Sentía como si estuviera ahogándose en una gruesa sepultura acuosa de la que no podía encontrar su salida. No importaba cuánto lo intentó, simplemente no pudo encontrar la superficie.
Y estaba muy cansado.
No estaba seguro de cuánto tiempo había estado allí, flotando en la oscuridad, en el silencio, vagando sin cesar. Era fácil olvidar que no siempre había estado aquí. Era fácil olvidarlo todo. ¿Por qué había estado luchando? ¿Dónde estaba tratando de ir? Había algo que había estado tratando de alcanzar. Ya no podía recordar.
El tiempo había cesado de existir para él. Nada existía en el
profundo, profundo negro, ni siquiera él mismo. Se había olvidado de todo y de todo el mundo. Estaba solo en la interminable silenciosa profundidad de un abismo negro.
Hasta que llegó la música.