo por la ventanilla, la cual tenía una visibilidad nula gracias al vapor del calor y la humedad dentro del auto. Debía limpiar el cristal cada cierto tiempo para poder observar los faroles de las avenidas.
Todo parecía indicar que no iban a atraparla, pero una última llamada los llenó de alegría.
Por la radio informaron haber visto a “Kitty” por los techos de algunas casas cerca de la calle A-27, llegando a los límites de la ciudad y de la zona marginal, el llamado “Distrito B” o “el barrio obrero”.
Jhonson presionó más el acelerador, pero aquel auto que los seguía desde hacía horas se igualó a las mismas condiciones que ellos, junto con un nuevo auto que se unió a la persecución.
Los tres vehículos se acercaban velozmente a la ubicación indicada. No obstante, de la nada un auto les impactó, provocando que perdieran el control y chocaran contra un local que tenía grandes ventanales.
Ambos oficiales intentaron salir, pero el único que lo logró con éxito fue Moonmore. Salió con dificultad por la ventanilla tras romperla, luego cayó directamente al suelo, soltando algunos quejidos; tenía su vista algo nublada, de su frente y boca escurría un pequeño hilo de sangre, su cuerpo le dolía y sus piernas se sentían pesadas al tratar de ponerse de pie.
El olfato del novato detectaba el humo del impacto y poco a poco su vista se iba aclarando. Con las pocas fuerzas que le quedaban, se mantuvo de pie y caminó al lado del conductor; entonces fue cuando miró lo impensable…
Jhonson, su mentor, se encontraba con un trozo de metal incrustado en su abdomen, la sangre salía a borbotones tanto por la herida de su cuerpo como por su boca; Moonmore lo miró e instintivamente lo quiso ayudar, pero Jhonson se negó.
— Ve… tras… ella… — Dijo con dificultad.
— Pero… no puedo dejarlo así — Respondió el novato con preocupación.
— ¡Es… una orden, novato! — Exclamó con dolor, pero con una fuerte determinación.
El agente 98 logró encontrar a su objetivo escondida en una cisterna, con apenas una pequeña cantidad de agua. La chica trataba de ocultar su respiración junto a los sonidos que pudieran delatarla; aun así, el cazador era más hábil, más inteligente y más astuto.
El hombre caminaba lentamente de un lado a otro, tomándose su tiempo. Con cada paso el eco retumbaba dentro de la cisterna y, de un momento a otro, todo se silenció. Lo único que quedaba era el nulo sonido, lo que hizo que la chica pensara que todo había terminado, aunque esto apenas había comenzado. Un fuerte ruido la alertó y la chica miró a sus pies, notando cómo el nivel del agua aumentaba considerablemente.
— ¿Cuánto tiempo podrás aguantar la respiración? —
Preguntó el hombre mientras destruía la palanca que activaba las válvulas de la cisterna — ¿Piensas quedarte ahí hasta la muerte? — Cuestionó con ironía.
El agua le llegaba a la cintura a la chica y la desesperación era más que evidente. Miraba a todas partes buscando una salida, pero la única forma de salir se encontraba sobre su cabeza. Mientras tanto, el hombre seguía esperando pacientemente a que su presa saliera de su madriguera.