¿Quién eres?

¿Por qué tiene que ser así...? ¿por qué no puedo simplemente olvidar? No quiero seguir viviendo tan miserablemente, sólo quiero desaparecer... Así como las personas que me importan, todas han ido desapareciendo, una tras otra. Primero fue Steban, luego Victoria y por último Sara.
Sara... Yo la arrastré hasta mi pozo sin fondo, hasta mi laberinto sin salida. Dejé que me ayudase y ahora está desaparecida. ¿Qué le ocurrió? ¿Cómo es posible? Ella venía a mi lado, la tierra no se la pudo haber tragado... ¿A dónde fué? ¿Huyó? ¿De quién? ¿Por qué?

— Deja de morderte las uñas. — Dice Aron sentándose en una silla frente a mi y ofreciéndome una taza de té.— Estás muy pálida.
— Gracias por el té. — Las manos me tiemblan, no puedo siquiera sostener bien la taza.
— ¿Te sientes mejor?
— Eso creo...
— ¿Qué fué lo que ocurrió exactamente? - Pregunta.
— Yo... — Hago una pausa. — Sólo quería llevarte el carnet... Pensé que era importante que lo llevaras contigo, así que salí a la calle para ver si alcanzaba a verte pero no fue así. Cuando fijé mi vista al frente vi a una mujer, estaba vestida de blanco y el pelo suelto, parecía un fantasma. Estaba segura que era Victoria, así que comencé a caminar y me detuve en medio de la calle cuando un montón de gente comienzó a caminar frente a ella.
Cuando volví a mirar, ella ya había desaparecido. Bueno... ya sabes que pasó después...
Me mira y se queda pensando. Se rasca el mentón y fruce el ceño.
— Tienes un trauma psicológico, no puedes olvidarte de Victoria. Piensas que aún está entre nosotros y no es así, ella murió... nadie sobrevive a un balazo en el corazón.

<<¿Cómo sabe...?>>

— La vida es una mierda. — Continúa. — Nuestros días están contados desde el día en que nacemos. Es nuestro destino y no podemos cambiarlo... Al igual que nuestro pasado, no puedes hacer nada para cambiar lo que alguna vez hiciste, debemos mirar hacia el futuro sin arrepentirnos de nada.
— ¿Crees que Jake esté arrepentido? — Pregunto.
— Las personas como el no se arrepienten de lo que en un pasado hicieron. Les falta cerebro y escrúpulo. No les importan matar, para ellos es sólo un juego. No se como pueden dormir con ese cargo de conciencia.
— ¿Has matado a alguien alguna vez?
— ¿Me veo como alguien que mataría? — Pregunta pero no respondo.
Le miro callada con los dedos entrelazados sobre mis piernas.
— Haces bien en no responder. — Dice y se levanta de su asiento. — Nada es lo que parece Anna, no deberías confiar tanto en las personas.
— No lo hago. 
— Ah, ¿no? — Arrastra la silla hasta quedar frente a mi y se sienta al revés.  Cruza sus brazos y los apoya en el espaldar de la silla he inclina la cabeza a un lado, mirándome serio. — ¿Entonces como es que estás aquí? ¿Por qué te quedaste a mi lado?
— Eres mi última esperanza. — Bajo la cabeza y miro mis dedos.

No puedo verlo pero sé que está sonriendo y cuando lo hace algo se remueve en mi interior.  
Toma mi mentón con una mano y me hace levantar la cabeza. 
— Gracias por confiar en mí. — Dice y me pasa la mano por la cabeza sacudiéndose el pelo toscamente.

— ¿A dónde fuiste? — Le pregunto unos minutos después. 
— ESTABA, de camino a la casa de un conocido a resolver unos asuntos. Nos vamos de esta pocilga.
— ¿Nos vamos? ¿A dónde?
— A un hotel. — Dice pasándose una mano por la cabeza.
— ¿No crees que hay mucha gente en los hoteles? ¿Qué pasó con "proteger la identidad"?
— No va mucha gente allí, las personas no se acercan porque aseguran a ver visto fantasmas en ese lugar. Pero tu no crees en esas cosas... ¿verdad?

¿Fantasmas?... Ravenforst...

Un escalofríos me recorre el cuerpo entero y me estremezco.
— ¿Anna?
— ¿Si?
— ¿No tienes ningún problema en ir ahí verdad?
— ...No, vamos. Cualquier lugar es mejor que este, supongo...

Aron sonríe y mi interior algo comienza  removerse a nuevamente. Ay...

— Nos vamos entonces.
— ¿Ahora?
— Si.
— ¿Y... tu amigo vendrá a recogernos en auto? — Pregunto.

Aron sonríe nuevamente. ¿Qué le hace tanta gracia?

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— ¡Si crees que voy a subirme a eso estás muy equivocado! — Le grito a Aron mientras este se sube a una motocicleta.
— ¿Tienes miedo? — Dice lanzándome un casco.
— Esas cosas van muy rápido.
— Los autos también.
— Si pero los autos tienen puertas.
Aron comienza a reírse. — Anda, sube.
— No. — Niego con la cabeza.

Se encoje de hombros y hace un puchero.

— ¡¿A dónde vas?! — Le grito cuando lo veo alejándose en la moto. — ¡Espérameeeee!

Todos comienzan a mirarme raro. Estoy llamando mucho la atención.
Tomo parte de mi cabello suelto y me cubro el rostro mientras camino a la esquina donde Aron se detuvo a esperarme.

— ¿De quien te escondes? ¿Te avergüenza que te vean conmigo?

¿Vergüenza? ¿Estas loco? Si estás buenísimo.

— No... — Me pongo el casco y subo a la moto de lado.
— ¿Lista?
— Si.
Aron arranca de pronto y reacciono sujetándome a su camisa fuertemente.
— ¿Qué estás haciendo? — Me pregunta pero no se a que se refiere así que no le respondo. — Suelta mi camisa.

Avergonzada, coloco mis manos sobre mi regazo.
Aron deja escapar un suspiro y se voltea hacia mi, toma mis manos y las coloca alrededor de su cintura.
Siento como me sonrojo levemente.
— Vámonos.

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Rápidamente nos alejamos del lugar y a la hora estuvimos frente al hotel que mencionó Aron. Está en una colina a un lado de la carretera que parece nunca terminar.
El hotel es hermoso, está completamente pintado de blanco con ventanas y puertas de cristal. No parece embrujado.

— ¿Cómo se supone que pagaremos esto?
— ¿Pagaremos? — Aron arquea una ceja. — Vas a pagarlo tu.
— ¡¿Qué?! P-Pero yo no tengo dinero. - Aron sonríe. — ¿Me estás tomando el pelo?
— Un poco jajajaja.
— Muy gracioso. - Digo y le lanzo una sonrisa sarcástica.
— Entremos. - Dice.