Aron
Al despertarme me encuentro con su rostro a sólo unos centímetros del mío. Puedo sentir su cálida respiración sobre mi.
Su suave piel brilla al contacto del Sol que traspasa la ventana de cristal. Se ve tan linda cuando duerme.
Tomo parte de su cabello regado sobre su cara y lo coloco tras su oreja.
Mis ojos bajan hasta sus labios mojados y trato de resistir a mis impulsos. ¡Dios, dame fuerza!
Anna
Pestañeo unas cuantas veces y al fin despierto.
Aron está frente a mi, pero no me mira a los ojos precisamente.
— Hola. — Dice con voz delicada al darse cuenta de que lo estaba mirando.
— Hola.
— ¿Dormiste bien? — Me pregunta.
— Algo así.
— Ah. Bien.
Mira el reloj que tiene en la muñeca.
— Son las 12:30 pm. ¿Te apetece comer algo? — Dice levantándose de la cama.
— Si, estoy hambrienta.
— Vale. Me dijeron que por aquí cerca hay un tipo de bar-cafetería. Vayamos allí a almorzar.
— Ok. ¿Tiene que ser en la moto, cierto?
Aron sonríe.
Por supuesto que tiene que ser en la moto. ¿qué me esperaba?
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Hay que ver como me a dejado esa motocicleta.
— ¡Dios! - Exclamo. —Parezco una bruja con este pelo todo despeinado. — Digo mientras me miro en el espejo que hay en el baño de la cafetería.
Abro el grifo, tomo agua con ambas manos y me refresco la cara.
Apoyo las manos en el lavabo y me quedo viendo al espejo, mirando como las gotas de agua se deslizan por mi cara.
Steban y Victoria aparecen a mi lado y me colocan una mano en ambos hombros mientras me miran a través del espejo. Se ven tan reales, pero sólo son una ilusión, es mi cerebro jugando conmigo nuevamente. He decidido no confiar más en el.
— Despierta. — Me susurran. — Despierta.
Cierro el grifo y seco mi cara apresuradamente.
— ¿Por qué tardabas tanto? — Me pregunta Aron cuando me acerco a la mesa donde está sentado.
— Lo siento. — Digo y me siento delante de el.
— ¿Ya sabes que vas a pedir?
— ¿Qué hay?
— Pues... — Toma el menú en mano y comienza a leer. — Espaguetis, hamburguesa, pizza...
Sigue mencionando una larga lista la cual no estoy escuchando ya que mi atención se ha dirigido a la puerta de entrada que está a unos metros detrás de el. Por esta, han entrado dos chicos, bastantes altos, con abrigo y gorro. Ambos se sientan en la fila a nuestra derecha, dos mesas más atrás que nosotros.
Siento que los he visto antes...
— ¿Qué elegirás? — Pregunta Aron pero yo tengo la vista puesta sobre esos dos.
— Espera aquí. — Le digo y me paro de mi asiento, caminando en su dirección.
— ¡Ey! — Le digo a esos dos tipos.
Uno de ellos se levanta y se coloca frente a mi. Me intimida su tamaño.
El chico saca un cigarrillo, se lo coloca en la boca y vuelve a colocar sus manos en los bolsillos donde antes los tenía.
— ¿Se te ha perdido algo, preciosa? — Me pregunta.
— ¿Dónde está mi hermana? — Hablo al recordar de donde los había visto. Mi hermana me enviaba muchas fotos de las fiestas a las que iba con esos dos. No me daban muy buena espina. Yo trataba de alejarla de ellos porque sabía que no eran buena compañía, nunca me hizo caso. Por accidente, me envió otra foto con ellos dos donde se podía ver claramente como tenían los brazos llenos de pinchazos, por inyectarse droga, por supuesto. Le llamé la atención pero siempre lo negó todo.
— ¿Perdona? — Dice el otro chico. — ¿De qué hermana hablas?
— Sara, Sara Topsons. ¿Dónde está ella?
Ambos chicos se miran y el que está sentado le niega con la cabeza.
— ¿Qué pasa aquí? — Pregunta Aron acercándose a nosotros.
Yo coloco una mano frente a el para que no se entrometa.
— ¿Está con ustedes? ¿Está bien? — Vuelvo a preguntar.
— Está viva. Es lo que tienes que saber. — Dice el que está frente a mi.
Está viva: Es lo que quería oír. Lo sabía, sabía que estaba viva, pero el caso es, ¿dónde?. Este chico sabe algo y no quiere decirme, estoy segura.
— ¿Dónde está? — Pregunto con rudeza.
— Ella no quiere verte. Será mejor que te alejes. — Dice el chico rompiendo mi espacio personal.
— ¡Ey! — Aron lo empuja y le da una mirada de: No te acerques o te mato.
— Aleja tus sucias manos de mi. — Le responde el chico con otro empujón.
— ¿Por qué dices que ella no quiere verme? — Digo interponiéndome entre los dos.
El no responde mi pregunta así que vuelvo a repetirla. — ¿Por qué dices que ella no quiere verme?
— Aléjate. — Me responde y se sienta dándome la espalda.
Miro a Aron por un momento y vuelvo a mirar al chico.
— ¡Oye! — Le llamo y coloco una mano en su hombro.
De repente el chico se voltea y me empuja fuertemente. Me golpeo con la esquina de la mesa de atrás a un lado del abdomen.
— ¡¿Cómo te atreves?! — Le grita Aron tomándolo por el abrigo y estrellándolo contra su mesa.
El otro chico se levanta y hace para golpear a Aron pero este lo esquiva y le da una patada en la entrepierna. ¡Auths!
Aron se le queda mirando mientras el chico que me estrelló contra la mesa se levanta detrás de él y saca una navaja.
Tomo la botella de cerveza que hay sobre una de las mesas y la estampo en su cabeza.
— ¡Anna! — Grita Aron sorpredido al ver lo que hice. Corre hacia mi y me abraza fuertemente. — ¿Estás bien? ¿Te duele? — Me pregunta pasando su mano por la parte golpeada de mi abdomen.
— Un poco. — Le respondo.
Me besa en la frente y me abraza aún más fuerte.
Todos nos miran asustados.
— Será mejor que se vayan, están espantando a mis clientes. — Dice el dueño del local.
Aron lo mira con rabia y deja de abrazarme aunque me toma de la mano.
A nuestra derecha hay una pareja sentados en una esquina mirándonos con miedo: Aron toma sus dos bolsas de comida que tienen arriba de la mesa y me arrastra, literalmente, afuera.
— Eso no es nuestro. — Le digo.
El se encoje de hombros y me sonríe.
Su lado bad boy ha sido invocado.
— Espero que te gusten las papas fritas. — Dice he inmediatamente la boca se me hace agua y el lo nota. — Si quieres devolvemos la comida.
— ¡No! ¡No! — Digo tomando una de las bolsas. — ¡Mio!